¿Qué es el apego? ¿Qué factores influyen en su correcto desarrollo? A lo largo de este artículo, observaremos como a través de las experiencias tempranas, se forman las visiones y esquemas mentales del adulto sobre sí mismo, los otros y cómo funciona el mundo que le rodea, influyendo en sus emociones y relaciones futuras.

¿En qué consiste la teoría del apego?

Bowlby (1980), era un psiquiatra y psicoanalista que creía que las causas del estado de salud mental y los problemas de comportamiento de las personas podían atribuirse a la primera infancia. Desarrolló una teoría que bautizó con el nombre de “teoría del apego”, en la cual describe y conceptualiza la tendencia de los seres humanos a crear fuertes vínculos o lazos afectivos entre sí, en especial entre los progenitores o cuidadores y sus hijos.

Tanto los infantes como, posteriormente los adultos, realizan conductas para aproximarse a las figuras de apego en momentos de temor, ansiedad o estrés a modo de supervivencia. Estas conductas, permiten establecer relaciones significativas entre los cuidadores y los niños. Surgen a partir de representaciones mentales internalizadas, a las cuales Bowlby llamó pautas o estilos de apego que, en el caso de los adultos, reciben el nombre de modelos internos o representacionales.

Es decir, el modo en como las personas adultas fueron tratadas por sus propios cuidadores cuando eran niños, establece cómo son sus modelos representacionales. Determinando, la manera en la que interpretan las acciones e intenciones de los demás y el modo en que dirigen su conducta.

Estos modelos tienden a tener una alta estabilidad durante la vida de la persona, pero pueden cambiar en el tiempo, debido a nuevas experiencias (positivas o negativas) o a nuevas relaciones con otras figuras importantes y significativas de apego, más allá de los propios cuidadores.

¿Qué es el apego?

El concepto de apego definido por Bowlby, se basa en las siguientes características:

1. Necesidad universal y primaria de los seres humanos de formar vínculos afectivos intensos, estables y duraderos. Se categoriza como primaria porque estos lazos emocionales que crea el individuo le permiten desarrollarse y sobrevivir en un mundo en el que se presentan diferentes dificultades. En cuanto a su universalidad, significa que está presente en todas las personas.
2. La necesidad de establecer estos vínculos significativos es innata, no se adquiere durante el desarrollo ni como consecuencia de otras necesidades. Es decir, es constitutiva del ser humano y se considera una satisfacción primaria.
3. El resultado de estos lazos o vínculos en la niñez genera los modelos representacionales del adulto, caracterizados por una forma relativamente estable de relacionarse, sentir y pensar.
4. Estos modelos se desarrollan durante los primeros meses de vida y son enriquecidos, reinterpretados y remodelados a lo largo del ciclo vital de la persona.
5. Se caracteriza por conductas de búsqueda de proximidad, interacción íntima y base de referencia y apoyo en las relaciones con el mundo físico y social.
6. En cuanto al factor emocional, cuando el vínculo refleja la incondicionalidad de la figura de apego en momentos de miedo, ansiedad, desamparo y estrés, conlleva sentimientos de seguridad, estabilidad y autoestima.
7. Cada relación de apego tiene su especificidad, influida por factores como, la edad de ambos, la interacción entre ambos, la dinámica emocional y las representaciones que tienen cada uno del otro, de uno mismo y de la relación.

Componentes de los vínculos de apego

Los vínculos que genera el apego se establecen en base a tres elementos:

a) Conductas de apego:
Resultantes de la demanda de cuidados. El bebé actúa como un sujeto activo, realizando gritos, sonrisas, agitación motriz, seguimiento visual y auditivo… Permite y busca que la madre o cuidador/a principal se acerque y permanezca con él.

b) Sentimientos de apego
Es la experiencia afectiva que implica sentimientos referidos tanto a la figura de apego como a uno mismo. Además, introduce expectativas sobre cómo el otro se relacionará con nosotros. Una buena relación de apego comporta sentimientos de afirmación y seguridad.

c) Representación mental
Es la representación interna que hace el niño de la relación de apego: todos los recuerdos de la relación constituyen los modelos operativos internos, compuestos por representaciones interactivas que tienen cierto grado de estabilidad. Estas representaciones son dinámicas, ya que se adaptan a los diferentes periodos de los ciclos vitales.

