La histeria se ha interpretado de forma diferente a lo largo de la historia y esto ha hecho que el abordaje terapéutico también haya ido variando a lo largo del tiempo y según los distintos contextos culturales.

Todos usamos el término “histeria” para describir a determinadas personas o determinados comportamientos, pero a pesar de su popularidad, la histeria parece estar desapareciendo de los manuales diagnósticos actuales.

En este artículo vamos a intentar conocer algo más sobre este concepto que ha intrigado fascinado, atraído y también desconcertado a terapeutas, pero también a escritores, guionistas de películas, etc. y que en cierta manera nos afecta o puede afectarnos a muchos de nosotros de forma directa o indirecta en nuestro día a día.

 

LA HISTERIA A LO LARGO DE LA HISTORIA

La palabra “histeria” viene del griego “hysteron” que significa útero. Esto demuestra que la histeria se relacionaba con el útero y por tanto con la mujer.

Existe un texto médico que se remonta al año 1900 a.C., descubierto en Kahoun, Egipto, que habla de una enfermedad relacionada con perturbaciones en el útero, y describe una serie de sígnos inespecíficos como sensación de nudo en la garganta, problemas de vista, dolores musculares, etc. La hipótesis que se plateaba era la idea del útero móvil, que se desplazaba de su sitio provocando numerosos trastornos.

En la Antigüedad Clásica, los griegos y los romanos también conocían los fenómenos histéricos y los consideraban propios de las mujeres, ya que también los relacionaban con problemas del útero. Platón afirmó que el útero era una especie de matriz que vive en la mujer con el deseo de tener hijos y que si permanece estéril, se indigna, se mueve, bloquea el aliento e impide la respiración, ocasionando enfermedades y molestas diversas. Otros autores como Hipócrates o Galeno también usan el término para explicar algunas patologías de la mujer.

Durante la Edad Media (s. XIII-XIV), predominan los temas espirituales y religiosos. Durante esta época, los síntomas histéricos eran considerados manifestaciones de posesiones demoníacas. La Iglesia perseguía y juzgaba a estas mujeres consideradas endemoniadas con castigos como la hoguera. El tratamiento de la histeria estaba pues, en manos de los sacerdotes.

Con el Renacimiento la histeria se desvincula de la religión y la Iglesia para volver al ámbito de la ciencia y la medicina. Durante le s. XVIII se busca la relación entre los síntomas y la patología física y se va haciendo evidente que en la histeria aparecen unos síntomas físicos para los cuales no se halla una lesión o una explicación en el cuerpo. A partir de este momento el diagnóstico de la histeria va aumentando en las consultas médicas, relacionando el problema con la sexualidad femenina, la reproducción, los instintos y el deseo.

Algunos tratamientos que se usaban hasta mediados del siglo XIX consistían en sentar a la mujer sobre quemadores que producían humos para relajar los genitales de la mujer, o en la elaboración de ungüentos para aplicar en la zona afectada para que el útero retornara a su lugar Los médicos también recomendaban montar en bicicleta o a caballo. La hidroterapia fue un tratamiento muy popular en los balnearios, aplicando agua a presión en los genitales femeninos.

Más adelante, los médicos realizaban tratamientos de estimulación manual hasta conseguir el orgasmo de la paciente, para el tratamiento de la histeria. En 1870, un médico británico Joseph Mortimer Granville creó el vibrador eléctrico, dispositivo diseñado parar aliviar dolores y molestias musculares en la zona genital femenina. Y en esta época se fabrican los vibradores personales ya que para algunas pacientes resultaba embarazoso el tratamiento manual realizado por médicos o comadronas en la consulta.

Esta concepción de la cura de la histeria relacionada a la reproducción, la maternidad y lo femenino, se apoya en las sociedades patriarcales donde la mujer depende de un hombre que la mantenga y de ser madre para dar sentido a su vida.

A lo largo del s. XX, con los principios de igualdad, el feminismo y la participación de la mujer en la vida laboral, los diagnósticos de histeria emparentados a problemas del útero y sexualidad femenina, van decayendo progresivamente.

 

LA HISTERIA, FREUD Y EL PSICOANÁLISIS

La histeria tiene un peso importante en el nacimiento del psicoanálisis y el concepto de inconsciente.

