Los cambios en la adolescencia, hacen que sea una etapa de confusión que culminará en la definición de la identidad. La inestabilidad emocional influirá en la autoestima del adolescente, así como en conflictos familiares y sociales.

La adolescencia es una etapa de cambios en distintos aspectos personales y sociales.  Estos cambios afectan a la autoestima de los adolescentes, en mayor o menor medida, que se encuentran en proceso de búsqueda de su propia identidad. Es un momento evolutivo sensible, a la par que difícil a nivel familiar en muchos casos.

¿Qué se entiende por identidad y autoestima?

¿Cómo se relacionan con la etapa de la adolescencia?

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos e hijas adolescentes en esta etapa?

Como adolescente, ¿qué puedo hacer para entenderme y sentirme mejor?

Intentamos responder a estas cuestiones acercándonos a tratar de entender qué sucede en esta etapa vital de las personas, por qué los adolescentes actúan de cierta manera y por qué pueden llegar a sentirse confusos, con ellos mismos y con las decisiones que han de tomar cuando, quizás, todavía no están preparados.

Entendiendo la adolescencia: una etapa de cambios

La adolescencia comienza en la pubertad (entre los 8 y los 14 años) y finaliza cuando la persona ha alcanzado un nivel óptimo de independencia, responsabilidad y compromiso, con ella misma y con el mundo, que guiará su desarrollo adulto.

Más allá del foco en las edades, que dependerán de cada individuo y de sus circunstancias, la importancia de este período vital recae en los grandes cambios que lo caracterizan. Para ayudar al adolescente, es necesario entenderlo en toda su globalidad.

  • Cambios físicos

La pubertad es el proceso de desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. Este proceso conlleva cambios en el organismo, mediados por la liberación de dos hormonas: estradiol y testosterona.

En el sexo femenino, el primer signo puberal es el aumento del botón mamario, aunque el signo más evidente es la aparición de la menarquia (primera menstruación).

En el sexo masculino, los primeros signos de pubertad son el aumento del volumen testicular y el enrojecimiento y rugosidad de la bolsa escrotal. Más tarde, aparecen otros cambios como la producción de espermatozoides (espermarquia).

Los cambios hormonales, también provocan cambios físicos del aspecto corporal, que afectan a su esquema corporal, una parte muy importante de la identidad.

  • Cambios cognitivos

Los adolescentes alcanzan lo que Jean Piaget (1896-1980) denominó pensamiento formal: la capacidad de pensamiento abstracto y de aplicar el método hipotético-deductivo, así como el desarrollo moral.

Por otro lado, la corteza prefrontal del cerebro humano no finaliza su desarrollo hasta los 25-30 años. Esta zona cerebral es la encargada de funciones como la planificación, la toma de decisiones o el control de los impulsos.

Nos encontramos, por tanto, con personas capaces de argumentar y expresar sus ideas en formato adulto, en contraposición con la inmadurez que todavía caracteriza una parte de su desarrollo, la cual les lleva a realizar conductas de riesgo, a dejarse llevar por los impulsos y emociones y con dificultad para tomar decisiones importantes.

Los circuitos cerebrales relacionados con la recompensa se encuentran más activos y esto se vincula con la motivación por la realización de comportamientos de riesgo, así como también con el disfrute más intenso de actividades con las que se identifican.

David Elkind (1931), describió el pensamiento egocéntrico característico de la adolescencia, definido por:

  • Tendencia a discutir: La evolución del pensamiento formal, lleva a los adolescentes a razonar y apostar por sus argumentos, dando la sensación de que siempre quieren tener la razón.
  • Indecisión, explicada por esa dificultad para la toma de decisiones.
  • Ilusión de invulnerabilidad, de que hagan lo que hagan nada malo va a pasarles.
  • Fábula personal: Creencia de que merecen reglas diferentes y que nadie los entiende.
  • Hipocresía aparente: Diferencia entre la creencia firme en sus ideales y los pocos sacrificios que hacen para lograrlos.
  • Aumento de la autoconsciencia y la introspección.
  • Audiencia imaginaria: Creencia de ser el centro del mundo y que sus actos son constantemente observados y juzgados por los otros.

 

  • Cambios conductuales

Como se ha introducido anteriormente, los cambios corporales modifican su esquema corporal y esto puede afectar a su imagen corporal. Si ésta no se corresponde con la imagen corporal ideal, influenciada por los cánones de belleza culturales, los adolescentes podrían llevar a cabo estrategias poco sanas de control de peso. Esto no pasa en la mayoría de las ocasiones, pero es una época muy sensible para el inicio de trastornos de la conducta alimentaria.

