Hace poco más de un año que el Covid-19 impactó en nuestras vidas, precipitándonos hacia una situación de pandemia mundial que impactaría directamente sobre nuestra sociedad, obligándonos así, a adoptar nuevas y restrictivas medidas de precaución y contención del virus. Medidas que en su mayoría hacen referencia a la salud, la higiene y el aislamiento social.

La conjunción de toda estas situaciones ha precipitado lo que comúnmente hemos denominado como “nueva normalidad”. Una “normalidad” que incluye factores altamente estresantes en nuestro día a día, tales como las dudas sobre un futuro incierto, miedo al contagio, miedo a un nuevo periodo de aislamiento, miedo a la muerte de un ser querido y miedo a la propia muerte, o incluso a las secuelas que el virus pueda propiciar en nuestros cuerpos. Asimismo, el futuro laboral es una de las grandes preocupaciones sociales dada la situación económica del país.

Bajo este contexto social, podemos entender que esta nueva normalidad se ha convertido en una situación propicia para el desarrollo de pequeñas y grandes inestabilidades en nuestra salud mental. Las patologías ansiosas son unas de las grandes protagonistas dado que, si unimos su alta incidencia anterior a la pandemia y los factores altamente estresantes de la actualidad, obtenemos una situación perfectamente favorable para el desarrollo de estas patologías.

El trastorno obsesivo compulsivo, sobre el cual vamos hablar a continuación, es un trastorno con entidad clínica independiente en la actualidad, a pesar de haber sido considerado hasta hace relativamente poco tiempo como parte de los trastornos ansiosos.

¿Qué es el trastorno obsesivo compulsivo (TOC)?

El TOC es una de las cinco enfermedades psiquiátricas más frecuentes, siendo considerada como una de las veinte enfermedades más discapacitantes según la Organización Mundial de la Salud.

El Trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por un patrón de obsesiones y/o compulsiones. Las obsesiones son entendidas como pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusivos y no deseados, generando un malestar significativo. Malestar que en muchas ocasiones la persona se ve obligada a intentar apaciguar con las compulsiones, conductas repetitivas o actos mentales que la persona se ve obligada a realizar en respuesta a la obsesión (APA, 2014). Estas conductas pueden ir acumulándose en forma de ritual.

Las personas con TOC pueden ser capaces de reconocer la irracionalidad de sus obsesiones y compulsiones, pero eso no les facilita tener control sobre ellas.

Este trastorno suele aparecer durante la infancia o la adolescencia, evolucionando progresivamente durante la adultez, aunque un periodo de estrés continuado o la vivencia de un acontecimiento concreto puede desencadenar el trastorno a cualquier edad. Motivo por el cual, pensamos que la situación vivida por la pandemia del Covid-19 puede haber actuado como precipitante del trastorno.

Sintomatología del TOC

En lo que respecta a su sintomatología más concreta podemos diferenciar entre la sintomatología física, cognitiva y conductual.

Física: los efectos físicos del TOC vienen derivados del mantenimiento de la ansiedad durante largos periodos. Ansiedad que ha sido desencadenada por el malestar de las obsesiones y/o las compulsiones. Así pues, podríamos esperar síntomas típicos de la ansiedad como tensión muscular, problemas gastrointestinales, fatiga, dificultades de concentración y memoria, dificultades en el sueño, pérdida o aumento del apetito, palpitaciones, etc. También es frecuente ver sintomatología asociada a algunas compulsiones concretas, como es el caso de la dermatitis derivada de la compulsión de lavar frecuente y rigurosamente las manos.

Cognitiva: los pensamientos obsesivos del TOC se pueden diferenciar entre los siguientes tipos.

  • Impulsivo: caracterizados por el miedo irracional a dañar a una persona querida.
  • Fóbico: temores relacionados con la obsesión, como por ejemplo el miedo a contaminarse.
  • Ideas rígidas: pensamiento rígido y obsesivo que no acepta cuestionamiento lógico posible.
  • Dudas continuas: pensamiento de duda constante que lleva a la persona a la comprobación reiterada de ciertas conductas para evitar el suceso temido, que en muchas ocasiones poco tiene que ver con la lógica del pensamiento original.

Conductual: las conductas realizadas por el TOC son entendidas como compulsiones, ya sean de tipo comportamental o de cuestionamiento mental repetitivo, siendo ambas ejecutadas con la misma finalidad, prevenir o aliviar el malestar ocasionado. Algunos ejemplos podrían ser los siguientes: comprobar que la puerta de casa está cerrada realizando la conducta un número concreto de veces o repetir una palabra mágica un número concreto y repetido de veces para evitar que suceda algo temido.

Además de lo comentado, las personas que padecen TOC suelen tener en común aspectos como:

  • Baja o nula tolerancia a la incertidumbre
  • Sobreestimación de la amenaza
  • Perfeccionismo
  • Responsabilidad excesiva
  • Creencias sobre la importancia de los pensamientos
  • Intento de control de los propios pensamientos
  • Rigidez de ideas

Obsesiones y compulsiones más comunes en el TOC

Las obsesiones y compulsiones que tienen las personas que padecen TOC generalmente pueden enmarcarse en alguna de las siguientes categorías:

  • Contaminación: temor constante a contraer una enfermedad, del cual se derivan conductas como el lavado frecuente de manos, el evitar tocar objetos comunes (pomo de las puertas), etc.
  • Dudas repetitivas: preocupación excesiva por no tener la seguridad de haber hecho algo, como dudar de si se ha cerrado el gas, si se ha cerrado la puerta, etc.
  • Orden: necesidad de que todo tenga un orden y de que éste sea siempre el mismo, como colocación simétrica de las cosas u ordenar los objetos por colores o tamaño de manera rigurosa, etc.
  • Agresivo: temor a perder el control y dañar a alguien, como pensar constantemente que pueden hacer daño a un ser querido sin darse cuenta, cada vez que ven un cuchillo al alcance, etc.
  • Sexuales: aparición constante de imágenes, pensamientos o impulsos sexuales y perversos, así como pensamientos obsesivos acerca de un aspecto sexual concreto.
  • Religioso: preocupación excesiva por las consecuencias que puede ocurrir si no se realizan algunas conductas como leer la biblia diariamente, etc.
  • Acumulación: temor a desprenderse de los objetos por si en algún momento del futuro los pueda necesitar.

