La adicción al alcohol tiene consecuencias muy graves para la persona adicta pero también produce un gran impacto en las personas de su entono. La vida familiar se ve condicionada por esta circunstancia ya que se crea un ambiente estresante y complicado, lleno de conflictos y la conducta de la persona alcohólica puede ser desagradable, incluso violenta y es habitual la despreocupación por el cuidado de los hijos, por lo que estos se van a ver enormemente afectados de forma negativa por el hecho de tener un padre o una madre afectados por el alcoholismo.

En este artículo veremos qué características generales tiene una familia afectada por esta adicción, los efectos que tiene el alcoholismo sobre los hijos y qué hacer para mejorar la situación.

Cómo afecta el alcoholismo a nivel familiar

En las familias de personas alcohólicas suelen aparecer unos patrones comunes y característicos que resultan muy disfuncionales ya que limitan y controlan las acciones y emociones de sus miembros impidiendo el desarrollo y crecimiento sano de sus miembros.

Nos podemos encontrar con 4 tipos de familias afectadas por el alcoholismo:

  • El alcoholismo que se repite en varias generaciones: el problema existe en padres, hijos, abuelos, tíos, etc. Cada generación se encuentra con el problema del alcohol pero además, los miembros adultos ya han vivido el alcoholismo en su infancia y presentan unos rasgos característicos, además no conocen otro modelo familiar más funcional. En este tipo de familias la mayoría de sus miembros beben en exceso, suelen relacionarse con otras personas que también beben de forma excesiva y los miembros de estas familias ven el consumo elevado de alcohol como algo normal.
  • Familias en las que la persona alcohólica ha logrado dejar el consumo, pero la familia sigue funcionando como una familia alcohólica ya que los patrones de relación y de funcionamiento disfuncionales se mantienen.
  • Familia que había tenido un miembro alcohólico en generaciones anteriores (un/a abuelo/a o bisabuelo/a), pero a pesar de que en la actualidad no hay ningún miembro adicto al alcohol, el modelo de funcionamiento disfuncional se hereda y la familia sigue presentando patrones conflictivos heredados. A veces en estos casos es difícil detectar la causa del problema.
  • Familia sin una historia de alcoholismo en la que, a partir de cierto momento, uno de sus miembros se convierte en alcohólico y a partir de entonces la familia presenta unas formas de funcionar características de la familia alcohólica.

Vamos a ver las características generales de la familia alcohólica:

