¿Qué entendemos por «mujeres dañadas»?

El término «mujer dañada» se refiere a aquellas mujeres que han experimentado eventos traumáticos que han dejado un impacto significativo en su bienestar psicológico, emocional y físico. Este concepto, aunque no constituye un diagnóstico clínico formal, es fundamental para comprender las complejidades del trauma y su efecto en la vida de las mujeres.

Mujeres que han enfrentado experiencias traumáticas a lo largo de la vida, especialmente durante la infancia y la adolescencia, pueden encontrarse lidiando con las secuelas emocionales profundas. Aunque el trauma puede afectar a cualquier persona independientemente de su género, las mujeres enfrentan una serie de desafíos únicos que pueden aumentar la vulnerabilidad ante eventos traumáticos y complicar su proceso de recuperación.

Las experiencias vitales pueden variar desde traumas específicos como el abandono o el abuso físico, emocional o sexual, hasta situaciones más sutiles, pero también impactantes, como la negligencia emocional o la invalidación de sus emociones y experiencias.

Daños traumáticos hacia las mujeres

Diversas situaciones vitales pueden implicar impacto en el sentido de seguridad y bienestar.

Existen diversas situaciones vitales que pueden implicar que este daño interior profundo deje una huella duradera a lo largo de la vida.

A continuación, se presentan de algunas experiencias traumáticas que afectan al sentido de seguridad y que tienen consecuencias psicológicas profundas:

Abuso o maltrato físico y psicológico

Aquellas mujeres que han sido víctimas de abuso o maltrato, ya sea en el ámbito doméstico, laboral o social pueden experimentar traumas duraderos que afectan su sentido de seguridad. Los efectos del abuso pueden incluir lesiones físicas, así como problemas de salud mental.

Déficit afectivo en la infancia o adolescencia

Esto puede manifestarse en formas diversas, como la falta de afecto parental, la negligencia emocional o la exposición a relaciones dañinas en la adolescencia o juventud. Estas experiencias pueden dejar una profunda sensación de vacío emocional y dificultad para establecer relaciones saludables en el futuro.

Pérdidas tempranas

Las mujeres pueden experimentar traumas relacionados con la pérdida de seres queridos, ya sea por muerte, separación o abandono. La pérdida en la infancia o adolescencia puede ocasionar daños emocionales duraderos.

Incorporación temprana en la vida laboral

El inicio temprano (antes de los 16 años) en el mundo laboral puede privar a las mujeres de la oportunidad de una educación completa y el desarrollo personal necesario en la adolescencia.

Sobrecargas familiares en edad temprana

La responsabilidad excesiva asumida en el hogar o la asunción de roles de adulta en la infancia o adolescencia puede privar de un desarrollo adaptativo y generar problemas en el futuro.

Acoso y discriminación

El acoso y la discriminación son formas de violencia interpersonal que afectan desproporcionadamente a las mujeres en todo el mundo. Desde el acoso sexual en el lugar de trabajo hasta la discriminación basada en el género, el origen, la orientación sexual o la identidad de género, estas experiencias traumáticas pueden tener efectos devastadores en la salud.

Procesos migratorios forzados

Las mujeres que se ven obligadas a migrar debido a conflictos armados, persecución política, desastres naturales u otras circunstancias adversas enfrentan una serie de desafíos únicos que pueden aumentar su vulnerabilidad ante el trauma. Durante el proceso de migración forzada, las mujeres pueden enfrentarse a violencia sexual, explotación, separación de sus seres queridos y otras formas de abuso. Una vez que llegan a un nuevo país o comunidad, pueden enfrentarse a la discriminación, la marginalización y la falta de acceso a servicios básicos como la atención médica y la educación.

Renuncias a estudios y proyectos vitales

La renuncia a metas educativas o personales debido a circunstancias difíciles puede generar sentimientos de desesperanza profunda.

Falta de reconocimiento

Sentirse subvalorada en el trabajo o en la sociedad puede minar la autoestima y provocar sentimientos de inadecuación y desesperanza.

Relaciones dañinas o insatisfactorias

Las relaciones familiares, laborales o sociales conflictivas y poco satisfactorias genera un sentido de soledad y desconexión emocional.

Dolor emocional y/o corporal persistente

El sufrimiento crónico, ya sea emocional o físico, afecta profundamente.

Consecuencias psicológicas de las experiencias traumáticas

La vivencia de experiencias traumáticas no afecta a todas las personas por igual; las consecuencias pueden variar en intensidad según la interacción de diferentes circunstancias presentes.

La exposición a situaciones traumáticas puede desencadenar en Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), que a la vez, aumenta el riesgo de sufrir otros problemas asociados.

Por ejemplo, síntomas depresivos, tales como: sentimientos de desesperanza, falta de interés en actividades previamente placenteras y pensamientos o acciones suicidas.

Se pueden dar trastornos de la alimentación, como un mecanismo para controlar emociones abrumadoras o como un medio para distraer el malestar emocional.

Pueden encontrarse también trastornos obsesivos, fóbicos y adicciones, recurriendo a las sustancias como una forma de amortiguar el dolor.

