“Freud nos enseñó que hasta los síntomas más raros y las conductas más extravagantes «tienen sentido»” (David Shapiro)

¿Qué es un síntoma?

Por lo general, entendemos el concepto “síntoma” como una consecuencia de una enfermedad física o de un trastorno mental. Una característica más de la enfermedad, como puede ser la fiebre dentro de una gripe. Pero cuando estamos hablando en términos de salud mental, la cosa puede ser muy diferente. Todos podemos estar de acuerdo ante la afirmación de que el síntoma puede estar diciéndonos que algo no funciona. Pero de ahí a comulgar con la idea de que un síntoma psicológico puede tener una función, es decir, que puede ser la única solución que hemos encontrado viable para mantener el equilibrio en nuestra vida, puede ser más difícil de asumir. Como veremos a continuación, los síntomas son la entidad o concepto más pequeño que se irá aglutinando en otras categorías para formar entidades más grandes para poder estudiar la salud mental de la misma manera que se estudia, desde el método científico, la salud física en general. Existen nueve tipos de síntomas en la psicología:

  • Perceptivos
  • De la forma del pensamiento
  • Del contenido del pensamiento
  • De la conciencia
  • De la atención
  • De la memoria y el reconocimiento
  • Del lenguaje
  • Psicomotrices
  • Afectivos

¿Qué es un síndrome?

Un síndrome es un conjunto de síntomas que suelen agruparse pero no forman un trastorno todavía. Por ejemplo, cuando digo tristeza estoy hablando de varios síntomas: llanto, mirada pérdida, falta de energía, ánimo bajo en comparación con la conducta normal. Todo esto me da la idea de que la persona está triste. Otro síndrome famoso es el abúlico-asténico-apático que con sólo nombrarlo ya pone nervioso a cualquiera. Ahora bien, aunque, tristeza parece ser igual a depresión no necesariamente significa sólo eso. El trastorno explosivo intermitente suele presentar tristeza luego de una conducta explosiva irascible. Entonces, un síndrome nos acerca al trastorno, pero no nos da toda la información que necesitamos.

¿Qué es un trastorno?

Es un conjunto de síndromes que cumplen con las características de estar juntos en un tiempo y orden establecido. Luego de recoger todos los síntomas, organizarlos en síndromes y compararlos con los «cánones» de trastorno, entonces podemos tener un diagnóstico certero.

En esta lógica, el llanto al principio puede ser por una depresión, un trastorno de pánico, trastornos adaptativos, TEPT, duelo… Todo porque del síntoma al trastorno se ha recogido información que apunta a causas diferentes.

Esa moda del diagnóstico de hiperactividad en todo niño que no se sienta en un determinado momento en la clase no responde al proceso de síntoma-síndrome-trastorno. Lo que más me asusta es que se recetan pastillas con un diagnóstico exprés: de un síntoma a la receta.

Más allá del concepto

Algunos autores y perspectivas teóricas llegan a afirmar que no existe eso llamado síntoma, sino tan solo algo definido por alguien como problema. Si cambiamos la definición, la percepción que “crea” el problema a otro distinto, ya no existirá. Así, estamos ante una problemática que no tan solo incluye el ámbito médico y/o psicológico sino también abarca el ámbito sociológico. Así, deberemos analizar, no solo lo que está estipulado cómo cada cultura define lo que es una “enfermedad”, lo que es un “síntoma” de algo negativo, en función de normas y valores sociales, lo que en definitiva denominamos cultura

Pero más allá del debate sociológico de los conceptos de enfermedad y salud. Dando por hecho el etnocentrismo que inunda todos los ámbitos científicos, culturales, políticos, etc. de la sociedad occidental, y la prevalencia, todavía hoy, del modelo bio-médico en el ámbito de la salud mental, el estudio de la psicología humana en nuestra cultura se basa en el análisis del síntoma. Está definido como criterio para poder definir cuál es el problema. Así es, como manuales, como el DSM, determinan como una serie de síntomas presentados a la vez por un individuo definirán un trastorno concreto. Y, al nombrarlo y ponerle una etiqueta, se podrá definir rigurosamente las pautas para su tratamiento de forma estandarizada. Así, una persona que sufra ansiedad podrá ser tratada de igual forma en Barcelona que en Canadá.

