En la búsqueda de la felicidad y el bienestar emocional, se ha difundido ampliamente la idea de que el pensamiento positivo es una estrategia eficaz. Se nos anima a desarrollar una mentalidad optimista y a centrarnos en los aspectos positivos de la vida. No obstante, este enfoque que parece inofensivo puede tener consecuencias psicológicas subyacentes. Desde el Centre de Psicología Canvis queremos destacar la importancia de que se debe abordar el bienestar desde un punto realista e informar de los peligros psicológicos que pueden aparecer ante una continua presión para ser feliz.

¿Qué es el pensamiento positivo?

El pensamiento positivo, en términos psicológicos, se refiere a una manera de procesar información y percibir el mundo que se centra en los aspectos favorables de una situación. Se basa en la creencia de que nuestros pensamientos y actitudes pueden influir en nuestras emociones y comportamientos, y en que adoptar una mentalidad optimista puede tener un impacto positivo en nuestra calidad de vida y bienestar emocional.

Desde una perspectiva psicológica, el pensamiento positivo implica tener una visión optimista de la vida, donde se busca identificar los aspectos positivos de las situaciones y desafíos que enfrentamos (Peiffer, 2007). Esto implica desarrollar una actitud esperanzadora, confiar en nuestras habilidades para superar obstáculos y mantener una perspectiva constructiva incluso en momentos difíciles.

Además, el pensamiento positivo implica practicar autoafirmaciones y afirmaciones positivas, que consisten en reemplazar los pensamientos negativos y autocríticos por pensamientos más positivos y motivadores. El objetivo es cambiar los patrones de pensamiento negativos por enfoques más constructivos y beneficiosos para nuestra salud mental (García Pérez, 2016). Desde el punto de vista psicológico, el pensamiento positivo también se relaciona con la resiliencia emocional. Al mantener una mentalidad positiva, es más probable que enfrentemos los desafíos y adversidades con mayor fortaleza y perseverancia.

¿Y por qué aparece la culpa?

Quizá leyendo todo lo anterior te planteas por qué está mal adoptar este tipo de pensamiento y actitud porque, a simple vista, parece una forma razonable de ver el mundo y sobre todo, una forma muy fácil de ser feliz. El problema se encuentra en que, según este tipo de pensamiento, la felicidad depende únicamente del individuo: si tienes una buena actitud, tendrás buenos pensamientos y de esta manera tendrás buenas acciones. El pensamiento positivo no deja de lanzar mensajes de ánimo del estilo “tú puedes conseguirlo, solo tienes que hacerlo”, “hoy va a ser un gran día”, “yo puedo”, etc.

La cuestión es, ¿qué pasa cuando nos ocurre algo negativo? ¿será culpa nuestra porque no hemos adoptado la actitud adecuada? Es aquí donde radica uno de los grandes fallos de este tipo de pensamiento. El hecho de poner toda la responsabilidad sobre el individuo hace que nos creamos responsables de cosas que realmente no lo son. Por ejemplo, si estás buscando trabajo y no lo encuentras, puede ser que haya una crisis en el mundo laboral y por eso no lo encuentres. Si te despiden del trabajo porque la empresa quiebra, no tienes que sentirte responsable por no haber tenido la actitud adecuada. Es decir, las cosas que nos ocurren no solo son responsabilidad nuestra, sino que hay muchas variables de nuestro contexto que pueden determinar lo que nos ocurre.

El sentimiento de culpabilidad

El sentimiento de culpabilidad es una emoción compleja que puede emerger cuando una persona siente que ha transgredido un estándar moral o ha causado daño a otros. Puede ser una respuesta adaptativa que nos impulsa a evaluar y corregir nuestras acciones. No obstante, cuando se experimenta de manera excesiva o inapropiada, la culpabilidad puede tener efectos negativos en nuestra salud mental y emocional.

La obligación de ser feliz: la nueva tendencia de nuestra sociedad

El auge del pensamiento positivo a principios del siglo XXI ha sido innegable. La proliferación de libros de autoayuda, conferencias motivacionales y programas de desarrollo personal han promovido la idea de que debemos esforzarnos por estar siempre felices y mantener una actitud positiva en todas las circunstancias. Si bien es cierto que cultivar una mentalidad positiva puede tener beneficios significativos, también es importante reconocer las consecuencias psicológicas que pueden surgir al tratar de forzarnos a estar felices todo el tiempo.