  • Rigidez: son familias inflexibles, siguen unos patrones rígidos en su forma de funcionar. Normalmente son formas de funcionar que permiten sobrevivir en un entorno muy duro, lleno de conflictos, donde la conducta de la persona alcohólica es impredecible y a menudo agresiva y el establecimiento de unas normas rígidas (a menudo no explícitas) consiguen evitar el caos. Por ejemplo, si el padre es alcohólico, la madre puede decir al niño/a que no debe acercarse a su padre si él no le llama, o que no debe pasar nunca por delante de la televisión si el padre la está mirando, o que no hable fuerte o llore para no irritar al padre. De esta forma los miembros consiguen un cierto equilibrio que consiste en evitar los problemas y las muestras de agresividad. Pero las relaciones se basan en el miedo y la represión. La familia no se adapta a los cambios ni permite que sus miembros salgan de esta estructura rígida e inflexible.
  • Silencio: normalmente los miembros de la familia alcohólica se rigen por la regla del silencio ya que no se permite hablar de lo que ocurre en la familia. No se debe hablar del problema ni de lo que ocurre en casa ni con personas de fuera de la familia ni con otros miembros de la familia que no formen el núcleo de convivencia. Tampoco se suele hablar de los sentimientos, ni se expresan las emociones ya que generalmente contienen dolor y sufrimiento. Este silencio obliga a los niños a interpretar lo que ocurre en su familia, con el riesgo de caer en falsas interpretaciones y sentimientos de culpa. Además de dificultar enormemente la capacidad para expresarse en otros contextos, ya que expresarse suele asociarse con consecuencias negativas.
  • Negación: ante un problema que genera mucho dolor, sufrimiento, miedo y conflictos, la negación es una defensa que protege a la familia. Para la familia, el problema del alcoholismo puede resultar imposible de sostener, puede resultar vergonzoso, suponer algún tipo de problema como la exclusión social, o que los servicios sociales quieran intervenir en temas como la custodia de los hijos, etc. Los miembros de la familia pueden negar que haya un problema, y no aceptan que otros intenten intervenir. A veces la negación se da no solo entre la familia y el resto de personas, sino dentro de los miembros de la familia. Los padres niegan el problema, lo esconden o ignoran los problemas, generando una enorme confusión y sentimientos de indefensión en los hijos que tienen que creer que lo que viven, ven y oyen no es verdad.
  • Aislamiento: la familia con un miembro alcohólico funciona como un sistema cerrado. A menudo el aislamiento viene impuesto desde fuera ya que las personas que les rodean, como vecinos o la comunidad les rechaza. Otras veces el aislamiento viene impuesto por los mismos miembros de la familia para poder mantener el silencio, la negación y la rigidez que les hace sobrevivir. Además, los miembros de la familia también suelen vivir aislados entre ellos, ya que no se comunican, no expresan, no existe una relación íntima ni afectiva entre ellos. Las relaciones suelen ser frías y si se expresa alguna emoción, suele ser de forma explosiva, por la cantidad de necesidades y sentimientos reprimidos que suelen acabar saliendo en forma de estallidos de rabia o conductas conflictivas.
  • Codependencia: este fenómeno consiste en que la persona que convive con otra persona afectada por el alcoholismo hace girar toda su vida entorno a este problema, convirtiéndose en dependiente de la persona adicta: su atención, intereses, energía se enfocan en el adicto, generando sufrimiento, miedo, tristeza, odio, frustración, resentimiento, inseguridad y poca autoestima. La persona codependiente acaba dependiendo del alcohólico y su creencia más habitual es “si él/ella está bien, yo también y si él/ella está mal yo estoy mal”. Estará pendiente de procurar que a la persona alcohólica no le falte lo que necesita o que las otras personas no le molesten, lo que la acaba convirtiendo en una persona manipuladora, controladora, obsesiva, que se esfuerza de forma desesperada por mantener un equilibrio en su hogar pero que en realidad vive, como la persona adicta, en una ilusión de control, que se mantiene a menudo gracias a la rigidez, el silencio y la negación. Suelen ser personas sacrificadas pero sus esfuerzos suelen acabar en frustración, por lo que se entra en un círculo vicioso de malestar y sufrimiento, pasando de culpar al otro de todos los problemas a culparse a sí misma. Suele ocurrir que se acaba facilitando la adicción del otro de forma inconsciente, por evitar problemas o debido a una enorme inseguridad y falta de autoestima que hace creer que si la persona adicta se cura no nos va a necesitar y nos abandonará.
  • Problemas habituales debidos al abuso de sustancias: los padres pueden tener problemas económicos y/o dificultades para mantener el trabajo o pagar facturas. Puede ser que existan dificultades para cubrir las necesidades básicas de los hijos, ya sea por problemas económicos o por dejadez: como por ejemplo no ocuparse de las comidas de los hijos, de sus hábitos de higiene, del mantenimiento de ciertos horarios y rutinas que puedan proporcionar seguridad y estabilidad en los niños. A veces los padres descuidan también la educación de los hijos que pueden presentar problemas en su escolarización. Y en los casos graves pueden aparecen conductas de riesgo que ponen en peligro al menor como conducir bajo losefectos del alcohol con los hijos, meterse en problemas o maltratar y/o abusar de los hijos.

