Tratamiento dolor crónico en el centro de psicología Canvis de Barcelona con psicólogos profesionales

Terapia psicológica para el dolor crónico en Barcelona

El dolor es un fenómeno universal y uno de los síntomas que más afecta y preocupa a las personas siendo una de las causas de consulta médica más frecuente.

El dolor tiene una función protectora, nos avisa de que algo va mal y contribuye al proceso de recuperación ya que promueve el reposo. Ante el dolor, la reacción habitual es la del miedo, un miedo que es adaptativo porque nos impulsa a evitarlo y eliminarlo.

Cuando el dolor persiste por más de 3 a 6 meses se trata de dolor crónico. El dolor cronificado se convierte en la verdadera enfermedad cuando la causa que lo desencadena ya ha desaparecido.

El dolor crónico tiene un desencadenante conocido pero no es resoluble, es un dolor persistente que no se puede evitar ni eliminar e intentarlo es un esfuerzo inútil que conlleva un sufrimiento psíquico importante en el que predominan el miedo, la desesperación y desesperanza, el sentimiento de fracaso, impotencia e irritación que no sólo afecta a quien lo padece sino a su entorno familiar y social.

Se estima que el dolor crónico afecta a cerca del 11% de la población española, mayoritariamente a mujeres.

El dolor crónico es un dolor resistente, que no se pasa y hace que las personas se planteen el para qué y el porqué de sus vidas llegando a producir estados de ansiedad, estrés, depresión e insomnio. Este tipo de dolor tiene un impacto importante por su influencia negativa en todos los ámbitos de la vida de quien lo padece.

Las personas que sufren dolor crónico disminuyen sus relaciones sociales y pueden ver mermada su capacidad para trabajar lo cual les produce problemas económicos y un sentimiento de inutilidad que les va socavando.

El dolor genera importantes reacciones cognitivas, conductuales y emocionales que pueden potenciar el sufrimiento que lleva asociado y si ese dolor es crónico, el sufrimiento es mayor en todos los aspectos.

Actualmente está reconocida la participación de factores psicológicos y sociales en el inicio y la prolongación de los cuadros de dolor crónico y la necesidad de una identificación  y tratamiento precoz de ellos para evitar los círculos viciosos del dolor y su aumento. La terapia psicológica es un pilar fundamental en el manejo del dolor crónico.

La psicóloga o psicólogo del centro de psicología Canvis especializado en el tratamiento del dolor crónico se centra en trabajar en terapia la aceptación del dolor y todos los aspectos del dolor crónico así como sus consecuencias para hacerlo más soportable.

La  terapia  psicológica  constituye una necesidad para los pacientes que sufren de dolor crónico dado que permite identificar los factores psicosociales que pueden influir en la experiencia de dolor y en su impacto en el estado de salud. 

Además, la terapia ayuda a mejorar el estado clínico de la persona enferma, el enfrentamiento a la enfermedad y a contrarrestar  las emociones negativas que surgen como resultado de la experiencia de dolor.

En el centro de psicología Canvis nuestro equipo de psicólogos especializados en el tratamiento del dolor crónico se centra inicialmente en la aceptación del dolor ya que este tipo de dolor es inevitable y no se puede cambiar.

La aceptación del dolor crónico implica desmontar los círculos viciosos del dolor, dejar de hacer todo aquello que no sirve de nada, tomar conciencia de las limitaciones que conlleva, abrirnos a experimentar plenamente y en el presente y potenciar el tratamiento adecuado.

Aceptar el dolor crónico abre el camino del compromiso para seguir haciendo todo aquello para lo que valemos pero con las limitaciones actuales. Aceptarlo también disminuye el sufrimiento y permite la habituación para tolerar las sensaciones que nos produce reduciendo la ansiedad, el estrés y la depresión.

La alteración del sueño, es uno de los síntomas más frecuentes en las personas que padecen de dolor crónico y que es importante tratar para poder abordar otras implicaciones en la vida diaria del paciente.

La terapia psicológica para el tratamiento del dolor crónico incluye técnicas cognitivas de reestructuración y terapia racional emotiva para poder enfrentarnos a nuestros pensamientos y sentimientos de forma racional y eficaz ya que el dolor tiene un componente emocional importante.

La psicóloga o psicólogo también facilita técnicas de relajación, respiración y biofeedback para evitar la ansiedad, relajar tensiones y no caer en círculos viciosos que impliquen sufrimiento.

Fomentaremos las habilidades sociales, la asertividad y técnicas operantes de potenciación de actividades que nos permitan recuperar el día a día y mantener una red de apoyo y social.

La terapia es un proceso de cambio emocional y cognitivo, se estimula la modificación de pensamientos catastróficos, creencias negativas y conductas que tienden a aumentar el dolor. El psicólogo o psicóloga de Canvis, hace de guía durante el tratamiento para descubrir nuevas perspectivas para poder afrontar el dolor y sus consecuencias para vivir más plenamente.

El tratamiento farmacológico es indispensable pero no debe ser el único ya que los componentes emocionales y trastornos mentales presentes en los casos de dolor crónico incrementan su intensidad y duración.