En primer lugar, la presión constante para ser feliz puede generar un sentimiento de fracaso y culpa cuando experimentamos emociones negativas o momentos de tristeza. El mensaje implícito es que, si no estamos siempre felices, hay algo mal con nosotros o que no estamos esforzándonos lo suficiente. Esto puede generar una carga adicional de estrés y ansiedad, ya que nos sentimos presionados para enmascarar nuestras emociones negativas y mostrar una fachada de felicidad constante.

En 2012, Barbara Ehrenreich escribió un libro titulado Sonríe o muere: la trampa del pensamiento positivo y en él daba un ejemplo muy clarificador sobre lo que estamos contando. La autora explica que tuvo cáncer de mama, y que lo que más la hizo sufrir fue la permanente insistencia de su alrededor para que fuera feliz y se sintiera afortunada. Explica que no solo le ofrecían lazos de color rosa, ositos rosas y entrar en varios grupos de mujeres que padecían su enfermedad, sino que su propia familia le decía que “la actitud lo era todo”. A raíz de estas situaciones, Barbara empezó a sufrir y a ver las consecuencias de este tipo de pensamiento. Indica que ella sentía una gran tristeza y miedo por la enfermedad que estaba sufriendo y se le sumó la culpa: si el cáncer no remitía, se sentía culpable porque quizá no había adoptado una actitud suficientemente positiva.

Resulta interesante destacar que existen varios autores positivistas que incluso han presentado teorías «científicas» en las que afirman que tener una actitud negativa provoca un aumento del estrés en el cuerpo y eleva los niveles de cortisol en la sangre, lo cual se considera perjudicial para el cáncer. En la siguiente sección, discutiremos precisamente algunas de estas teorías planteadas por autores positivistas, quienes buscan establecer una base teórica para respaldar sus ideas, siempre apelando al punto de vista científico.

Las limitaciones de la Ley de la Atracción, la base del pensamiento positivo

En los últimos años, la Ley de la Atracción se ha vuelto cada vez más popular dentro del ámbito del pensamiento positivo y el desarrollo personal. Según esta ley, se postula que nuestros pensamientos y emociones positivas tienen la capacidad de atraer eventos y circunstancias positivas a nuestras vidas, mientras que los pensamientos negativos atraen situaciones negativas (Pérez-Álvarez, 2012). Aunque esta teoría promete empoderamiento y éxito, es crucial analizarla desde una perspectiva psicológica crítica con el fin de comprender sus limitaciones y evaluar su impacto en nuestra salud mental.

De hecho, en la última década, se hizo muy famoso un libro titulado “El Secreto”, que se convirtió en top ventas en varios países occidentales y tras su publicación, la autora sacó varios textos que hablaban sobre lo mismo: sobre el pensamiento positivo. Lo que la autora dice que es “el secreto” es el hecho de haber descubierto la ley de la atracción. Afirma que sus postulados se basan en la física cuántica y que todo el mundo, incluidos nuestros pensamientos y sentimientos, están regidos por esta ley. Al principio del libro, la autora afirma que por ejemplo, el holocausto

nazi contra los judíos, aunque no nos lo parezca, fue porque todos los judíos atrajeron estar en los campos de concentración en el mismo momento, y que por eso murieron.

Este ejemplo es totalmente ilustrativo de todo lo que se está comentando en este blog, de los peligros de tener este tipo de pensamiento positivo y estar constantemente bajo la obligación de ser feliz y de vigilar reiteradamente nuestros pensamientos. A continuación, se detallan algunas consecuencias negativas para nuestra salud mental:

