¿Qué es la culpa?

La palabra “culpa” es un concepto psicológico que implica una evaluación (tanto emocional como cognitiva) de nuestras acciones según ciertos estándares morales, sociales y personales. Puede entenderse como una emoción que surge cuando una persona siente que ha transgredido una norma, un valor, una expectativa…

La culpa se puede entender desde el componente cognitivo, desde el cual se evalúa si nuestra acción ha sido la más adecuada, y desde el componente emocional, cuando esos pensamientos de valoración vienen acompañados de sentimientos desagradables como el arrepentimiento, la vergüenza o el remordimiento.

¿La culpa es innata o es aprendida? Cierto es que pueden existir algunos elementos que procedan de una base innata de la persona. Algunos comportamientos, como por ejemplo la empatía, están relacionados con la evolución humana, y podrían demostrarnos esa base más “interna” con la que ya nacemos. A través de la empatía, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, se desarrolla el contacto con las otras personas y, en definitiva, las normas sociales. Sin embargo, los expertos coinciden en afirmar que la culpa se desarrolla a través de un proceso de socialización. Desde los primeros años de vida la persona aprende e interioriza las normas y valores de la sociedad en la que vive. Factores como la familia, la educación recibida, los medios de comunicación, la interacción con los otros… desempeñan un papel fundamentan en la internalización de convivencia social. Podemos ver cómo la diferencia entre distintas culturas (por ejemplo, la cultura española o la cultura asiática) queda totalmente manifiesta a la hora de actuar. Lo que se considera aceptable en una cultura puede no serlo en otra (incluso en la forma de saludar o mostrar respeto), reflejando así la influencia del entorno en la internalización del comportamiento.

Como podemos ver, existen diferentes factores que intervendrán en el momento que valoramos y cargamos con esa culpa: factores como la cultura, la educación o la crianza que hemos recibido pueden influir en la forma que las personas experimentan la culpa.

Consecuencias negativas de la culpa excesiva

Como se ha dicho anteriormente, la culpa es una emoción que aparece cuando una persona siente que ha transgredido un valor, una norma… A veces la culpa nos puede conducir a la toma de consciencia y la reparación de daños, pero cuando esta se vuelve excesiva dentro de nuestros pensamientos y rumiaciones puede traer también consecuencias negativas para nuestra salud mental:

  • Pensamientos negativos: Las personas que últimamente cargan de forma habitual con la culpa seguramente mostraran una tendencia a rumiar sobre sus errores pasados, a cuestionarse constantemente su desempeño, dificultad para la toma de decisiones…
  • Sentimientos de angustia: Quedarnos anclados en esos pensamientos negativos y valoraciones negativas sobre nosotros mismos nos puede traer sentimientos de tristeza, ansiedad y desesperación. La culpa puede llegar a traer una gran carga y llevar a esa persona a que se sienta atrapada en un ciclo emocional
  • Sintomatología de ansiedad y estrés: Esa carga que trae la culpa puede desencadenar altos niveles de estrés, incluso llegando a un estado de cronificación. Esta situación de estrés prolongado puede tener un impacto negativo en la salud de la persona, tanto física como mental (explicado anteriormente) con afectaciones en el sueño, dificultades cardiovasculares y problemas en el sistema inmunológico.
  • Afectación en la propia autoestima: Los sentimientos excesivos y constantes de culpa pueden asociarse con una disminución de la autoestima y en el propio Aquella persona que se ve invadida por unos sentimientos de culpa excesiva es probable que acabe desarrollando una visión negativa de sí misma, percibiéndose como inferior.
  • Dificultad para mantener relaciones interpersonales: Cuando una persona se ve afectada en exceso por los sentimientos de culpa puede verse poco a poco retraída y aislada, con dificultades para confiar en los demás, además de la disminución de interés (muchas veces causada por el miedo) hacia los demás.

Después de haber visto cómo la culpa puede afectar el bienestar mental, es relevante señalar que existen recursos y tratamientos psicológicos que ofrecen apoyo para las personas que están pasando por una situación similar. En el Centro de Psicología Canvis ofrecemos un espacio seguro para poder explorar las emociones y trabajar hacia una relación saludable con la responsabilidad.

Aprender a detectar y gestionar la culpa

Además de todas esas consecuencias negativas (que recordemos, aparecen delante del exceso de culpa) también podemos encontrar otras funciones más adaptativas, como por ejemplo la promoción del comportamiento moral o la reparación de las relaciones.

La culpa desempeña un papel relevante en la regulación del comportamiento y en la promoción de la conducta ética y moral. Entendiendo la culpa desde una perspectiva evolutiva, podemos ver la culpa como un mecanismo para fomentar la cohesión social y mantener su cooperación (tan fundamental para el desarrollo de la sociedad). Además, también podemos entender la culpa como un mecanismo de autorregulación: a través de la culpa desarrollamos la capacidad para distinguir lo correcto de lo incorrecto, para poder actuar acorde a unos estándares éticas. A través de la observación del comportamiento de los demás, de los modelos a seguir, de las propias experiencias personales… podemos desarrollar esa comprensión más profunda sobre lo que se considera moralmente aceptable y, en consecuencia, poder actuar en base a ello.