Trastorno por Estrés Postraumático: Reexperimentación, evitación y disociación

“Las mujeres traumatizadas son víctimas de una violencia crónica y continua, a menudo desde una edad temprana. Han sido sometidas a un control y dominio totalitario, aislamiento y abuso extremo. Estas mujeres suelen sufrir de síntomas crónicos de reexperimentación del trauma, evitación y disociación.»

Judith Lewis Herman

Reexperimentación del trauma

La reexperimentación del trauma puede manifestarse a través de flashbacks, pesadillas y pensamientos intrusivos relacionados con el evento traumático.

Los flashbacks, descritos como episodios vívidos y perturbadores durante los cuales la persona siente como si estuviera reviviendo el trauma, son una de las manifestaciones más conocidas de la reexperimentación del trauma. Estos episodios pueden ser tan intensos que se tengan dificultades para distinguir entre el pasado y el presente, lo que puede resultar en una sensación abrumadora de indefensión y desesperación. En ocasiones los flashbacks pueden ser desencadenados por una serie de estímulos, como olores, sonidos o situaciones que recuerdan al evento traumático original.

Las pesadillas son otra forma común de reexperimentación. En ellas se suelen reproducir escenas del evento traumático de manera vívida y realista, causando angustia y malestar durante el sueño y también al despertar. Además de interrumpir el sueño y causar fatiga, las pesadillas pueden contribuir a un ciclo de reexperimentación del trauma, perpetuando el miedo y la ansiedad relacionados con el evento traumático.

Los pensamientos intrusivos, definidos como pensamientos no deseados y persistentes relacionados con el trauma, pueden surgir en cualquier momento, interrumpiendo la concentración y el funcionamiento cotidiano de la persona.

La reexperimentación del trauma produce una sensación de peligro y amenaza que puede ser profundamente perturbadora y debilitante.

El trauma psicológico en mujeres no solo se manifiesta a través de la reexperimentación del evento traumático, sino también a través de mecanismos de afrontamiento como la evitación y la disociación.

Evitación del trauma

La evitación del trauma es un mecanismo de afrontamiento común. Esto puede manifestarse de diversas maneras, como evitar situaciones, lugares o personas que recuerdan el evento traumático, así como evitar hablar o pensar en el trauma en sí mismo, provocando cierto alivio a corto plazo. Según Judith Herman, la evitación puede ser un intento de la mente de protegerse del dolor y la angustia asociados con el trauma.

La evitación del trauma puede implicar también la limitación en actividades y relaciones sociales y afectivas, en un esfuerzo por evitar cualquier cosa que pueda desencadenar recuerdos dolorosos del evento traumático. Esto puede resultar en aislamiento y una disminución en el funcionamiento general.

Disociación como defensa ante el trauma

La disociación implica una desconexión temporal de la realidad o de una misma como una forma de protegerse del trauma. Este fenómeno puede manifestarse de diferentes maneras, desde una sensación de estar «fuera de cuerpo» hasta una falta de conexión emocional con las experiencias o recuerdos traumáticos.

La disociación puede ser una respuesta adaptativa a experiencias abrumadoras de trauma, permitiendo separarse emocionalmente de las sensaciones dolorosas y las amenazas percibidas. Sin embargo, a largo plazo, la disociación puede dificultar la capacidad de la persona para procesar y recuperarse del trauma, perpetuando la sensación de desconexión y alienación.

Según investigaciones, la disociación puede ocurrir como resultado de una activación del sistema nervioso autónomo en respuesta al trauma. Esto puede resultar en una sensación de entumecimiento emocional o una falta de sensación de estar presente en el momento actual.

La reexperimentación, la evitación y la disociación son formas habituales de respuesta al trauma, que pueden tener consecuencias significativas en la salud mental y emocional.

Investigaciones que explican el impacto del trauma

Autores como Judith Lewis Herman, Lenore E. Walker y Bessel van der Kolk han investigado y escrito extensamente sobre el impacto del trauma en las mujeres.

Judith Lewis Herman, reconocida psiquiatra y profesora de psiquiatría clínica en la Universidad de Harvard, es conocida por su influyente obra «Trauma y recuperación». Herman analiza en profundidad cómo el trauma afecta a las mujeres, destacando cómo las experiencias de violencia y abuso pueden alterar la percepción de la realidad y la capacidad para regular las emociones. Propone un marco integral para la recuperación que enfatiza la importancia de reconstruir la autoestima y restaurar el sentido de seguridad en sí misma.

“Las mujeres traumatizadas son víctimas de una violencia crónica y continua, a menudo desde una edad temprana. Han sido sometidas a un control y dominio totalitario, aislamiento y abuso extremo. Estas mujeres suelen sufrir de síntomas crónicos de reexperimentación del trauma, evitación y disociación.» Judith Lewis Herman

Lenore E. Walker, psicóloga clínica, es reconocida por su trabajo pionero sobre el ciclo de la violencia. En su libro «La mujer maltratada», Walker examina en detalle los patrones de abuso y las estrategias de supervivencia de las mujeres que sufren violencia machista. Su enfoque terapéutico se centra en empoderar a las mujeres para que reconozcan su valía y tomen el control de sus vidas.

