Se estima que en España sufren Sensibilidad Química Múltiple (SQM) unas 400.000 personas aproximadamente.

La Sensibilidad Química Múltiple es un síndrome crónico complejo que se presenta como un conjunto de síntomas recurrentes y vinculados a diversos agentes que se encuentran en el medio ambiente y en nuestro entorno habitual. Los ambientadores, jabones, desinfectantes, colonias y material de limpieza en general son algunos de los productos más habituales y propensos a la hora de desarrollar SQM. Estas reacciones corporales se producen, en la mayoría de las ocasiones con niveles bajos (y normales) de exposición para el resto de las personas.

Pese a estar todavía en estudio, se cree que su origen puede ser orgánico y de carácter multisistémico, ya que puede afectar a varios órganos y sistemas presentando así una muy variada sintomatología entre los que la padecen. Cabe destacar que es una patología bastante más frecuente en mujeres que en hombres.

La persona afectada de SQM pierde la tolerancia a las sustancias químicas presentes en el medio ambiente en dosis que para la mayoría de nosotros/as son inocuas, imposibilitando, por tanto, el mínimo contacto con dichas sustancias. Así pues, la patología se desarrolla, a partir de la exposición en “dosis bajas” de químicos comunes en concentraciones no tóxicas que siempre habían sido bien toleradas.

Estas dificultades se agravan con el paso del tiempo y son difíciles de estabilizar, ya que, muchos de estos productos químicos reactivos de la sintomatología de SQM se encuentran en elementos normales y básicos de la vida diaria de los cuales no podemos prescindir. Algunos de los más comunes pueden ser:

  • Alimentos: pesticidas, conservantes, colorantes e incluso metales pesados, en el caso del pescado.
  • Cuidado personal: jabones, cremas, geles, champús, desodorantes, tintes, colonias y perfumes incluso cuando los llevan otras personas
  • Material de papelería: tintas, así como algunos tipos de papel como el reciclado
  • Limpieza del hogar: detergentes, lejías, abrillantadores, ceras, suavizantes, ambientadores, insecticidas…
  • Olores fuertes: café, queso, especias, tabaco y productos con químicos como la pintura, el pegamento o el barniz.
  • Otros: aires excesivamente contaminados, ruidos y gases de los coches, ropas sintéticas, teléfonos inalámbricos u otros aparatos electrónicos…

Además, es cada vez más frecuente que los afectados de SQM presenten comorbilidad con diferentes alergias e intolerancias alimentarias y/o farmacológicas.

La sintomatología más común de la SQM implica: fatiga, cefaleas, dolor muscular, problemas gastrointestinales, dificultades respiratorias, vómitos, reacciones dermatológicas, sensibilidad visual o auditiva e incluso afectaciones cognitivas llegando a ocasionar dificultades en la concentración y/o alteración en la memoria.

Esta sintomatología desarrollada puede ser leve o incluso severa incapacitando totalmente la vida de la persona. Es importante destacar que la SQM cambia la vida de aquellas personas que la padecen obligándolas a vivir con múltiples medidas de prevención las 24 horas del día para no entrar en contacto con ningún posible agente que pueda activar dichas reacciones. Este estado de evitación y alerta pasa a ser una prioridad para el afectado, que se siente más tranquilo y seguro siguiendo ciertos rituales, así pues, su rutina anterior se ve completamente limitada en todas las áreas y ámbitos de su vida.

Además, las personas diagnosticadas de SQM pueden sufrir determinadas intolerancias ambientales producidas por la exposición al sol, las ondas magnéticas presentes en los electrodomésticos o el ruido excesivamente fuerte provocando que la sintomatología incapacitante aparezca de nuevo.

Consecuencias comunes cuando se padece SQM:

Como acabamos de decir, la persona afectada de SQM acaba por eliminar todo posible contacto con agentes reactivos, hasta el punto de cambiar por completo sus hábitos y rutinas, viéndose así afectada su vida teniendo repercusiones a gran escala en todos sus ámbitos. Algunos efectos importantes pueden ser:

  • A nivel social: El afectado acaba aislándose de su núcleo familiar, social y laboral. La imposibilidad de llevar una vida normal repercute inevitablemente en sus relaciones que acaban por deteriorarse e incluso algunas llegan a romperse. En la mayoría de los casos, los afectados acaban por reclutarse en casa con el objetivo de evitar al máximo el contacto con los agentes reactivos, dejando incluso su trabajo habitual y perdiendo sus ingresos.
  • A nivel de ocio: apenas pueden realizar actividades recreativas fuera del hogar como ir a un restaurante, al gimnasio o al cine. Pero tampoco pueden realizar actividades de ocio en casa ya que pueden experimentar dificultades para leer (por los problemas con las tintas y/o el papel), para pintar (por los productos químicos de las pinturas o lápices) e incluso para escribir ya que el uso de bolígrafos también puede desarrollar reacciones. Además, se tiende a evitar el uso de transporte o baños públicos (por el empleo de ambientadores, desinfectantes y/u otros productos de limpieza).