  • Expectativas irreales y culpa: Una crítica principal dirigida a la Ley de la Atracción es su capacidad para generar expectativas poco realistas y sentimientos de culpabilidad cuando las cosas no se desarrollan según lo esperado. Esta teoría sugiere que, si alguien no logra materializar sus deseos o experimenta situaciones desfavorables, se le puede hacer sentir responsable y culpable, ya que se le enseña que sus pensamientos y emociones son la única causa de su realidad. Como resultado, esto puede generar un ciclo perjudicial de autocrítica y sentimientos de fracaso, lo cual tiene un impacto negativo en la autoestima y el bienestar emocional.
  • Simplificación de la realidad: La Ley de la Atracción tiene una tendencia a simplificar la complejidad de la vida y las circunstancias que afectan nuestra realidad. Aunque nuestros pensamientos y actitudes pueden influir en nuestras acciones y decisiones, hay múltiples factores externos y variables que inciden en los resultados. Pasar por alto estos factores puede conducir a una visión reduccionista y simplista de la realidad, lo cual puede ser perjudicial para nuestro desarrollo personal y nuestra capacidad para lidiar con situaciones difíciles.
  • Responsabilización excesiva y falta de empatía: La Ley de la Atracción tiende a simplificar la complejidad de la vida y las circunstancias que impactan nuestra realidad. Aunque nuestros pensamientos y actitudes pueden tener influencia en nuestras acciones y elecciones, existen numerosos factores externos y variables que desempeñan un papel en los resultados. Ignorar estos factores puede llevarnos a adoptar una visión reduccionista y simplista de la realidad, lo cual puede perjudicar nuestro crecimiento personal y nuestra habilidad para enfrentar situaciones difíciles.
  • Supresión de las emociones negativas: La Ley de la Atracción puede ser considerada como una forma de pensamiento positivo tóxico, donde se espera que las personas estén siempre felices y positivas, sin permitirse reconocer o procesar emociones negativas. Esta perspectiva puede resultar en la represión de emociones genuinas y dificultar el desarrollo de habilidades adecuadas para hacer frente al estrés y los desafíos emocionales. En conclusión, si bien el pensamiento positivo con su Ley de la Atracción puede tener algunos beneficios, como promover una mentalidad positiva y visualizar metas, es importante analizarla críticamente desde una perspectiva psicológica. El hecho de sentirnos culpables y/o responsables por situaciones ajenas a nosotros o el hecho de suprimir emociones negativas, puede ser muy perjudicial psicológicamente. Si nos esforzamos por estar felices todo el tiempo, podemos sentirnos culpables o avergonzados por experimentar emociones negativas, lo cual es una parte natural de la experiencia humana. La negación de nuestras emociones genuinas puede generar un sentimiento de desconexión con nosotros mismos y dificultar la construcción de relaciones auténticas con los demás. Del mismo modo, centrarse demasiado en el pensamiento positivo puede resultar en la minimización de problemas reales y la falta de atención hacia situaciones difíciles. Al intentar mantener una actitud positiva constantemente, corremos el riesgo de negar o subestimar los desafíos y dificultades que enfrentamos. Esto puede dificultar la búsqueda de soluciones efectivas y la toma de decisiones informadas, ya que nuestra preocupación principal es mantener una imagen positiva en lugar de abordar los problemas directamente. En definitiva, es crucial comprender que la felicidad no es un estado perpetuo al que debamos aspirar incesantemente. Las emociones forman parte inherente de nuestra experiencia humana y todas ellas desempeñan un papel significativo en nuestra salud psicológica y bienestar. Es importante permitirnos experimentar toda una variedad de emociones y concedernos el permiso de sentir tanto la felicidad como la tristeza, la ira o el miedo.

La diferencia entre el pensamiento positivo y el pensamiento positivo tóxico

Es importante destacar que el pensamiento positivo en sí mismo no es negativo, pero puede volverse tóxico cuando se lleva a extremos y se niegan las emociones negativas legítimas. Un enfoque equilibrado y realista es fundamental para mantener una buena salud psicológica y emocional.

