Definición de violencia de género, doméstica y machista

Existen diferentes tipos de violencia, los cuales dependen de la persona que la ejerce sobre aquella a la que agrede. Los tipos de violencia que más destacan son:

  • La violencia doméstica implica malos tratos continuados sobre personas vinculadas afectivamente a la persona agresora, ya sean cónyuges o ex parejas, hijos o personas con discapacidad.
  • La violencia machista es aquella que atenta directamente contra la libertad de las mujeres, sus derechos y el destino de su propia vida. Este término, a diferencia de la violencia de género, refleja con mayor precisión la posición social de los agresores, siendo considerados “machos”.
  • La violencia de género es aquella que se dirige a mujeres por el mismo hecho de ser mujeres, por ser consideradas carentes de derechos de libertad, respeto y capacidad de decisión por parte de sus agresores. Es un fenómeno que actúa como mecanismo de dominación y control, caracterizado por actos que provocan daños físicos, sexuales y psicológicos a las mujeres, además de amenazas, coerción y privación de derechos. Esta violencia afecta la salud pública y requiere de especial intervención desde los ámbitos educativos, sociales y sanitarios.

La diferencia entre los términos comentados anteriormente hace alusión a la posición social que ocupa la víctima en cada caso. En la violencia doméstica, se ejerce contra cualquier miembro dentro del hogar, ya sea cónyuge (hombre o mujer), hijos, menores en tutela o personas con discapacidad. La violencia machista atenta contra las mujeres, sin necesidad de que exista un vínculo entre la víctima y el agresor. Por último, la violencia de género se produce en contra de la mujer, teniendo una vinculación emocional víctima y agresor.

Tipos de violencia:

La violencia física.

Walker estableció un ciclo de la violencia compuesto por 3 fases:

  • En la fase primera denominada «acumulación de la tensión» se van amontonando pequeños sucesos que llevan a un incremento de la tensión entre la pareja.
  • Entonces, este cúmulo produce la explosión de violencia de mayor o menor gravedad en la segunda fase, llamada «explosión-agresión».
  • Tras esta segunda fase, se produce el arrepentimiento del agresor, dando comienzo a la tercera y última, denominada «luna de miel» donde el agresor pide perdón y refiere que nunca volverá a suceder.

Vemos que se produce un ciclo de conducta negativa y refuerzo, lo que llevará a que este ciclo vuelva a repetirse, con tendencia a aumentar y corre el riesgo a cronificarse. Además, se sabe que cuanto más grave es la violencia, existen menos probabilidades de que cese de forma espontánea.

Violencia psicológica.

Se trata de un tipo de violencia más difícil de detectar y más «invisible». Puede definirse como cualquier conducta, física o verbal que atenta contra la integridad emocional de la víctima, produciéndose de forma continuada, con el objetivo de producir sufrimiento, intimidación, desvalorización o culpabilización.

Este tipo de maltrato se manifiesta por conductas que conllevan el objetivo de anular, minimizar, infravalorar, controlar las acciones, creencias, decisiones del otro, a través de la anulación, amenaza, aislamiento, humillación o conductas que conlleven un malestar psicológico, el desarrollo personal o la autonomía de la víctima.

Violencia sexual

Acto forzado por el agresor y no consentido por la víctima atentando contra su integridad física, afectiva y psicológica. Algunos de ellos pueden ser las amenazas de agresión ante la negativa de mantener relaciones sexuales con su pareja, comentarios desagradables, expresiones groseras, actos considerados humillantes o dolorosos, obligación de prostituirse y la violación.

Violencia económica

Privación a que la víctima no pueda acceder al dinero común de la pareja, provocando una dependencia económica. Por ejemplo, evitando que trabaje, que estudie, o que cuide su salud, así como la eliminación de todos sus derechos a la propiedad.

Indicadores de violencia de género

  • Abuso verbal:
    • Humillar, insultar, infravalorar, ridiculizar.
    • Tratar de confundir a la víctima a través de juegos mentales e ironías.
    • Intentar convencer de falta de cordura.
  • Abuso económico:
    • Control abusivo de finanzas, con refuerzos y castigos económicos.
    • Imposibilitar que la persona acceda a trabajar, aunque la economía familiar requiera de ello. Obligar a solicitar dinero.
    • Que la víctima tenga que justificar los gastos y dar un presupuesto límite, incluso para realizar la compra.
  • Aislamiento:
    • Control abusivo de la vida del otro mediante vigilancia de sus actos y movimientos.
    • Escucha de sus conversaciones.
    • Impedimento de cultivar amistades.
    • Restringir las relaciones con familiares, amigos, colegas, etc.
  • Intimidación:
    • Amedrentar con miradas, gestos o gritos.
    • Arrojar objetos o destrozar la propiedad.
    • Mostrar armas.
    • Labilidad emocional.
    • Reacciones de ira ante cualquier acción.
  • Amenazar con:
    • Llevarse a los hijos en común
    • Hacer daño a los animales domésticos
    • Irse o echar a la pareja de casa
  • Desprecio y abuso emocional:
    • Tratar al otro como inferior.
    • Tomar las decisiones importantes sin consultarle.
    • Utilización de los hijos.
    • Se la denigra intelectualmente, como madre, como mujer y como persona.
    • Negación, minimización y culpabilizar.
    • La persona no da importancia a lo que ha sucedido, no se identifica como culpable.