Los fármacos reducen el dolor pero a su vez crean su propio círculo vicioso ya que al tiempo que disminuyen el dolor, decae la tolerabilidad y aumenta la demanda de medicamentos.

Las personas que mejor responde a los tratamientos médicos para el dolor crónico son aquellas más hábiles para distraer y desviar su atención del propio dolor y aquellas que mantienen sus actividades cotidianas.

El comportamiento de un paciente con dolor crónico suele identificarse con un proceso de evitación o reducción de la actividad, que se asocia con el incremento del dolor, así como con la pérdida progresiva del tono muscular y de activación del mismo que a su vez genera más dolor.

Los comportamientos de dolor-evitación, pueden convertirse en patológicos cuando persisten en el tiempo, incrementan la ansiedad, generan hipervigilancia y cambios en el sistema nervioso autónomo.

La ansiedad aumenta el grado de tensión muscular del paciente con dolor crónico y también aumenta la percepción del dolor al disminuir su tolerancia. Cuanto más dolor sentimos, más ansiedad nos genera ese dolor y a su vez la ansiedad aumenta el dolor convirtiéndose en un círculo vicioso.

La depresión es una de las respuestas emocionales más frecuentes asociadas al dolor crónico. La depresión provoca inhibición psicomotriz e incita a no rendir física ni psicológicamente igual. Predispone a enfermar y disminuye considerablemente la calidad de vida.

La depresión influye en la transmisión sensorial del dolor que activa las neuronas facilitadoras del dolor y por tanto, aumentan las sensaciones dolorosas. A su vez, la depresión previa a una enfermedad, estaría asociada a peores resultados en la rehabilitación del paciente.

El catastrofismo mediante la interpretación exagerada y negativa del dolor y sus consecuencias está asociado a problemas que dificultan la recuperación y aumentan el riesgo de cronicidad del dolor.

La pérdida de red de apoyo, familiar y social, derivada de las emociones negativas que invaden a los pacientes de dolor crónico induce a problemas de comunicación, laborales y/o económicos que a su vez generan mayor sobrecarga emocional y más dolor.

Existe también una tipología de pacientes que, al contrario que en los casos de dolor-evitación, se vuelven más activos al no aceptar la enfermedad ni sus propios límites lo cual aumenta el dolor.

Para romper el proceso de generación y aumento del dolor de estos círculos viciosos es prioritario tomar conciencia de la enfermedad y aceptarla. Por este motivo, realizar terapia con un psicólogo o psicóloga es esencial en el tratamiento del dolor crónico, ya ha demostrado científicamente su eficacia.

Existen diferentes clasificaciones del dolor en base a su duración, localización, intensidad, o patogenia entre otros aunque en la práctica clínica las definiciones de los diversos tipos de dolor no son excluyentes y en algunos pacientes se pueden encontrar diferentes tipos de dolor.

En lo que se refiere al dolor crónico, a grandes rasgos se pueden distinguir las siguientes variedades:

Dolor agudo recurrente cronificado: comprende diferentes periodos de dolor agudo que se repiten periódicamente. El ejemplo más común son las migrañas que en algunos casos son crónicas y presentan cefaleas durante 15 o más días al mes. En los casos de dolor agudo recurrente y cronificado las respuestas hormonales al estrés suelen tener efectos adversos tanto fisiológicos como emocionales.

Dolor oncológico o dolor crónico agudo: es un dolor continuo con una duración limitada que puede durar varios meses o incluso años que acaba con la curación o muerte del paciente. Es el caso del dolor maligno derivado de enfermedades oncológicas.

Dolor crónico no maligno: es el dolor crónico no oncológico debido a causas que no amenazan la vida del paciente pero que le provoca un importante deterioro físico y mental. Pueden ser un dolor crónico postquirúrgico o por alguna enfermedad.

Algunas de las enfermedades que suelen generar este tipo de dolor crónico son: lumbalgia, fibromialgia, dolor miofascial, cefaleas, osteoartritis, neuralgias, dolor abdominal crónico, miembro fantasma, artrosis o artritis reumatoide.

Dolor crónico psicógeno: este tipo de dolor crónico no tiene naturaleza orgánica sino características psicosomáticas derivadas de alguna patología psicológica. El dolor crónico psicógeno suele ser resistente a cualquier tipo de tratamiento médico si no se tiene en cuenta su naturaleza ya que no obedece a ningún patrón neurológico.

  • Edad: las posibilidades de sufrir dolor crónico aumentan con la edad.
  • Sexo: la prevalencia del dolor crónico es mayor en mujeres que en hombres.
  • Antecedentes familiares: la presencia de trastornos de ansiedad u otros trastornos mentales en familiares directos aumenta la posibilidad de sufrir dolor crónico.
  • Trauma físico o psicológico previo: Haber sido víctima de violencia de género o de abuso sexual, tanto en hombres como en mujeres, parece conferir la mayor predisposición para la cronificación del dolor.
  • Disfunciones sociales: la exclusión o aislamiento social, la pérdida de redes de apoyo y/o el bullying contribuyen a una sensibilización cruzada afectando a la percepción del dolor físico.
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