El síntoma dentro de un proceso de sufrimiento emocional puede ser, además de una señal de alarma de que algo no va bien, un mecanismo de nuestro inconsciente para conseguir un objetivo. El síntoma es contemplado de un modo distinto por los diferentes modelos teóricos pero la diferenciación entre ellas es más terminológica que por la comprensión del mismo. Muchas son las perspectivas teóricas del estudio de la psicología que abordan el síntoma a partir de la idea de que, éste no es otra cosa que un mecanismo de autorregulación cuando nos vemos desbordados emocionalmente o, en otros casos, una estrategia para conseguir un objetivo concreto.

El síntoma para el modelo bio-médico

Un síntoma es la realidad objetiva de algo que no funciona bien o mejor dicho, la punta del iceberg de la enfermedad. Un ejemplo claro de función positiva de lo que podría ser un síntoma es nuestra reacción ante la tristeza. Esta emoción tan universal tiene una función adaptativa, es decir, que ayuda a la persona a sobrevivir en su entorno ya que fomenta el apoyo social. Cuando vemos que alguien de nuestro alrededor está triste, nuestro primer impulso es ofrecerle ayuda y quedarnos a su lado. Lo que probablemente ayudará a que esta persona se sienta algo mejor.

El síntoma para el psicoanálisis

Para Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, el síntoma es una formación del inconsciente, en la que entran en juego varios deseos en conflicto; y ese conflicto es estructural. Es una manifestación subjetiva de un conflicto inconsciente y sustituto de un conflicto infantil que posibilita la expresión de lo reprimido. Es una formación de compromiso entre dos fuerzas opuestas: Un deseo y una defensa, que posee un sentido, un motivo y un propósito. De ahí que, si intentamos “curar” un síntoma, aparecen otros en su lugar: los síntomas se desplazan. Ya que el problema es mucho más profundo y ligado a la personalidad. Por ello, también da la importancia al síntoma en tanto a que tiene un sentido, un objetivo que de forma inconsciente desea conseguir. El síntoma da una información muy importante, si se sabe leer.

Según Freud: “siempre y dondequiera, el sentido de los síntomas es desconocido para el enfermo, y el análisis muestra por lo regular que estos síntomas son retoños de procesos inconscientes, que empero, bajo diversas condiciones favorables, pueden hacerse conscientes”.

En la definición clásica los síntomas son actos nocivos o inútiles que el sujeto realiza contra su voluntad, experimentando displacer, sufrimiento y a veces incluso dolor, que agotan su energía psíquica y algunas veces lo incapacitan para realizar otras actividades. Aunque, al mismo tiempo, también puede producir satisfacción, tener en cuenta el aspecto singular del síntoma en cada sujeto y la especificidad del contexto social. Lacan habla de “goce del síntoma”.

El síntoma dentro de la dinámica familiar

En el modelo de intervención psicológica de la perspectiva sistémica, el síntoma es una de las principales fuentes de información a la hora de abordar un proceso terapéutico con una familia. Dentro de la dinámica familiar, el síntoma es visto como parte de un patrón comunicacional entre los miembros. Y, por tanto, aunque quien exprese el síntoma solo sea un miembro de la familia, aquello que nos está indicando el síntoma es producto de todos los miembros de la misma y que ésta tiene un funcionamiento familiar disfuncional. A continuación algunos ejemplos nos pueden ayudar a entenderlo mejor:

  • A veces un hijo puede asumir un síntoma o desarrollar una patología como puede ser una adicción para mantener la cohesión familiar. Es decir, para que sus padres estén tan centrados en el hijo que no tengan tiempo de discutir entre ellos y lleguen a separarse.
  • Una adolescente que desarrolla un Trastorno de conducta alimentaria porque lucha contra las señales de hacerse una mujer, para así poder seguir siendo la niña pequeña tan adorada por sus padres.

