Es muy común que las personas que presentan momentos de ansiedad, de stress, estén afectadas también de patologías del sistema digestivo. Todos hemos padecido en algún momento dolor de estomago y de intestino antes de un examen o de una entrevista de trabajo; esto por si solo no genera grandes problemas, pero si estos trastornos se vuelven frecuentes podemos ver alterada nuestra calidad de vida. Las personas que sufren trastornos de ansiedad señalan a menudo trastornos de su sistema digestivo como, por ejemplo: hinchazón del estomago, dolores abdominales y de estomago, estreñimiento o diarrea, nauseas y vómitos.

Existe un reconocimiento creciente de que concurre un vínculo entre la ansiedad y el tracto gastrointestinal. Esto es evidente en los estudios que examinan los efectos del estrés en la función gastrointestinal y también en los estudios que evalúan la psicopatología en pacientes con trastornos gastrointestinales funcionales que demuestran una alta prevalencia de trastornos de ansiedad y depresión en estos individuos. La adversidad en la vida temprana, como el abuso sexual y físico, se informa con mayor frecuencia en pacientes con trastorno funcional digestivo.

Las enfermedades digestivas crónicas, como el síndrome de intestino irritable o la enfermedad por reflujo gastroesofágico e inflamatoria, no se pueden entender sin su contexto psicológico. La carga sustancial de estas enfermedades están co-determinadas por los síntomas, su gravedad y la capacidad de los pacientes para hacer frente a sus síntomas en su vida cotidiana. Las personas con trastornos gastrointestinales (GI) tienen generalmente peor calidad de vida si se compara con la población general.

Los trastornos psiquiátricos son comunes en los trastornos funcionales digestivos, la prevalencia de diagnóstico psiquiátrico apunta a ser entre el 42% y el 61%. Además, un 60% de pacientes que presenta ansiedad y/o depresión tienen más probabilidades de desarrollar alteraciones de la función intestinal. El inicio de la enfermedad psiquiátrica muchas veces suele ser anterior o coincide en el momento de la aparición del trastorno intestinal.

El trastorno gastrointestinal funcional es una de las enfermedades digestivas más frecuentes, que se caracteriza por síntomas gastrointestinales recurrentes sin patología orgánica identificable. Los trastornos funcionales digestivos (TFD) son un grupo de trastornos motores que impactan la calidad de vida de los pacientes y pueden afectar a cualquier segmento del aparato digestivo. Dada su alta prevalencia en población económicamente activa ocasionan una gran repercusión económica importante y un menor rendimiento laboral.

Tal y como decía Walter B. Cannon en 1909, (uno de los grandes fisiólogos del siglo XX), «Así como los sentimientos de comodidad y tranquilidad son fundamentales para la digestión normal, por lo que la incomodidad y la discordia mental pueden ser fundamentales para la digestión perturbada”.  Esto muestra que los procesos psicológicos están vinculados de alguna manera con los síntomas supra abdominales. Demuestra que algunos científicos han sospechado que los procesos psicológicos están vinculados de alguna manera con los trastornos gastro-intestinales; pero hasta hace muy pocos años ningún investigador se atrevía a relacionar estrés y sistema digestivo por miedo a ser desprestigiado como científico.

En la actualidad y principalmente después de la aparición del libro (2019) del Doctor Michael Gershon, investigador de la Universidad de Columbia, en los Estados Unidos, y autor de El segundo cerebro ( The Second Brain ),  Las enfermedades digestivas crónicas, como el síndrome de intestino irritable, la enfermedad por reflujo gastro-esofágico e inflamatoria, no se pueden entender sin su contexto psicológico. La carga sustancial de estas enfermedades está co-determinada por los síntomas, su gravedad y la capacidad de los pacientes para hacer frente a sus síntomas en su vida cotidiana.

En concreto, los trastornos de ansiedad son los que presentan mayor comorbilidad psiquiátrica en los pacientes con TFD en un 30-50% de los casos. Los estudios revelan la relación y su importancia de los factores psicosociales, rasgos de personalidad, eventos estresantes de la vida en general (y los trastornos psiquiátricos, como la ansiedad y la depresión), en la etiopatogenia de los trastornos funcionales digestivos. La alteración psicosocial en los TFD suele estar estrechamente relacionada con la gravedad general y el alcance de la alteración funcional del intestino. Así, los aumentos en cada una de las siguientes dimensiones psicosociales en conjunto pueden predecir un aumento en el número de síndromes gastro-intestinales; los más importantes son: el tipo de personalidad ( destacando el rasgo de reactividad a la ira, y el neuroticismo); estilo de afrontamiento (intentos de afrontar el estrés, pasivo o activo); factores estresantes de la vida (que presentan una amenaza crónica grave como abusos en la infancia) y por último un apoyo emocional ausente o inadecuado al largo de la vida.

