La depresión es un trastorno mental que puede afectar a personas de todas las edades, pero en la tercera edad sus consecuencias pueden ser particularmente devastadoras. A menudo, esta etapa de la vida está asociada con cambios significativos, como la jubilación, la pérdida de seres queridos y la disminución de la salud física, que pueden desencadenar sentimientos de tristeza, soledad y desesperanza.

Desafortunadamente, la depresión en la tercera edad es un tema subestimado y pasado por alto con demasiada frecuencia, lo que dificulta si diagnóstico y tratamiento adecuados.

Introducción

La adultez mayor es una etapa del desarrollo humano que comienza aproximadamente a los 65 años de edad y culmina con el fallecimiento de la persona. Durante esta etapa vital, se experimentan importantes cambios en todas las áreas de funcionamiento (p.ej. aumento de las enfermedades físicas, incremento de los sentimientos de soledad y desamparo, etc) que pueden llevar a un deterioro en su calidad de vida.

Es importante tener en cuenta que esta población presenta condiciones de salud específicas debido a su etapa de desarrollo. Entre los problemas de salud más comunes se encuentran la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, así como el deterioro visual y auditivo. Cabe destacar que los trastornos neuropsiquiátricos más frecuentes en los adultos mayores son la demencia, la ansiedad y la depresión.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los mencionados trastornos neuropsiquiátricos comienzan a manifestarse alrededor de los 60 años, afectando aproximadamente al 20% de la población. Es importante destacar que la salud mental influye en la salud física, y viceversa. Por ejemplo, las personas mayores con enfermedades cardíacas tienen una mayor probabilidad de desarrollar depresión en comparación con aquellas sin problemas médicos.

Es fundamental eliminar el estigma que rodea a los adultos mayores, como la creencia de que son una carga para la sociedad. Estos estereotipos obsoletos pueden contribuir a sentimientos de tristeza y afectar el estado de ánimo de los adultos mayores. Por lo tanto, es necesario apoyar la creación de entornos adaptativos que refuercen la capacidad y autonomía de los ancianos, permitiéndoles integrarse en diferentes contextos donde se sientan útiles.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo de la depresión en la tercera edad son diversos y pueden variar de una persona a otra al ser el resultado de una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Algunos de los factores más comunes que pueden aumentar la vulnerabilidad de una persona mayor a desarrollar depresión incluyen:

  1. Historia personal o familiar de depresión: Las personas que tienen antecedentes personales de depresión o que tienen familiares cercanos con historial de depresión pueden tener un mayor riesgo de desarrollarla en la tercera
  2. Enfermedades crónicas: Las enfermedades crónicas, como la diabetes, enfermedades cardíacas, cáncer, enfermedades neurológicas o dolor crónico, pueden aumentar el riesgo de depresión en la tercera edad. El manejo de una enfermedad crónica puede ser emocionalmente agotador y afectar el estado de ánimo y el bienestar general. La aparición de enfermedades crónicas, la disminución de la funcionalidad física y el aumento de la dependencia pueden contribuir a sentimientos de tristeza y desesperanza.
  1. Aislamiento social: La falta de interacciones sociales significativas y el aislamiento social son factores de riesgo clave para la depresión en la tercera edad. La falta de conexión puede llevar a sentimientos de soledad y a una disminución de su calidad de
  2. Eventos de vida estresantes: Los eventos estresantes, como la muerte de un ser querido, el divorcio, la jubilación, la pérdida de independencia física o las mudanzas, pueden desencadenar la depresión en la tercera Estos eventos vitales representan cambios significativos en la vida de una persona y pueden generar emociones negativas y desequilibrios en el bienestar emocional. Cabe señalar que las personas mayores pueden experimentar la pérdida progresiva de seres queridos, los amigos, o la pareja, sucesos que pueden ser especialmente traumáticos en esta etapa de la vida, y el duelo puede desencadenar una depresión profunda.
  3. Problemas financieros: Los problemas financieros, como la inseguridad económica o la falta de recursos para cubrir las necesidades básicas, pueden contribuir al desarrollo de la depresión en la tercera edad. La preocupación constante por las finanzas puede generar estrés y ansiedad, impactando en la salud
  4. Pérdida de roles y sentido de propósito: Las actitudes negativas hacia el envejecimiento, la baja autoestima y la percepción de falta de propósito o utilidad también pueden contribuir al desarrollo de la depresión. La tercera edad puede estar marcada por la pérdida de roles significativos, como el retiro laboral o la crianza de los hijos, que puede generar una sensación de falta de propósito o pérdida de identidad, aumentando el riesgo de depresión.