«Las mujeres dañadas son aquellas que han experimentado una forma extrema de control coercitivo y abuso emocional. Han sido sometidas a una relación asimétrica de poder donde se ha erosionado su autoestima y sentido de identidad. Estas mujeres pueden experimentar síntomas de trauma complejo y pueden tener dificultades para recuperarse debido a la manipulación psicológica que han sufrido.“

Lenore E. Walker

Bessel van der Kolk, psiquiatra y experto en el estudio del trauma, ha investigado ampliamente sobre cómo los eventos traumáticos impactan en el cerebro y el cuerpo. Su obra «El cuerpo lleva la cuenta» es considerada un referente en el campo de la psicoterapia del trauma. Van der Kolk resalta la importancia de abordar no solo los aspectos psicológicos, sino también los físicos del trauma, y propone diversas modalidades terapéuticas, como el EMDR, para facilitar la recuperación.

«Las mujeres dañadas son aquellas cuyos cuerpos, emociones y mentes han sido violados y violados una y otra vez. Han experimentado la traición fundamental de la confianza en la integridad del mundo y de las personas en él. Han perdido la conexión con su sentido de seguridad y su capacidad para confiar en sí mismas y en los demás.”

Bessel van der Kolk

Gabor Maté, ofrece una perspectiva profunda sobre la relación entre el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) y otros trastornos asociados, particularmente la adicción. Maté destaca cómo el TEPT puede ser un factor contribuyente significativo en el desarrollo y la perpetuación de la adicción.

El trauma, según Maté, puede dejar una profunda sensación de vacío y desconexión emocional en las personas, creando un «hambre» insaciable de alivio emocional y físico. Este vacío emocional puede llevar a las personas a buscar formas de evasión y autocompasión a través del consumo de drogas y alcohol.

Estos autores contribuyen de manera significativa a la comprensión del trauma a través de enfoques terapéuticos valiosos para facilitar su recuperación.

Su trabajo continúa siendo una referencia fundamental en el campo de la psicología del trauma y es fundamental para el desarrollo de intervenciones efectivas para mujeres que han experimentado situaciones traumáticas.

Intervenciones terapéuticas para la recuperación

La idiosincrasia de cada experiencia vital y la singularidad de los efectos del trauma subrayan la necesidad de un abordaje psicoterapéutico específico y especializado. Cada persona enfrenta el trauma de manera única, influenciada por una multitud de factores que van desde su historia personal, sus relaciones interpersonales, hasta su contexto sociocultural y recursos internos. En este sentido, el tratamiento del trauma no puede ser homogéneo ni estandarizado, sino que debe adaptarse a las características y necesidades particulares de cada caso.

La diversidad de las experiencias traumáticas implica una gama amplia de manifestaciones sintomáticas y respuestas emocionales, que van desde trastornos de estrés postraumático hasta dificultades en la regulación emocional, trastornos de la conducta alimentaria, fobias y adicciones, entre otros. Por lo tanto, un enfoque terapéutico efectivo debe ser capaz de reconocer y abordar esta complejidad.

La terapia individual se constituye como un pilar esencial en el abordaje terapéutico de las experiencias traumáticas, ofreciendo un espacio dedicado a la exploración y procesamiento de las vivencias mediante la implementación de estrategias personalizadas y específicas a la vivencia de la persona.

La supervivencia a experiencias traumáticas tiene un impacto profundo en la vida. Sin embargo, con el apoyo adecuado y las estrategias de afrontamiento efectivas, se pueden encontrar formas de sanar y reconstruir la vida después de los daños.

Queremos recortarte la importancia de buscar ayuda y apoyo de profesionales de la salud mental. En nuestro Centro de Psicología Canvis ofrecemos acompañamiento psicológico individual y grupal, donde abordamos todas estas cuestiones de forma personalizada para empezar un camino hacia el bienestar.

Referencias bibliográficas

Sánchez, M., & González, L. (2019). «Impacto del Trauma en la Mujer: Abordaje desde una Perspectiva Psicológica». Revista de Psicoterapia y Psicología Clínica, 29(1), 45-62.

Pérez, A., & Martínez, E. (2020). «El Rol de la Terapia en la Recuperación de Mujeres Víctimas de Trauma». Revista de Psicología Clínica y Psicoterapia, 30(2), 123-140.

Herman, J. L. (2017). «Trauma y Recuperación: La Despersonalización del Trauma en la Mujer». Editorial Paidós.

Walker, L. E. (2018). «La Mujer Maltratada: Un Estudio sobre las Relaciones Abusivas». Editorial Gedisa.

Van der Kolk, B. A. (2019). «El Cuerpo Lleva la Cuenta: Cerebro, Mente y Cuerpo en la Sanación del Trauma». Editorial Plataforma.

Pérez, R. (2020). «Sanar el Trauma: Liberarse de los Traumas del Pasado y Recuperar la Vida». Editorial Desclée de Brouwer.