El síntoma para la Gestalt

En términos de la psicoterapia Gestalt, el síntoma empieza como un “ajuste creador”. Es la respuesta que la persona es capaz de dar con sus recursos personales, en un momento dado y unas circunstancias concretas. Es una respuesta creativa para dar respuesta a una demanda interna o externa. El problema viene cuando esa respuesta adaptativa queda adherida al patrón comportamental de la persona. Por lo que, puede pasar que llegue un momento en el que el contexto sea distinto al que provocó el desarrollo de esa respuesta adaptativa y deje de ser funcional convirtiéndose en una respuesta inadecuada y causante de sufrimiento.

Así, todos creamos síntomas que tienen una función, de tal modo que cuando esta se cumple, el síntoma desaparece. Si no llega a cumplirse la función, el síntoma tiende a cronificarse.

Así podemos ver cómo, a veces, el síntoma no es algo necesariamente malo que debemos eliminar a toda costa.

Pese a que podemos pensar que no son los mejores métodos, es lo que nuestra psique ha considerado que podría ayudarnos. Y puede que ese síntoma, aunque visto desde fuera solo nos esté haciendo daño, realmente sí que esté colaborando a conseguir ese objetivo de autorregulación, mantenimiento del equilibrio familiar, etc. Es decir, es probable que, al menos durante un periodo de tiempo, esté cumpliendo con su función. Por lo que, antes de atacar el síntoma, es muy importante tener claro su finalidad. Para así, poder encontrar una solución alternativa, más sana, al problema que está intentando solventar o lo que quiera que esté intentando conseguir, antes de dejar a la persona sin recursos. Si suprimimos la conducta (el síntoma) se suprime también la función positiva del síntoma que tiene un objetivo. La forma inventada al suprimir la conducta, cada vez será más fuerte que la anterior. En este sentido, el trabajo en terapia consiste en ayudar a la persona a inventar otras formas que permitan a las conductas ser actualizadas sin necesidad de pasar por el sufrimiento.

Puede sonarnos extraño y resultar paradójico que intentemos gestionar nuestro malestar, provocándonos más malestar, pero a veces se convierte en el único vehículo hacia el orden y el equilibrio en nuestra realidad. El problema viene cuando, el síntoma nos genera demasiado malestar y acabamos buscando ayuda o intentamos poner remedio al síntoma. Atacamos al síntoma utilizando estrategias como puede ser la medicación y lo acallamos sin ver que había detrás del mismo.  Es decir, a lo único a lo que intentamos ponerle fin es a la fiebre sin encargarnos de aquello a lo que estaba enfrentándose en un principio: el virus.

Sobra decir que, solemos tener una visión negativa del síntoma (algo totalmente normal pues nos genera mucho dolor), pero si tenemos en cuenta las funciones que hemos explicado (señal de alarma, equilibrio del sistema y autorregulación emocional) en realidad el síntoma  nos puede ayudar a iniciar el cambio, a buscar ayuda para encontrar un equilibrio familiar sano o para procesar las experiencias que han desbordado nuestras emociones, han modificado nuestras creencias y que han hecho vernos como alguien que no somos. En definitiva, dar sentido a nuestro síntoma puede ayudarnos a promover un cambio en nuestra vida. Sólo así lograremos verlo como una fuente de información o una guía para nuestro proceso terapéutico, más que como un enemigo.

En el Centro de Psicología Canvis, ubicado en Barcelona, acompañamos todos los procesos de descubrimiento y crecimiento personal para encontrar las alternativas más saludables y positivas a todos esos patrones de conducta que se nos han quedado obsoletas y nos producen malestar en nuestro día a día.