Es importante reiterar que la depresión en la tercera edad es el resultado de una combinación de factores y que cada persona puede tener una experiencia única. Identificar estos factores de riesgo puede ayudar a prevenir y abordar la depresión en la tercera edad de manera más efectiva.

Manifestaciones y síntomas

La depresión en la tercera edad puede presentarse de manera diferente a como se manifiesta en otras etapas de la vida. Es importante reconocer los síntomas y las manifestaciones de la depresión en los adultos mayores para poder brindarles el apoyo adecuado. Algunas de las manifestaciones y síntomas comunes de la depresión en la tercera edad incluyen:

  • Estado de ánimo persistente de tristeza o desesperanza: Los adultos mayores con sintomatología depresiva suelen experimentar una sensación constante de tristeza o Pueden parecer apáticos y desanimados. Es esencial brindar apoyo y tratamiento adecuado a los adultos mayores que experimentan este estado de ánimo persistente, ya que puede tener un impacto significativo en su salud mental y física. La terapia individual, el apoyo social y el acceso a recursos comunitarios pueden ayudar a abordar y mitigar la tristeza y la desesperanza en la tercera edad, mejorando así su bienestar general.
  • Pérdida de interés en actividades previamente disfrutadas: Es un síntoma común en la tercera edad y puede indicar la presencia de depresión u otros trastornos Muchos adultos mayores experimentan una disminución en su motivación y entusiasmo por actividades que antes les brindaban placer y satisfacción como hobbies, salidas sociales o incluso el autocuidado personal. Esto puede deberse a una combinación de factores, como cambios físicos, pérdidas significativas, aislamiento social o la percepción de limitaciones físicas. La pérdida de interés puede afectar negativamente la calidad de vida y la salud emocional de los adultos mayores. Es importante reconocer este síntoma y buscar apoyo emocional, participar en actividades adaptadas a sus capacidades y establecer conexiones sociales para fomentar un sentido renovado de interés y propósito en la tercera edad.
  • Cambios en el apetito y el peso: Los cambios en el apetito y el peso son comunes en la tercera edad y pueden tener un impacto significativo en la salud y el bienestar de los adultos mayores. Algunos pueden experimentar una pérdida de apetito y una disminución de peso, mientras que otros pueden experimentar un aumento en el apetito y un aumento de peso. Estos cambios pueden estar relacionados con factores físicos, emocionales y sociales. Es importante prestar atención a estos cambios, ya que pueden ser indicadores de problemas de salud subyacentes, como la depresión, la malnutrición o las enfermedades crónicas. Un enfoque integral que incluya una alimentación equilibrada, la actividad física adecuada y el apoyo emocional puede ayudar a mantener un peso saludable y promover el bienestar en la tercera edad.
  • Trastornos del sueño: Los problemas del sueño en la tercera edad son comunes y pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de los adultos A medida que envejecemos, experimentamos cambios en nuestro patrón de sueño, como una disminución en la cantidad de sueño profundo y un aumento en las interrupciones del sueño. Los adultos mayores pueden experimentar dificultades para conciliar el sueño, despertarse temprano en la mañana o tener un sueño fragmentado y de mala calidad. Estos trastornos del sueño pueden llevar a la fatiga, la somnolencia diurna y un mayor riesgo de caídas y problemas de salud.
  • Fatiga y pérdida de energía: Muchas personas en la senectud experimentan una disminución en sus niveles de energía, sintiéndose constantemente cansados y agotados incluso después de realizar actividades mínimas. Esto puede deberse a una combinación de factores físicos, como el envejecimiento natural del organismo, enfermedades crónicas, medicamentos y cambios en los patrones de sueño. Además, factores emocionales y psicológicos, como la depresión o el estrés, también contribuyen a la fatiga y la pérdida de energía. Es fundamental abordar estos síntomas y buscar formas de mejorar los niveles de energía en la tercera edad. Esto puede incluir el manejo adecuado de las condiciones médicas, la adopción de un estilo de vida saludable que incluya una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio físico adaptado, así como la búsqueda de apoyo emocional y social.
  • Sentimientos de inutilidad o culpa: Estos sentimientos son síntomas significativos de la depresión y otros trastornos emocionales. Muchos adultos mayores pueden experimentar una sensación de falta de valía personal, sentirse inútiles o cargar con una carga emocional de culpa y Estos sentimientos pueden estar relacionados con diversas circunstancias, como la pérdida de roles significativos, la percepción de no ser útiles para la sociedad o la familia, o la internalización de expectativas poco realistas. Es importante abordar estos sentimientos y brindar apoyo emocional a los adultos mayores, ayudándoles a reconocer su valor y contribución, así como a aceptar y perdonar cualquier culpa irracional.
  • Problemas de concentración y memoria: La depresión puede afectar la capacidad de atención, concentración y memoria de los adultos mayores, lo que genera un impacto significativo en su funcionamiento Estos problemas cognitivos pueden afectar al desempeño en sus tareas cotidianas, como la planificación, la toma de decisiones y la organización de la información. Además, puede generar frustración y disminuir la confianza en las propias habilidades mentales. Estos síntomas pueden confundirse con signos normales del envejecimiento, lo que dificulta el diagnóstico adecuado.
  • Retraimiento social y aislamiento: Los adultos mayores con depresión pueden mostrar una disminución en su participación social y un retiro de actividades sociales y familiares. Pueden evitar el contacto con otras personas y preferir pasar tiempo solos. Este aislamiento social puede aumentar los sentimientos de tristeza y soledad, y a su vez, empeorar los síntomas Es importante abordar este síntoma y fomentar la participación social en la tercera edad. Esto puede incluir la búsqueda de actividades recreativas adaptadas, la participación en grupos de apoyo, el contacto regular con familiares y amigos, y el acceso a servicios comunitarios que promuevan la conexión social.
  • Pensamientos de muerte o suicidio: Algunos adultos mayores pueden experimentar pensamientos recurrentes de muerte, sentirse desesperanzados o incluso considerar el suicidio como una posible solución a sus problemas. Estos pensamientos pueden ser el resultado de una combinación de factores, como la pérdida de seres queridos, el deterioro de la salud física, la soledad, la depresión o la sensación de ser una carga para los demás. Es crucial tomar en serio cualquier mención de pensamientos suicidas y buscar ayuda profesional de inmediato. La terapia psicológica, el apoyo emocional, la medicación adecuada y la conexión con servicios de emergencia pueden ser vitales para la seguridad y el bienestar de los adultos mayores que experimentan estos Es fundamental brindar un entorno de apoyo compasivo, promover la conciencia sobre la salud mental en la tercera edad y garantizar el acceso a recursos y servicios de salud mental adecuados para prevenir tragedias y promover la esperanza y la calidad de vida en esta etapa de la vida.