La elevada impulsividad y bajo nivel de autocontrol, junto por su inherente interés por descubrir, puede llevarlos a adoptar conductas de riesgo. Es por ello que es una etapa sensible para el inicio de las adicciones. Aunque la mayoría de adolescentes no abusan de drogas, una minoría importante sí lo hace.

La inestabilidad emocional, los conflictos en distintas áreas y la baja regulación emocional en muchas ocasiones, pueden llevarles a conductas impulsivas que pueden tener componentes agresivos. Aunque sus modelos conductuales sean sus iguales, la familia nunca deja de ser un factor de modelaje importante.

  • Cambios emocionales

Los cambios hormonales pueden contribuir al malhumor, momentos de tristeza intensa y momentos de inquietud en muchos adolescentes. En general, la adolescencia es una etapa de inestabilidad emocional, representada por conflictos en casa y en la escuela.

Los adolescentes viven en un momento vital de confusión, hasta que su identidad y su personalidad se van perfilando. La ansiedad y la depresión son las afecciones psicológicas más características en esta etapa, explicadas mayormente por los conflictos existentes a nivel interpersonal.

En un estudio sobre adolescentes de la ciudad de Barcelona, (Martínez-Hernáez y Muñoz, 2010), se concluyó que, pese al crecimiento en alza de la depresión adolescente en los últimos años, no suelen buscar ayuda a nivel profesional para su malestar emocional.

El hecho de que el córtex prefrontal del cerebro no se haya desarrollado por completo, también está relacionado con la baja regulación emocional. Si bien los estados emocionales dependerán de factores individuales, son diversas las investigaciones que apoyan un modelo educativo de regulación emocional en los centros de secundaria.

En una investigación de la Universidad de Barcelona (López-Cassá, Pérez-Escoba y Alegre, 2018), se manifestó la relación entre la competencia emocional y la satisfacción con la vida en la adolescencia. Esta satisfacción con la vida está influenciada por la satisfacción con uno mismo (autoestima), con los estudios y con los propios recursos de afrontamiento.

  • Cambios sociales

Los adolescentes están en un proceso de individualización que pasa por alejarse de su familia a favor de su grupo de amigos, con los que buscará un sentimiento de pertenencia, más allá de su zona de confort. Aunque esta necesidad pueda acabar en discusiones y enfrentamientos familiares, la familia sigue jugando un papel clave en esta etapa evolutiva.

Hemos de contar además que las decisiones a tomar son constantes. Decisiones que determinarán su futuro, cuando quizás no están madurativamente preparados para tomarlas. La presión es cada vez mayor y ellos todavía están en camino de construir su propia identidad.

Identidad, autoconcepto y autoestima: relacionando conceptos

Erik Erikson (1902 – 1994), en su Teoría del desarrollo psicosocial (1950), asume la adolescencia (estadio entre los 12 y los 20 años), como la crisis en la que tiene lugar la búsqueda de la identidad, en contraposición con la confusión de roles, que tendría lugar si la persona no consolida su identidad.

Ahora bien, ¿Qué entendemos por identidad? La identidad es un concepto complejo relacionado con la historia de vida y, por tanto, está mediado por los factores socioculturales: se construye de afuera a dentro. Los conceptos de identidad y autoconcepto están estrechamente relacionados y son tratados como sinónimos en el artículo presente.

El autoconcepto es la percepción que tiene cada uno de sí mismo. Responde a la pregunta ¿Quién soy yo?  El yo es la combinación de atributos físicos (esquema corporal, sensaciones corporales, salud físico-médica) y psicológicos (ideas, valores, emociones, creencias, conductas…) que caracterizan a una persona y la distinguen de las demás.

Y, ¿qué relación tienen identidad y autoestima? La autoestima es la dimensión valorativa del autoconcepto. Dentro del perfil evolutivo de la autoestima, relativamente estable a lo largo del ciclo vital, cabe destacar en la adolescencia su tendencia es a la baja. Esta tendencia, estaría relacionada con los cambios vividos, la confusión experimentada y la inestabilidad emocional.

Tanto el concepto que tiene una persona de sí misma, como la valoración de esta idea, influye en la manera en la que se comporta. Si una persona valora el esquema de sí mismo como débil o poco valioso, se relacionará con el mundo de manera distinta que si lo valora como fortaleza interna y merecedor de cariño y protección. En este punto es donde la familia tiene un papel fundamental, desde los primeros momentos de vida.

Desarrollo de la identidad y la autoestima e influencias en la adolescencia

¿Cómo se desarrolla el sentido del yo a lo largo del ciclo vital? En sus primeros meses de vida, los bebés aprenden a diferenciar a nivel físico el yo mismo de los otros. Más tarde, entorno a los 2 años, empiezan a reconocer su imagen en un espejo o en una fotografía, aunque hasta los 3-5 años este reconocimiento estará anclado al presente y no tendrá continuidad temporal.