Efectos sobre los hijos

Los niños que viven en una familia afectada por el alcoholismo de uno o ambos progenitores pueden presentar múltiples problemas que probablemente se mantendrán cuando son adultos, a no ser que se realicen grandes esfuerzos por cambiar los patrones desadaptativos que han aprendido en su niñez para poder sobrevivir en un contexto hostil.

  • Sentimientos de culpa: teniendo en cuenta que el silencio y la negación es frecuente en el ámbito familiar cuando hay un miembro alcohólico, es habitual que los hijos acaben creyendo que son la causa de los problemas, incluso del alcoholismo de su padre o madre. Los niños pueden realizar enormes esfuerzos por no molestar, por no ser vistos, por mantenerse alejados del padre o la madre para evitar problemas.
  • Vergüenza: cuando los padres obligan a mantener el problema familiar en secreto, los hijos perciben que están viviendo algo malo que es vergonzoso y que hay que ocultar. Suele tener dificultades para compartir sus problemas, pedir ayuda o invitar a sus amigos a casa. También es normal que se avergüencen de sus padres, sobretodo del que sufre la adicción.
  • Confusión: los cambios constantes de humor de la persona alcohólica, que puede pasar de ser agradable a ser violento o agresivo sin que el niño o la niña puedan ver ningún motivo para este cambio, genera una enorme confusión, incertudumbre y sentimientos de indefensión, falta de control e impotencia en los hijos. Además, la negación que suelen vivir a nivel familiar en relación al problema provoca que lleguen a dudar de todo y tengan problemas para distinguir lo que es real de lo que no lo es, o lo que es normal de lo que no, o qué está bien o mal.
  • Ansiedad y estrés: los cambios de humor, los estallidos de ira o agresividad, las peleas y conflictos que viven constantemente, generan una enorme ansiedad en los hijos, que pueden llegar a vivir constantemente preocupados por la situación que viven en el núcleo familiar. Pero, además, el estado de salud deteriorado y las consecuencias del alcohol sobre su padre/madre, también genera miedos y preocupación por la posibilidad de que éste enferme o le ocurra algo grave. Esta ansiedad o estrés en niños se puede manifestar con problemas en el sueño o en la conducta alimentaria, dolores de cabeza o malestar gástrico, hipo o hiperactividad, problemas en la atención y la concentración, cambios bruscos de humor.
  • Aislamiento social: cuando el padre o la madre son fuente constante de problemas, agresividad, cambios de humor, etc., la falta de confianza en los otros es habitual en los hijos y esto dificulta el establecimiento de relaciones sanas con otras personas, por lo que la soledad, el retraimiento y el aislamiento suelen ser habituales. Además, la represión habitual de las emociones y la falta de comunicación, provocan que el niño/a se guarde las emociones, no hable, o no sea capaz de pedir lo que necesita lo que también hará difícil que se relacione con los demás.
  • Ira, rabia: la enorme presión a la que se ven sometidos genera estallidos de rabia que pueden manifestarse hacia el progenitor alcohólico, pero también con el otro porqué no le protege o le proporciona el apoyo que necesita.
  • Tristeza, depresión: los sentimientos de culpa, la falta de autoestima, el sentir lástima por uno mismo o por los otros miembros de la familia, la soledad y el aislamiento pueden provocar sentimientos de tristeza, que a menudo deben ser reprimidos y se acaban convirtiendo en problemas más graves generados por el enorme desgaste a todos los niveles, provocando falta de energía, falta de interés o ilusión y estados depresivos.

El fracaso y el absentismo escolar son habituales en estos casos. Al igual que la aparición de conductas disruptivas o antisociales, o la tendencia a abusar de las drogas o el alcohol cuando llegan a la adolescencia. Pero también se pueden observar efectos totalmente opuestos, encontrando niños y niñas que han tenido que asumir cargas familiares y responsabilidades a edades muy tempranas, asumiendo el rol de padre o madre, y acaban siendo niños o adolescentes excesivamente responsables, cuidadores de sus hermanos o de sus propios padres, con resultados brillantes a nivel académico. Pero en estos casos la enorme presión a la que se ven sometidos y el exceso de responsabilidad también puede suponer una carga muy pesada de acarrear y probablemente pueden presentar insatisfacción, un exceso de exigencia hacia ellos o hacia los demás y dificultades en las relaciones.