Es importante tener en cuenta que los síntomas de la depresión pueden variar en intensidad y duración en cada individuo. Si una persona mayor muestra varios de estos síntomas durante un período prolongado de tiempo, es fundamental buscar ayuda profesional. El tratamiento adecuado y el apoyo emocional pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida de los adultos mayores que sufren depresión.

Desafíos en el diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico y tratamiento de la depresión en la tercera edad plantean desafíos únicos debido a factores como:

  1. El estigma y la falta de conciencia social: La depresión en la tercera edad a menudo es pasada por alto o atribuida erróneamente a los «efectos normales del envejecimiento». El estigma asociado con los trastornos mentales puede dificultar aún más el reconocimiento y la búsqueda de ayuda.
  1. Las barreras de comunicación: Las dificultades sensoriales (p.ej. pérdida de la audición o la visión) pueden dificultar la expresión de los síntomas por parte de las personas mayores. Además, la vergüenza o el miedo a ser juzgados pueden llevar a que oculten sus
  2. La comorbilidad médica: La depresión en la tercera edad se asocia frecuentemente con enfermedades médicas crónicas, lo que dificulta su diagnóstico y Los síntomas de la depresión pueden superponerse con los de otras enfermedades supone un reto mayor en la identificación de la depresión como un problema independiente.
  3. La polimedicación: Un gran porcentaje de personas mayores tienen prescritos diferentes fármacos a los efectos de manejar adecuadamente sus condiciones de salud y garantizar una mayor estabilidad de sus patologías crónicas. Sin embargo, la interacción de estos medicamentos con los fármacos psiquiátricos (p.ej. antidepresivos, ansiolítico- tranquilizantes, hipnóticos, antipsicóticos, …) puede ser complicada y aumentar el riesgo de efectos secundarios o interacciones