Los niños preescolares tienen un autoconcepto muy concreto y físico y no es hasta primaria, cuando empiezan a añadir conceptos más psicológicos. Durante la adolescencia, se dan cuenta de que no son la misma persona en todas las situaciones y esto les confunde y les molesta. Durante los últimos años de la adolescencia su autodescripción es más congruente e integrada. Es entonces cuando la identidad ya empieza a estar forjada.

¿De qué se nutre o qué influencias van ayudando a esta construcción?

  • Influencias parentales: sobretodo en lo que se refiere al apego seguro, los modelos con los que se identifican y un estilo de crianza democrático.
  • Influencias de la escuela: las experiencias en la escuela, con sus profesores y compañeros y rendimiento académico, también ayudan a esta construcción.
  • Influencias socioculturales: los valores y creencias tradicionales de la cultura en la que se desarrolla el individuo, así como los modelos con los que se identifican.

En el desarrollo de la autoestima influyen factores más biológicos, como el temperamento, así como factores del desarrollo cognitivo, como el pensamiento formal, pero, además, son también importante las influencias sociales:

  • Estilos parentales: un estilo democrático, caracterizado por un alto nivel de afecto, así como un establecimiento claro de límites, se relaciona con una mejor autoestima en los niños y adolescentes.
  • Influencias de los pares: desde los 4-5 años los niños se comparan con los otros para poder valorar sus éxitos y fracasos. No obstante, la influencia en la autoestima es todavía más notoria durante la adolescencia, cuando buscan una identificación que les facilite la construcción de su identidad.
  • Cultura: la cultura también influye en la valoración que hacemos sobre nosotros mismos. Por ejemplo, en culturas individualistas, los niños y adolescentes tienden a tener una autoestima más elevada que en las culturas colectivistas.

Familia: la mayor fuente de seguridad para el adolescente

Desde que los niños son pequeños, la familia influye en la construcción de su autoconcepto.  Entre los 4 y 5 años, el niño ya establece la autoestima de una manera más clara, y ésta refleja tanto los antecedentes de apego, cómo la valoración de sus habilidades por su entorno más cercano.

Durante la adolescencia, la familia tiene el rol de favorecer el proceso de individualización. Deben dejar que sus hijos crezcan y evolucionen, dándoles libertad con límites.

Los límites son importantes durante todo el desarrollo y sigue siendo un factor clave para la sensación de seguridad en la adolescencia. Son necesarios para dar orden a su caos interno, para sentir su libertad dentro de un control que los ayuda a estabilizarse.

Al mismo tiempo, los adolescentes necesitan una buena comunicación con la familia y un lugar donde sentirse escuchados. Valoran, sobretodo, el apoyo emocional prestado por sus padres, tanto en el momento actual, como a lo largo de su vida. El equilibrio entre límites y amor, debe mantenerse durante todas las etapas evolutivas de los hijos e hijas.

Este estilo educativo parental, denominado democrático, también ayuda al razonamiento y al desarrollo moral, así como al rendimiento académico: los adolescentes van encontrando el equilibro entre la exigencia y la flexibilidad. Este estilo ayuda a los niños y niñas a crear una gran autoestima y una identidad clara durante la adolescencia.

  • consejos para cuidar la autoestima
  1. Practica ejercicio físico regular.
  2. Establece hábitos y rutinas, que hagan tu día a día más predecible y fácil.
  3. Atiende a tus emociones: lo que sientes es importante y forma parte de ti.
  4. Aprende de ti mismo/a para regular las emociones mejor en cada ocasión.
  5. Conoce tus derechos y practica la comunicación asertiva.
  6. Aprende a poner límites a lo que te hace daño: es una forma de autorrespeto.
  7. Narra tus experiencias, de manera que las ordenes y puedas darles sentido.
  8. Recuérdate tus atributos positivos e intenta convertirte cada día en una mejor versión de ti mismo/a.
  9. Cuida las autoexigencias: a veces somos nuestros peores enemigos.
  10. Permite tus errores, son los que te hacen humano/a.

Para más información consultar la entrada del blog de Canvis: Técnicas y estrategias para trabajar la autoestima.

El Centro de Psicología Canvis de Barcelona, ofrece talleres que pueden ayudarte a sentirte mejor contigo mismo/a, incluyendo un taller de inteligencia emocional y un taller de habilidades sociales. Puedes consultarlos en esta misma página web.

Además, puedes contar con un/a terapeuta individual que te ayude a comprenderte mejor, así como a la familia a relacionarse mejor. Canvis es un centro de salud para el cuidado emocional de toda la familia. No estáis solos.