Fases del desarrollo del apego

  • 0– 6 meses: se produce la construcción y reconocimiento de la figura de apego. El bebé prefiere permanecer junto a personas que conoce, desde la certeza de que van a ofrecerle cuidados y atenciones.
  • 6 meses – 3 años: comienza la experimentación y regulación del apego:
    o Mediante la búsqueda ante algún tipo de amenaza.
    o Es posible el alejamiento y la exploración en momentos o fases “tranquilas”.
    o Al final del primer año, se produce la internalización de la relación de apego; se produce la estabilidad no sólo en el niño/a sino también dentro de la
    familia. A partir de los 3 años se produce la activación del apego: la figura de apego es percibida como “separada”, lo cual genera comportamientos complejos activadores del apego para evitar la separación. Es un mecanismo más sutil y cualitativamente distinto del enfado o la rabia.
  • Adolescencia: desapego, duelo y reapego.
    o En la etapa adolescente se produce una turbulencia generada por la complejidad de su desapego de las figuras parentales.
    o El adolescente tiene que aprender a tolerar el duelo de esta pérdida.
    o De este modo se produce el reapego a nuevas figuras (tanto adultos como pares).
  • Vida adulta: apego entre pares.
    o En la pareja se produce la manifestación del apego entre iguales, que no predomina tanto como en la infancia.
    o Puede incluir las relaciones sexuales.

Tipos de apego

Según la capacidad del niño de utilizar la figura de apego como base para explorar el entorno y su forma de reaccionar hacia este, se distinguen 4 tipos de apego:

1. Apego seguro
El niño tiene confianza en la disponibilidad, comprensión y ayuda que la figura parental le dará en situaciones adversas. Se siente animado a explorar el mundo. Manifiesta una búsqueda activa de contacto con la madre y ofrece respuestas adecuadas ante ella. Expresa una amplia gama de sentimientos positivos y negativos Este tipo de apego evoca sentimientos de pertenencia, de aceptación de sí mismo y de confianza.
Este esquema se lo proporciona una figura parental fácilmente disponible, atenta a las señales del niño y preparada a responder, por ejemplo, ofrecer contacto al niño cuando llora. Los padres responden de forma sincrónica al estado emocional del infante, siendo
capaces de visualizar las necesidades de éste en sí mismas y no como necesidades propias o ataques a su integridad.

2. Apego ansioso – evitativo
El niño tiende a ignorar o esquivar a su madre, por ejemplo, evitando el contacto o la mirada. Muestra mayor ansiedad o igual comportamiento ante padres que ante figuras extrañas. Dan una impresión general de indiferentes o fríos con el adulto. Parece que intenten vivir la propia vida emocional sin el apoyo y el amor de los otros, desde una tendencia a la autosuficiencia, y con una ausencia casi total de expresiones de miedo, malestar o rabia.
A su vez, los padres se relacionan con el niño con una mezcla de angustia, rechazo, repulsión y hostilidad. Expresándolo mediante comportamientos controladores, intrusivos y sobreestimulantes. La madre o cuidador principal se siente amenazada ante los lloros o necesidades insatisfechas del infante, negándolas y tomando distancia con el estado emocional del niño.

3. Apego ansioso – ambivalente
El individuo no tiene la certeza de que la figura parental esté disponible. La presencia de la madre no le calma. Manifiesta ambivalencia: puede reaccionar hacia su madre con cólera, rechazando el contacto o la interacción, y enseguida buscar ansiosamente el contacto. Propenso a la angustia de separación, tienden a aferrarse a la madre. La exploración del mundo les genera ansiedad, que genera a su vez una ausencia de conductas exploratorias.
Por lo que respecta a los padres, hay una falta de sincronía emocional con el bebé. Puede haber periodos de ausencia física de la madre, pero sobre todo se produce una ausencia de su disponibilidad psicológica, convirtiendo los cuidados en incoherentes, inconsistentes e impredecibles.