Las personas con SQM pasan la mayor parte del tiempo en casa y tienden a aislar o hermetizar ventanas y correr cortinas, para evitar que no entre ningún componente del exterior, además de desechar cualquier elemento que pueda ser reactivo de la sintomatología citada. Por otro lado, aquellas personas que se atreven a salir a la calle a menudo lo hacen con multitud de precauciones (mascarilla, guantes, gorro) para evitar todo contacto con un posible agente reactivo. No obstante, lo más común es que evadan salir a la calle incluso cuando eso conlleva responsabilidades (como, por ejemplo, ir al médico, hacer la compra, realizar gestiones…).

La SQM se considera una “enfermedad emergente” y el hecho de que la mayoría de los casos detectados tengan pocos aspectos en común y presenten síntomas y grados de afectación tan diversos hacen que la SQM sea todavía hoy una enfermedad infradiagnosticada confundiéndola a menudo con la sensibilización.

Diferencias entre la Sensibilización y la Sensibilización Química Múltiple:

El Síndrome de Sensibilización y la SQM tienden a confundirse, pero son síndromes diferentes:

Por un lado, la Sensibilización produce reacción ante el contacto con uno (o unos pocos) productos químicos, pero éstos son identificables, determinados y concretos. Dicho contacto produce afectaciones en la salud como, por ejemplo, la irritación faríngea o dérmica, la tos seca, el malestar olfativo u ocular e incluso migrañas en los casos severos.

Y por el otro, en la SQM la reacción se propaga rápidamente creando reacciones a gran cantidad de productos químicos que no tienen aparente relación entre sí y desarrollando sintomatologías múltiples. Además, padeciendo SQM las rutinas y hábitos se ven gravemente afectados limitando por completo cada una de las áreas de la vida del afectado/a.

Se cree que la Sensibilización puede ser el paso previo al desarrollo de una posible SQM sobre todo si no se ha tomado todavía conciencia del problema y no se llevan a cabo las precauciones pertinentes.

¿Puede ser la SQM una alergia?

A menudo existe la duda de si la SQM podría tratarse o estar causada por una o varias alergias. Pero no, la SQM no se considera una alergia, ya que, mientras las alergias actúan sobre el sistema inmunológico la SQM actúa sobre el sistema nervioso central afectando al área neurológica, inmunitaria u hormonal entre otras.

 ¿Qué tratamiento existe para superar la SQM?

El hecho de no conocer bien las causas que provocan esta sensibilidad propicia que de momento la SQM no tenga una cura total en la que después del tratamiento el paciente acabe siendo asintomático. No obstante, tomando una serie de precauciones y siguiendo ciertas pautas de actuación se pueden paliar sus síntomas y mejorar su calidad de vida. Algunos aspectos que hay que tener en cuenta cuando se padece SQM pueden ser:

  • Uso de mascarillas: siempre que se salga a la calle o cuando se van a usar elementos que desprendan fuertes olores
  • Consumo de comida ecológica y agua mineral: evitando así posibles restos de pesticidas o conservantes presentes en los alimentos
  • Eliminación/sustitución de los agentes reactivos más adversos: lejías, perfumes, productos de aseo o ropa sintética
  • Uso de purificadores de aire dentro de casa, ya que en ocasiones se tiende a evitar una ventilación natural
  • Evitar aquellos lugares húmedos o que puedan ser irritantes (por la contaminación, por el ruido…)

La SQM junto a la Fibromialgia (FM), el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) y la Electrohipersensibilidad (EHS) son consideradas enfermedades de sensibilización central.

Desde el año 2014, y después de muchas reivindicaciones por parte de los afectados, España (al igual que otros países como Alemania, Suiza o Japón) añade la SQM a la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) pero aún hoy no está totalmente reconocida por la OMS (Organización Mundial de la Salud) al igual que pasa con la EHS. No obstante, la OMS, con su autorización para añadir la SQM al CIE-10 da potestad al gobierno español para que se puedan oficializar las dolencias y la sintomatología de los pacientes que la presentan (y poder ofrecer así un tratamiento) pese a no haberla catalogado todavía de forma internacional.

El hecho de cambiar las rutinas, los hábitos, las relaciones y tener que evitar todo elemento no controlado afecta sin ninguna duda al estado psicológico y emocional de la persona afectada. En estudios presentes queda constancia de una posible relación directa existente entre la SQM y algunos trastornos psicológicos. Los trastornos que tienen una prevalencia mayor son la depresión, la ansiedad, el estrés y el trastorno por somatización. Aún se estudia saber si estos trastornos mencionados son un efecto directo del agente tóxico, una consecuencia de este o bien son una respuesta psicológica y/o somática.