Según la RAE, la superstición es “Creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón; fe desmedida o valoración excesiva respecto de algo.”

Los ejemplos de supersticiones pueden ser convicciones; que el gato negro que cruza la calle trae mala suerte o que el trébol de cuatro hojas trae buena suerte. Según Kant, todos alimentamos a las supersticiones, sólo que de diferentes tipos. Las palabras del filósofo encuentran su confirmación en los trabajos empíricos de varios investigadores que confirman que la creencia en las supersticiones es muy común entre diferentes culturas y épocas. Una explicación racional de este hecho es bastante difícil, no obstante, lo que nos motiva a creer en ellas es un malestar que experimentamos en situaciones inseguras e  imprevistas. Los comportamientos supersticiosos son una solución maravillosa para lograr el control cognitivo y conductual sobre los acontecimientos de la vida.

Un estudio del profesor Sosnowski de la Universidad de Varsovia confirmó que las personas con nivel de estudios medio o bajo puntúan más alto en la escala de supersticiosidad que los estudiantes y las personas con estudios superiores. No se han confirmado diferencias entre sexos, aunque no obstante, sí se ha confirmado que la supersticiosidad muestra correlaciones positivas con autoritarismo, ansiedad, perseverancia y reactividad emocional. Las correlaciones son bastante bajas, por lo cual es difícil de prever si una persona es supersticiosa basándose sólo en otros rasgos de la personalidad.

 

Fuente: Sosnowski, T. i Wiech, M. (2006). Przesądność i próba jej pomiaru: Kwestionariusz Otwartości Przekonań (KOP20). Roczniki Psychologiczne, 9, 181-204.

 

Aleksandra Misiolek