A los efectos de poder abordar adecuadamente estos desafíos, es crucial mejorar la formación académica y práctica de los profesionales de la salud en la identificación de la depresión en adultos mayores, así como promover la conciencia pública sobre la salud mental en esta población. También se requiere una atención integral que considere tanto los aspectos físicos como los emocionales de la salud en la tercera edad, y el acceso a servicios de salud mental debería ser mejorado y adaptado a las necesidades de los adultos mayores.

Estrategias de prevención y tratamiento

La depresión en la tercera edad requiere un enfoque integral que incluya estrategias de prevención y tratamiento. Algunas recomendaciones importantes incluyen:

  1. Promover la conciencia y la educación: Es fundamental crear conciencia social sobre la depresión en la tercera edad, desafiar los estereotipos negativos asociados al envejecimiento, brindar información sobre los síntomas de depresión y explicar la importancia de buscar
  2. Fomentar la conexión social: La promoción de interacciones sociales significativas puede ayudar a reducir el aislamiento y la soledad en la tercera edad y, consecuentemente, favorecer a la mejoría del cuadro depresivo. ¿Cómo lograrlo? A partir de programas comunitarios, grupos de apoyo y actividades recreativas que fomenten la participación
  3. Facilitar un apoyo emocional y terapia psicológica: La terapia individual o grupal puede ser una herramienta poderosa para abordar la depresión en la tercera edad. Brindar un espacio seguro para expresar emociones y compartir experiencias puede ayudar a reducir la carga emocional y promover un proceso de curación.
  4. Realizar una adecuada evaluación y analizar el tratamiento de comorbilidades: Como se ha mencionado con anterioridad, las personas mayores con depresión a menudo presentan comorbilidades médicas, por lo que es esencial realizar una evaluación integral de su salud física y mental. Esto implica una coordinación entre profesionales de la salud para garantizar un tratamiento adecuado y seguro teniendo en cuenta la interacción de diferentes medicamentos y condiciones médicas.
  5. Vigilar con el uso de medicamentos de índole psiquiátrica: Los medicamentos de efecto antidepresivo suelen ser recetados para tratar la depresión en la tercera edad. Sin embargo, hay que tener precaución debido a la mayor sensibilidad de las personas mayores a los efectos secundarios y las interacciones
  6. Proporcionar apoyo familiar y cuidadores: El apoyo familiar y de los cuidadores es crucial en el manejo de la depresión en la tercera edad, ya que su comprensión, paciencia y participación activa en el proceso de tratamiento pueden marcar una diferencia significativa en el proceso de recuperación y bienestar emocional de la

Conclusiones

La depresión en la tercera edad es un desafío significativo que requiere atención y conciencia por parte de la sociedad y los profesionales de la salud. Es esencial reconocer que el envejecimiento no es sinónimo de tristeza y desesperanza, y que la depresión en esta etapa de la vida es una enfermedad tratable y prevenible.

Mediante estrategias de prevención, detección temprana y tratamiento adecuado, podemos mejorar la calidad de vida de las personas mayores y brindarles el apoyo necesario para superar la depresión. Es fundamental promover la conexión social, ofrecer programas de apoyo y educación, y garantizar un enfoque integral que considere tanto los aspectos físicos como los mentales de la salud.

La depresión en la tercera edad no debe ser un desafío invisible. Al aumentar la conciencia y trabajar juntos, podemos asegurar que las personas mayores reciban el apoyo y la atención necesarios para vivir vidas plenas y satisfactorias en esta etapa de su vida.

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Consulta web imagen: https://lamenteesmaravillosa.com/depresion-en-la-vejez- como-se-manifiesta/