El mérito de Freud consistió en observar y escuchar la histeria de una forma diferente a cómo se había hecho hasta el momento. El conjunto de síntomas tan variados que presenta la histeria: anestesias sensoriales, contracturas, parálisis, convulsiones de tipo epiléptico, tics, anorexia, vómitos, perturbaciones de la visión, etc., que no presentan una patología orgánica evidente, son vistos por Freud como el resultado de procesos psíquicos, conflictos no resueltos, que cuando por fin se hacen conscientes hacen que los síntomas histéricos desaparezcan. En este momento se plantea la existencia de “lo inconsciente”, un lugar distinto a la conciencia, con características propias como la no existencia del tiempo, o la contradicción. Freud realiza un gran descubrimiento al dividir la psique humana en consciente e inconsciente, constatando que las personas estamos divididas entre estos dos lugares. Además convierte la histeria en una entidad clínica que es mirada, estudiada y tratada desde el respeto y la escucha. Hasta entonces y todavía actualmente, algunas persona o terapeutas, consideran y tratan a las personas histéricas como irritantes y farsantes, y por lo tanto desprecian o infravaloran sus mensajes. Freud permitió que la persona con sintomatología histérica se expresara, “hablara”, consideró el síntoma como una mensaje que los otros no consiguen descifrar.

Se inicia entonces un nuevo camino para la investigación donde los síntomas físicos, son el resultado de conflictos psíquicos, por lo que aparecen las enfermedades psicosomáticas.

En la histeria parece que la imposibilidad de expresar o representar de forma simbólica, intelectual un conflicto, éste aparece representado a través de expresiones corporales. Pero, ¿cuál es el origen de este conflicto? ¿y qué nos está diciendo la histeria acerca de la persona que la manifiesta? ¿es un conflicto entre las necesidades y deseos del cuerpo, reprimidas por la censura de la moral y el intelecto? ¿es un conflicto entre consciente e inconsciente?.

 

CARACTARÍSTICAS DE LA HISTERIA

-Una de las características fundamentales, es que la sintomatología puede tener distintas manifestaciones y por ello no podemos basarnos solo en unos síntomas concretos para su definición.

-Las personas con rasgos histéricos muestran niveles elevados de ansiedad, intensidad, hipersensibilidad y reactividad. Suelen ser vitales, cálidas, intuitivas y emotivas. Es frecuente que se sientan atraídas por las situaciones dramáticas o de riesgo.

-A veces su intensidad puede parecer artificial, falsa o exagerada para los otros. Pero este dramatismo o exageración, más bien se relacionan con una incapacidad para expresar sus necesidades de una forma sana y auténtica, debido a problemas de autoestima, al miedo a ser rechazados por ser lo que realmente son o por no conocer otra forma de sentirse respetados o escuchados, ya que exagerando pueden asegurarse la atención que necesitan.

-Freud consideró la represión como un mecanismo de defensa básico de la histeria. Según esta hipótesis, el contenido del inconsciente, con fantasías, recuerdos o impulsos que podrían suponer un conflicto para la persona en el caso de ser conscientes o expresados, ya sea por ser demasiado dolorosos o por ser moralmente inaceptables, y estos impulsos reprimidos supondrían la conversión de un impulso en síntomas físicos. Los impulsos sexuales cobran especial relevancia.

-La regresión sería otra de las defensas habituales en estas personas, que adoptan un comportamiento infantil y desvalido cuando se sienten inseguros, cuando temen ser rechazados, o sienten miedo ante nuevos retos.

Trastornos disociativos: a menudo se pueden sentir desbordados por la intensidad de sus emociones, presentando defensas de tipo disociativo: la belle indifférence: despreocupación ante la gravedad de sus síntomas o de determinadas situaciones, la faussse reconnaissence: la persona reconoce erróneamente cosas o acontecimientos que no han sucedido, la narración de falsedades que pueden llegara creer, etc.

Conductas seductoras: la falta de autoestima, la necesidad de sentirse valorados y mejorar su autoestima, puede llevarles a expresar conductas seductoras o buscar relaciones difíciles con personas a las que temen o las que creen que pueden “salvar”, como por ejemplo personas con adicciones o comportamientos difíciles o antisociales.

 

LAS REACCIONES QUE PROVOCA EN LOS OTROS

Muchos consideran la histeria como una llamada de atención, porqué lo que es seguro es que la intensidad de la histeria genera una respuesta en las otras personas y consigue captar la atención de los demás.

Cuando la histeria se manifiesta de una forma ansiosa, exagerada, con gritos, demandas constantes de atención, etc., puede resultar muy irritante para la otra persona pero también muy frustrante, porqué a menudo se puede decir que la persona histérica “vive en la queja” y ello genera una enorme frustración en las otras personas, sobretodo si tratan de ayudarla. La histeria también puede generar mucha rabia en los demás que suelen responder de forma agresiva mostrando una falta de credibilidad o desprecio por los síntomas histéricos.

Una de las dificultades en la relación surge del hecho que la personalidad histérica consigue llamar la atención pero a la vez siente la frustración de no sentirse atendido, escuchado o comprendido, ya que el mensaje real, la necesidad real, queda escondida para la otra persona y seguramente para la persona histérica, también.

La contradicción es una característica nuclear de la histeria. La contradicción entre lo que necesita expresar y lo que expresa, la contradicción entre lo consciente y lo inconsciente, la contradicción entre lo auténtico y lo falso, entre la seducción y el rechazo, la contradicción entre la necesidad de atención y el miedo a ser visto, entre lo psíquico y lo físico, entre lo emocional y lo intelectual, etc.