Factores de riesgo en la violencia doméstica

  • Disponer de un bajo nivel de educativo
  • Haber sufrido maltrato durante la infancia
  • Haber estado expuestos a situaciones de violencia doméstica durante la infancia
  • Falta de comunicación y asertividad en la pareja
  • Insatisfacción marital
  • Adicción al alcohol o a otros tóxicos
  • Personalidad antisocial
  • Existencia de sospecha de infidelidad de la pareja

Prevención de la violencia de género

Existen múltiples estrategias, entre ellas se pueden destacar las siguientes:

  • Hacer mejores campañas de comunicación: deben tener mensajes concretos inspirados en la realidad de las mujeres que sobreviven a diferentes tipos de violencia. Sus objetivos tendrían que enfocarse en eliminar las normas sociales y el estigma que impiden a las mujeres tomar la decisión de buscar ayuda. Además, deberían usarse elementos que representen la gran diversidad de mujeres y los diferentes tipos y expresiones de violencia, sobre todo las más comunes y difíciles de identificar por las demás personas.
  • Mejor promoción de los servicios: tener indicaciones sobre dónde y cuándo acudir a los servicios. Además, debería indicar qué pasos tiene el proceso para poder llevarlo a cabo.
  • Mejor calidad en la atención a la víctima: acabar con el estigma que cargan las mujeres por sufrir violencia. Las personas que están en la primera línea de contacto deben tener la capacidad de atención y contar con protocolos claros de acción.
  • Los elementos fundamentales para una buena atención a la víctima son un trato cálido y empático y proporcionar información de forma clara y veraz. Debemos saber que cuando una mujer toma la decisión de acceder a un centro de atención para pedir ayuda, ha tenido que vencer muchas barreras y los profesionales deben actuar con empatía y flexibilidad, siendo muy conscientes del proceso tan duro por el cuál ha tenido que pasar la víctima.

¿Cómo concienciar a la víctima para que tome medidas en contra del agresor?

Es esencial concienciar a la víctima de que debe tomar medidas ante la situación que está sufriendo mostrándole una importante red de apoyo, enseñándole medidas de seguridad y acompañamiento en cada paso. Además, es necesario contar con ayuda profesional para que la víctima vaya adquiriendo recursos que le permitan poder enfrentarse mejor y con más seguridad a la situación y aumentando la motivación al cambio. En este proceso es imprescindible contar con ayuda psicológica para sobrellevar de forma más adaptativa la situación y gestionar los momentos de violencia vividos. Estas consecuencias a nivel psicológico podrían ser: problemas de ansiedad, depresión, ideas de suicidio, abuso de tóxicos y estrés post-traumático, entre otros.

Intervención en violencia de género

Podemos concluir que la exposición a la violencia deja importantes secuelas en sus víctimas y supone un riesgo para la salud mental y física. Por lo tanto, esta situación debe abordarse desde un equipo multidisciplinar y especializado en temas de violencia de género, en el cual sean cubiertas las necesidades de tipo psicológico, social y jurídico de las mujeres y de sus hijos. Esta intervención debe tener como principios básicos de actuación los siguientes:

  • No mediar entre la víctima y agresor: las terapias de pareja y terapias familiares están contraindicadas en estos casos.
  • Perspectiva de género, es decir, entender la violencia de género como un problema social y no individual, recordando que se trata de una de las manifestaciones más atroces de la desigualdad social entre hombres y mujeres.
  • Incluir medidas de protección y seguridad a la víctima y a su familia.

Referencias bibliográficas

Fontanil, Y., Méndez-Valdivia, M., Cuesta, M., López, C., Rodríguez, F. J., Herrero, F. J. y Ezama, E. (2002). Mujeres maltratadas por sus parejas masculina. Psicothema 14, 130-138.

Romero, I. (2010). Intervención en violencia de género: consideraciones en torno al tratamiento. Psychosocial intervention19(2), 191-199.