El sistema digestivo es primordialmente sensitivo, una de sus funciones principales es absorber los nutrientes. Cabe destacar, que en el ser humano el componente sensitivo está estrechamente ligado a la parte emocional. Uno de los motivos por el cual los factores psicológicos están influenciados por los síntomas en los TFD. Para entender todos estos procesos, es preciso hablar del denominado eje intestino-cerebro.  El «eje intestino – cerebro» es el sistema de comunicación neurohumoral bidireccional entre el cerebro y el intestino que está continuamente señalizando información homeostática sobre la condición fisiológica del cuerpo al cerebro. En condiciones fisiológicas normales, la mayoría de estas señales interoceptivas del eje intestino-cerebro no se perciben conscientemente.

El cerebro influye sobre la percepción del dolor gastrointestinal, la motilidad y la secreción. Disfunciones en ese eje intestino-cerebro podría tener un rol en la patogénesis de los TFD. La fisiopatología de Trastornos funcionales digestivos (TFD) implican un procesamiento anormal de señales nocioceptivas viscerales en el eje intestino-cerebro, lo que conduce a hipersensibilidad visceral e hiperalgesia.

Los TFD se caracterizan por anomalías en la autonomía, funciones neuroendocrinas e inmunes. El estrés tiene efectos perjudiciales en las funciones neuroendocrinas e inmunes además de interacciones con el microbioma.

Por otra parte, las funciones fisiológicas están sujetas a la influencia de la angustia psicológica en el “sistema motor emocional”. Este sistema se compone de la corteza motora visceral, la amígdala, el hipotálamo núcleos y el peri-acueducto gris.

Uno de los TFD más comunes hoy en día es el síndrome del intestino irritable (SII) afecta alrededor del 20% de la población general. Los estresores son factores para tener en cuenta en los trastornos funcionales digestivos, para entender estos efectos vamos a poner el ejemplo del estrés y el SII. Para poder entender cómo el estrés puede producir dolor abdominal y hábitos intestinales alterados (síntomas del SII), hay que considerar que la activación del sistema del estrés puede estimular o inhibir el funcionamiento de todo el sistema digestivo respondiendo a su vez a contextos específicos de tipo emocional. Diferentes respuestas fisiológicas se desarrollan según la emoción predominante: miedo u hostilidad. Las respuestas fisiológicas frente al miedo o la ira son diferentes; frente al miedo el funcionamiento gastrointestinal se inhibe y esto produce una sensación de plenitud y por consiguiente una falta de apetito, a su vez la activación del funcionamiento del tracto gastrointestinal bajo lleva a los cólicos y a la diarrea. En el contexto de la ira, el tracto gastrointestinal alto es estimulado, y eso conlleva a un aumento de las contracciones gástricas y la secreción ácida.

Entendemos por dispepsia funcional, un grupo de síntomas gastrointestinales en la parte superior del abdomen que ocurren comúnmente en adultos. Se sabe que la dispepsia se debe a causas orgánicas, pero la mayoría de los pacientes padecen dispepsia funcional o no ulcerosa. La última definición de dispepsia funcional incluye la presencia de «dolor o malestar crónico o recurrente centrado en la parte superior del abdomen en ausencia de una causa estructural conocida y sin características del síndrome del intestino irritable». Existe una mayor prevalencia de ansiedad y depresión en pacientes con dispepsia funcional que en individuos sanos. Los estudios fisiopatológicos muestran que los factores psicosociales y los trastornos psiquiátricos pueden ejercer su papel en la dispepsia funcional modulando el procesamiento de señales viscerales en el cerebro y a través de vías descendentes.

En conclusión, existe una fuerte asociación entre trastornos psicológicos y los TFD; se ha reconocido cada vez más y cada vez hay más evidencia que apoya la relación causal con la plausibilidad biológica. Sin embargo, la detección y el tratamiento del trastorno psicológico concomitante en pacientes con TFD sigue siendo lejos de ser satisfactorio. La mayoría de los pacientes carecen de conciencia de sus propios síntomas psicológicos y la mayoría de los médicos de atención primaria y los gastroenterólogos carecen de la vigilancia y las habilidades para detectar estas condiciones comórbidas comunes. Es importante establecer una buena relación médico-paciente, relación terapéutica y la psicoeducación son esenciales para que la intervención psicológica se pueda implementar con la aceptación del paciente, ya que muchas veces son reacios a admitir que sus dolencias gastrointestinales no tengan nada que ver con un problema físico, si no que está relacionado con la psique. Estos pacientes suelen hacerse múltiples pruebas exploratorias a pesar de que los médicos no encuentren nada orgánico, aún así, cuando se les dice que no es nada físico suelen pedir también diversas opiniones médicas y les cuesta aceptar que sus problemas son de tipo psicológico.

En el centro de psicología Canvis de Barcelona podremos trabajar contigo a clarificar los miedos, dificultades de tu vida cotidiana en terapia. Es importante acudir a terapia para tratar los problemas psicológicos que puedas tener como ansiedad ya que esto puede hacer que tengas una peor calidad de vida y que además los síntomas físicos se intensifiquen.