Diagnóstico de TOC

En general, mucha gente puede tener obsesiones y compulsiones derivadas de su rutina diaria y no por eso tendrán un diagnóstico de TOC.

Para ello, la última edición del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) establece como sintomatología indispensable para el diagnóstico de TOC los siguientes requisitos:

  • Las obsesiones se definen por:
    • Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes o no deseadas que causan ansiedad o malestar significativo.
    • La persona trata de ignorar o suprimir estos pensamientos con otro pensamiento o acto (compulsión) que actúe de neutralizador del malestar.
  • Las compulsiones se definen por:
    • Las conductas o actos mentales repetitivos son realizados por la persona en respuesta a la obsesión previa, o a la necesidad de aplicar las reglas de manera rígida. Por ejemplo, lavarse las manos, ordenar cosas, rezar, contar o repetir palabras en silencio.
    • Las conductas o actos mentales repetitivos son realizados con la finalidad de prevenir o disminuir la ansiedad o el malestar, así como evitar sucesos o situaciones temidas. Aun así, no existe una relación lógica y/o realista entre estos actos y lo que se intenta evitar, siendo en muchas ocasiones excesivo.
  • Las obsesiones y/o compulsiones requieren mucho tiempo (como mínimo 1 hora diaria) y/o causan malestar significativo y deterioro en las relaciones sociales, laborales u otras áreas de la persona.
  • El comportamiento no se debe al efecto de sustancias o a otra afección médica o trastorno mental.

Causas y factores de riesgo

No se conoce la causa exacta del TOC, pero se ha vistos que factores como la genética y el ambiente pueden influir en el desarrollo del trastorno.

Como hemos comentado, el TOC puede aparecer en varias etapas de la vida, aunque su aparición después de los 35 años es inusual. Sin embargo, parece que los niños tienden a desarrollar el TOC a una edad más temprana que las niñas.

Algunos factores de riesgo que han mostrado relación con el TOC, siendo en su mayoría objeto de investigación aun a día de hoy, son los siguientes (APA, 2014):

  • Temperamentales: síntomas de interiorización, una mayor emotividad negativa o la tendencia a la inhibición conductual en la infancia pueden ser factores de riesgo para el TOC.
  • Ambientales: haber sufrido maltrato físico y abuso sexual en la infancia, así como otros sucesos altamente traumáticos han sido asociados a un mayor riesgo de desarrollar TOC.
  • Genéticos y fisiológicos: se ha mostrado una mayor probabilidad de desarrollar TOC cuando alguno de los familiares de primer grado de consanguinidad sufre de TOC, especialmente si lo desarrolló en edades tempranas de la infancia o la adolescencia. Se han visto implicados factores genéticos y factores biológicos cerebrales, tales como una disfunción de la corteza orbitofrontal, de la corteza cingulada anterior y del cuerpo estriado.

Tratamiento del TOC

Tras el diagnóstico de TOC, es necesario iniciar un tratamiento dirigido a disminuir el malestar ocasionado por las obsesiones y las compulsiones, ya que si el TOC no se trata tiende a cronificarse y rara vez desaparece de manera espontánea.

Para su tratamiento es preciso evaluar si antes de iniciar el tratamiento psicológico es necesario un tratamiento combinado con psicofármacos que nos ayuden a manejar la ansiedad durante el

tratamiento. El psiquiatra es el profesional encargado de valorar la necesidad de terapia combinada con psicoterapia y psicofármacos con efectos antidepresivos y/o ansiolíticos.

En el caso del tratamiento psicológico, el TOC ha mostrado muy buenos resultados con la terapia cognitivo conductual (TCC) siguiendo el siguiente patrón de tratamiento:

  • Psicoeducación, informar al paciente acerca del funcionamiento del TOC, de la ansiedad y de los mecanismos que están manteniendo el trastorno.
  • Exposición con prevención de respuesta: realizar una exposición graduada y progresiva a las situaciones temidas aplicando estrategias para prevenir la realización de la conducta compulsiva.
  • Entrenamiento en habilidades de gestión emocional, enseñar a entender las emociones propias y a cómo procesarlas sin la necesidad constante de evitarlas.
  • Reestructuración de pensamientos irracionales, entendiendo la irracionalidad del pensamiento que está manteniendo las conductas TOC y sustituyéndolo por pensamientos más adaptativos.

En cualquier caso, evaluar previamente lo que ha podido precipitar el trastorno puede ayudarnos a orientar la psicoterapia y a entender con mayor especificidad el funcionamiento del TOC en cada persona en concreto. Un mayor conocimiento del caso puede ayudarnos a orientar la psicoterapia más allá de la extinción de las conductas TOC, ayudándonos a trabajar cognitiva y emocionalmente con los aspectos traumáticos que han podido precipitar el trastorno, y que seguirán estando ahí si no los trabajamos, a pesar de que podamos disminuir la sintomatología TOC.

Si durante este artículo te has visto reflejado en algunas de las características del TOC, no dudes en consultar a un especialista en psicología y/o psiquiatría, dado que una situación altamente estresante como la pandemia que estamos viviendo en la actualidad, puede actuar como agravante en personas con tendencias obsesivas.