4. Apego desorganizado
El niño presenta un modelo relacional de carácter caótico, cambiante e indiscriminado. Se apega de manera superficial, produciéndose una vinculación utilitaria para protegerse de la frustración y vulnerabilidad. Tiene una relación desorganizada y cambiante con adultos, mediante comportamientos confusos y desorganizados. Hay una oscilación desorganizada entre búsqueda y evitación.
Prácticas parentales altamente incompetentes y patológicas como consecuencia de haber sufrido experiencias muy traumáticas y/o pérdidas múltiples en la propia infancia. Nos solemos encontrar ante padres con patologías psiquiátricas crónicas, alcoholismo y toxicomanías. Es frecuente el estilo parental violento, desconcertante, impredecible.

¿Cómo influyen los diferentes tipos de apego en el adulto?
Aunque el apego sea algo que se desarrolla en la infancia, haber vivido un tipo de apego u otro, determina nuestra manera de relacionarnos o los posibles problemas que se generan en la vida adulta.

Apego seguro
Haber recibido este tipo de apego en la niñez, convierte a la persona en alguien seguro de sí mismo, colaborador y que muestra sus emociones tanto positivas como negativas. Establece relaciones sociales seguras y si tiene pareja sentimental es porque quiere y no por necesidad. La persona se valora y siente que se le puede querer, al mismo tiempo que confía en los demás. Suele ser flexible y con bajos niveles de ansiedad.

Apego ansioso – evitativo
En la vida adulta suelen ser personas que tienen poco contacto con sus emociones o directamente las rechazan u ocultan. Suelen ser personas solitarias que no brindan su apoyo y aprenden que el sufrimiento o la queja no hay que mostrarlas. Se consideran personas poco dignas de ser queridas, no se consideran valiosos y se centran en
cuidarse de ellos mismos despreocupándose de los demás. Tienden a desconfiar del resto, son incoherentes y rígidos.
Las personas que han recibido este tipo de apego tienden a desarrollar una falsa imagen de fortaleza y frialdad. Cuando se sienten ignorados o creen que la persona no aporta suficiente, presentan un sentimiento de soledad, pero lejos de mostrarlo, acaban generando síntomas ansiosos o somatizaciones. Siendo éstos los trastornos más frecuentes en el adulto que ha vivido este apego, junto con los fóbicos y evitativos.

Apego ansioso – ambivalente
Los adultos que han recibido este tipo de apego suelen ser personas temerosas, pasivas o agresivas. Son personas ansiosas que se consideran poco valiosas y deseables. No se sienten responsables, tienden a culpar al resto de sus problemas y desarrollan un sentimiento muy acentuado de intimidad con la gente. Además, suelen ser personas que tienen poca contención emocional, son dependientes y victimistas.
Son personas que necesitan confort por parte del otro. Si lo que reciben de la otra persona no es suficiente, la reacción emocional es excesiva (tristeza descontrolada o agresividad). Acaban generando conflictos por estas reacciones y se sienten muy mal, piden muchas veces perdón, pero siguen reaccionando de la misma manera. Se relacionan en función de intereses, cambian constantemente de amistades.
Los trastornos más frecuentes son la dependencia emocional y trastornos del estado de ánimo.

Apego desorganizado
Los adultos que desarrollan este tipo de apego necesitan que los demás satisfagan sus necesidades. Si ven que el otro no puede hacerlo, intentan contener las emociones, pero si las expresan es de forma exagerada y descontrolada. Suelen intentar tomar el control de la situación para manejar esa sensación y hacen cambio de roles. Hacen de
cuidadores y se muestran excesivamente responsables, cuidando y a la vez rechazando a la otra persona.
Pueden llegar a desarrollar trastorno límite de la personalidad o trastorno histriónico. Tienden a generar dependencia emocional, ya que las mismas personas que les cuidan son quien les hacen sufrir y se aferran a ellas como método de salvación.

En el Centro de Psicología Canvis de Barcelona, se realizan talleres para mejorar las habilidades sociales y relacionarnos de manera satisfactoria, estableciendo relaciones sanas. También nos ayudará a expresar de forma saludable y efectiva nuestros sentimientos, actitudes, deseos y opiniones. Por ejemplo, mediante el taller de habilidades sociales y el taller de dependencia emocional.
Además, nuestro equipo de psicólogas y psicólogos te puede ayudar a detectar aquellos aspectos que te puedan estar generando un malestar o sufrimiento, así como trabajarlos y reducirlos. Llevando a cabo terapia individualizada para proporcionarte el apoyo y acompañamiento que necesites, aportándote estrategias y potenciando los recursos positivos presentes.