El proceso de recuperación de los hijos de alcohólicos

En el caso de los niños, su proceso de recuperación o la solución a los posibles problemas va a depender por los adultos. Para que el entorno familiar pueda mejorar es imprescindible el tratamiento de la adicción y también del sistema familiar, para tratar de establecer patrones de relación funcionales. Si la familia no solicita ayuda, será más difícil que los hijos puedan recibir ayuda y a menudo la identificación/denuncia del problema proviene de adultos del entorno del niño/a como por ejemplo de la escuela, vecinos, otros familiares, etc.

En el caso del alcoholismo suele ser necesaria la intervención terapéutica por parte de profesionales tanto para tratar a la persona adicta, como para intervenir sobre la familia o alguno de sus miembros en particular.

En el caso de hijos adultos de personas que presentaban problemas con el alcohol, el tratamiento suele pasar por distintas etapas:

  • reconocer que es miembro de una familia afectada por el alcoholismo. A pesar de que esta etapa puede parecer sencilla, es a menudo la más difícil, ya que supone dar el primer paso y romper con las estrictas normas que han condicionado toda la vida de la persona hasta el momento: la negación, el silencio y la rigidez, que suponen no mirar el problema, no ver el problema y no cambiar nada. Romper estas normas supone entrar a revivir situaciones que la persona preferiría olvidar y ello supone mucho esfuerzo y una enorme valentía.
  • explorar los diversos factores que tuvieron un impacto en la identidad de la persona y en su forma de relacionarse. Supone un “insight”, hacer consciente todo aquello que siempre ha estado allí pero que no podíamos ver. Poder ver los patrones disfuncionales que mantienen nuestro sufrimiento es el primer paso para que sea posible que ocurra algo diferente.
  • integración y aceptación: ante situaciones que nos generan miedo o malestar, las dos reacciones más comunes que usamos las personas, son la evitación/huída o la lucha. Pero si bien en algunos casos pueden resultar enormemente útiles ante situaciones peligrosas o difíciles, en otras ocasiones se convierten en patrones que usamos de forma generalizada y que resultan disfuncionales ya que mantienen el problema o producen un enorme desgaste. Poder integrar y aceptar las cosas, a menudo es el camino más difícil pero más saludable. Para ello es importante que la persona sea capaz de confiar y pueda expresar sus necesidades y emociones.
  • responsabilizarnos y crear nuestra propia vida: en este momento la persona pasa de ser una víctima pasiva que sufre sin poder hacer nada, culpando a los otros, a las circunstancias o a sí mismo, para pasar a tomar las riendas de su vida, para convertirse en alguien que tiene la posibilidad de ser creativo, activo y capaz de asumir responsabilidades. Ello no quiere decir que sea el responsable de todo lo que le pasa, ya que esto lleva de nuevo a la culpa y tampoco significa que no necesitemos de los demás, ya que volveríamos al aislamiento.

En el centro de Psicología Canvis de Barcelona, nuestro equipo de psicólogos te puede proporcionar el tratamiento necesario para trabajar los conflictos que te han podido surgir a lo largo de la vida como consecuencia de tener un padre o una madre afectados por una adicción como puede ser el alcohol. A través de la escucha activa facilitamos la expresión de conflictos, preocupaciones, emociones, para poder identificarlos y trabajar para establecer una comunicación más efectiva con los demás y con uno/a mismo/a, mejorando la confianza y la autoestima y haciendo posible una forma de relacionarse más funcional y satisfactoria.