Igual que la aparición de la culpa delante de la transgresión de una norma ética o social, también puede suceder delante la transgresión de la dinámica de una relación (valores, expectativas, omisión de acciones…). El desarrollo y la reparación de las relaciones empieza con ese reconocimiento y aceptación de la culpa, de los errores cometidos por ambas partes. Cuando uno asume la responsabilidad, está dando el primer paso hacia la construcción de la reconciliación. Así, vemos que ese sentimiento de culpabilidad, que evoluciona en reconocimiento, puede llegar a fortalecer la conexión emocional hacia la otra persona, fortaleciendo así la relación entre ambos. La reparación no se limita a palabras, sino que implica acciones concretas para corregir o compensar el daño causado, por lo que necesitamos esa “evolución” de la culpa para el fortalecimiento de dichas relaciones. La culpa se puede manejar a través del propio perdón, la reparación del daño causado y finalmente la reflexión sobre el aprendizaje que se saca de toda la experiencia vivida.

En conclusión, podemos afirmar que la culpa puede promover la motivación para el cambio y la reparación de daños, acciones necesarias para seguir adelante y convivir en sociedad.

Importancia de entender la diferencia entre la culpa y la responsabilidad

Ambos conceptos (culpa y responsabilidad) a menudo se confunden, pero entender la diferencia entre ellos nos bridará el primer paso para enfrentarnos a los desafíos y mejorar así nuestro bienestar mental. A continuación, expondremos las diferencias principales entre una y otra: Como hemos dicho anteriormente, la culpa es aquella emoción que se siente cuando uno cree que ha hecho una cosa mal. Ese sentimiento puede ser paralizante, ya que nos hace cargar con un gran peso de nuestros errores. La culpa tiene una tendencia a centrarse en el pasado, en las situaciones que ya han sucedido, por lo que a menudo nos encontraremos atrapados por esos pensamientos negativos de crítica por lo sucedido. A diferencia de ello, la responsabilidad es la capacidad de responder y tomar decisiones frente a una situación, reconociendo nuestras acciones y sus consecuencias. Podemos ver como el concepto de responsabilidad se orienta más hacia el presente y hacia el futuro, adjudicando ese control sobre las propias decisiones y empoderándonos hacia el cambio.

¿Y cómo se cambia la culpa por la responsabilidad? El primer paso será reconocer cuándo aparece la culpa, identificarla sin quedarnos atrapada a ella (recordemos que con la culpa nos quedaremos muy anclados al pasado). Posteriormente, des de la intención de ver el error como una oportunidad de aprendizaje, será interesante ver qué podemos hacer de una forma diferente en la próxima vez, y que información y aprendizaje podemos sacar de todo ello. Además, también será importante detectar si hay alguna situación que necesitemos reparar (y decidir cómo la vamos a reparar). Finalmente, será importante poner el énfasis en cómo traducimos todos esos pensamientos y decisiones hacia la acción, paso que será fundamental para el cambio. De forma paralela será importante que prestemos atención, durante todo el proceso, a nuestro diálogo interno. Saber detectar cuando empieza esa voz de autocrítica será clave para poder cambiar ese discurso hacia palabras de amabilidad y comprensión.

La responsabilidad como herramienta de empoderamiento

La responsabilidad será ese poder que nos permita tomar el control de nuestra vida y trabajar para el cambio, entendiéndola como una herramienta de empoderamiento.

Cuando interpretamos la situación desde la responsabilidad (y no desde la culpa) estamos decidiendo la dirección qué queremos seguir, aceptamos lo cometido, buscamos su aprendizaje e incluso, si es necesario, su reparación (enfoque hacia el futuro). Tendremos claro que ser responsables no significa que no podamos cometer errores, todos nos equivocamos. La clave será, en lugar de culparnos (y quedarnos anclados en esa culpa) buscar cómo cambiar la situación y seguir adelante a partir de allí, pregúntate: ¿cómo puedo hacerlo mejor la próxima vez? Esa responsabilidad nos brinda un papel activo (y no pasivo, como el de la culpa).

Además, existen otros ámbitos de tu vida que se verán beneficiados con ese cambio de visión: control y fortalecimiento de la toma de decisiones, enfoque hacia las soluciones, construcción de una autoestima sana y libertad para ser uno mismo.

Si sientes que todos estos sentimientos de culpa han llegado a afectar tu bienestar personal, queremos recortarte la importancia de buscar ayuda y apoyo de profesionales de la salud mental. En nuestro Centro de Psicología Canvis ofrecemos acompañamiento psicológico donde podremos abordar todas estas cuestiones de forma personalizada para empezar un camino hacia el bienestar.

Bibliografía

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Echeburúa Odriozola, E., Corral Gargallo, P. D., & Amor, P. J. (2001). Estrategias de afrontamiento ante los sentimientos de culpa. Análisis y modificación de conducta.

Klein, M. (1948). Sobre la teoría de la ansiedad y la culpa. Obras completas, Desarrollos en Psicoanálisis, 235-251.