Esta lucha entre opuestos y contradicciones puede generar un enorme desgaste, miedo, frustración y rabia tanto en la persona histérica como en las personas de su entorno. Poder localizar, darse cuenta de la existencia entre las contradicciones y ser capaces de sostenerlas y aceptarlas puede ser muy sanador en estos casos.

Otra forma saludable de tratar con la histeria es no caer en la seducción cuando es lo que pretende o en el rechazo cuando lo provoca, ya que ello genera un círculo vicioso en el que se sostiene la histeria. La queja y la demanda constante de la persona histérica que provoca que el otro se sienta obligado a atenderle, entenderle o resolver sus problemas infinitos e imposibles, requiere mucha paciencia por parte de las personas de su entorno que para establecer una relación sana deberán poder confiar y demostrar que confían en la propia capacidad de la persona con características histéricas para hacerse responsable de su vida. Esta confianza en la otra persona resulta sanadora y mejora la autoestima, al igual que la capacidad de sostener y contener la histeria y no dejarse llevar por ella. Ya que otra de las características de la histeria es que puede resultar “contagiosa”, y de aquí la expersión de “histeria colectiva”.

 

LA HISTERIA EN LOS MANUALES DIAGNÓSTICOS ACTUALES

Hasta finales de los años ochenta, el diagnóstico de la histeria era muy habitual en las consultas médicas o psiquiátricas. Actualmente parece haber desaparecido como categoría diagnóstica, probablemente porqué los manuales diagnósticos más utilizados actualmente en psiquiatría y psicología, como por ejemplo el DSM-5, se basan en la descripción de unos síntomas que definen la patología. Y en el caso de la histeria no existe una descripción precisa a nivel de los síntomas ya que estos son variados y dependen de diversos factores.

En el DSM-5, encontramos dos trastornos que tienen relación con lo que hasta ahora se conocía como “histeria”:

El TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD HISTRIÓNICA, dentro de los Trastornos de la personalidad, que se describe como una patrón dominante de emotividad excesiva y de búsqueda de atención, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco o más de los hechos siguientes:

1- Se siente incómodo en situaciones en las que no es el centro de atención.

2- La interacción con los demás se caracteriza con frecuencia por un comportamiento sexualmente seductor o provocativo inapropiado.

3- Presenta cambios rápidos y expresión plana de las emociones.

4- Utiliza constantemente el aspecto físico para atraer la atenión.

5- Tiene un estilo de hablar que se basa excesivamente en las impresiones y que carece de detalles.

6- Muestra autodramatización, teatralidad y expresión exagerada de la emoción.

7- Es sugestionable (fácilmente influenciable por los demás o las circunstancias).

8- Considera que las relaciones son más estrechas de lo que son en realidad.

Este patrón es perdurable, inflexible, dominante en gran variedad de situaciones personales y sociales y causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes.

 

Otro diagnóstico del DSM-5 que se puede relacionar con el concepto clásico de histeria, lo encontramos en los Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados:

– TRASTORNO DE CONVERSIÓN (Trastorno de síntomas neurológicos funcionales):

A- Uno o más síntomas de alteración de la función motora o sensitiva voluntaria

B- Los hallazgos clínicos aportan pruebas de incompatibilidad entre el síntoma y las afecciones neurológicas o médicas reconocidas.

El síntoma o deficiencia no se explica mejor por otro trastorno médico o mental y causa malestar clínicamente significativo o deterioro.

El código CIE-10-MC depende del tipo de síntoma: con debilidad o parálisis, con movimiento anómalo (temblor, trastorno de la marcha, etc), con síntomas de deglución, con síntomas del habla (difonía, mala articulación), con ataques o convulsiones, con anestesia o pérdida sensitiva, con síntoma sensitivo especial (alteración visual, olfativa o auditiva), con síntomas mixtos.

 

Posiblemente en la actualidad no aparece el diagnóstico clásico de “histeria” ya que se encuentra fragmentado entre diversos diagnósticos actuales.

De todos modos sigue existiendo una idea sobre la histeria entre la población actual y a pesar de que probablemente muchos de los síntomas se encuentran repartidos entre diferentes patologías que fácilmente son tratadas con mediación, como la ansiedad, la depresión, el estrés, la anorexia, etc., el acompañamiento psicológico resulta fundamental.

En el Centro de Psicología Canvis de Barcelona, nuestro equipo de psicólogos te puede acompañar en el proceso terapéutico de reconocer los síntomas característicos de los problemas o conflictos relacionados con la histeria, para poderlos identificar y llegar a formas de funcionar o de aceptar la realidad de una forma sana que disminuya el malestar y la ansiedad que posiblemente se manifieste en las relaciones con los demás.