Para facilitar la comprensión de esta distinción, a continuación se presenta un listado de diferencias entre el pensamiento positivo y el pensamiento positivo tóxico:

  • Reconocimiento de emociones negativas: El pensamiento positivo reconoce la existencia de emociones negativas y permite procesarlas de manera saludable, mientras que el pensamiento positivo tóxico tiende a negar o minimizar estas emociones, lo cual puede llevar a la represión y la falta de afrontamiento adecuado.
  • Realismo: El pensamiento positivo busca mantener una actitud optimista sin perder de vista la realidad y los desafíos que enfrentamos. En cambio, el pensamiento positivo tóxico puede llevar a una visión distorsionada de la realidad, minimizando los problemas y dificultades reales.
  • Autenticidad emocional: El pensamiento positivo permite una expresión auténtica de emociones, reconociendo que todas las emociones tienen su validez y propósito. Por otro lado, el pensamiento positivo tóxico puede presionar a las personas para que oculten o nieguen emociones negativas, lo cual puede generar una falta de autenticidad y dificultades para lidiar con ellas.
  • Desarrollo de habilidades de afrontamiento: El pensamiento positivo promueve el desarrollo de habilidades de afrontamiento adecuadas para manejar el estrés y los desafíos emocionales. En contraste, el pensamiento positivo tóxico puede dificultar el desarrollo de estas habilidades al evitar enfrentar los problemas de manera efectiva.
  • Autoaceptación: El pensamiento positivo fomenta la aceptación de uno mismo, incluyendo tanto las fortalezas como las debilidades, reconociendo que somos seres humanos completos con una variedad de emociones y experiencias. Por otro lado, el pensamiento positivo tóxico puede generar una presión excesiva por ser perfecto y evitar cualquier indicio de debilidad.
  • Equilibrio emocional: El pensamiento positivo busca un equilibrio emocional saludable al permitir experimentar una amplia gama de emociones y encontrar formas constructivas de afrontarlas. El pensamiento positivo tóxico puede llevar a una polarización emocional, donde solo se aceptan las emociones positivas y se rechazan o se niegan las negativas.

Está bien estar mal

Es fundamental reconocer la importancia de experimentar y expresar las emociones negativas. Todas las emociones, tanto positivas como negativas, desempeñan un papel crucial en nuestra experiencia como seres humanos. A menudo, tendemos a evitar o reprimir las emociones negativas por miedo a sentirnos abrumados o caer en un ciclo de autocompasión o victimismo. No obstante, negar estas emociones puede tener consecuencias perjudiciales para nuestro bienestar mental y emocional.

Permitirnos sentir y expresar las emociones negativas nos brinda la oportunidad de procesar y comprender nuestras experiencias de manera más completa. Al reconocer y aceptar estas emociones, les permitimos existir y nos abrimos a aprender de ellas. Este proceso nos ayuda a desarrollar una mayor autoconciencia, comprender nuestras necesidades y reconocer los factores que desencadenan nuestras emociones. A su vez, nos capacita para tomar decisiones más informadas en nuestras vidas.

Es importante tener en cuenta que sentir las emociones negativas no implica caer en el victimismo o la autocompasión. La clave está en asumir la responsabilidad de nuestras emociones y acciones, reconociendo que somos agentes activos en nuestras propias vidas. Al expresar nuestras emociones negativas, podemos comunicar nuestras necesidades y preocupaciones de manera constructiva y respetuosa, tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás.

La expresión saludable de las emociones negativas implica buscar el apoyo adecuado, ya sea a través de amigos, familiares o profesionales de la salud mental, para explorar y comprender mejor nuestras experiencias emocionales. Este proceso nos permite desarrollar habilidades efectivas de afrontamiento, aprender a regular nuestras emociones y encontrar formas constructivas de lidiar con los desafíos que enfrentamos en la vida.

En resumen, permitirnos sentir y expresar las emociones negativas de manera saludable es esencial para nuestro crecimiento emocional y nuestro bienestar psicológico. Al hacerlo, nos brindamos la oportunidad de aprender, crecer y desarrollar una mayor comprensión de nosotros mismos y de los demás. Al mismo tiempo, evitamos caer en el victimismo o la autocompasión al asumir la responsabilidad de nuestras emociones y acciones, lo cual sienta las bases para nuestro crecimiento personal y nuestras relaciones interpersonales de manera sólida.

Bibliografia

Ehrenreich, B. (2012). Sonríe o muere: la trampa del pensamiento positivo. Turner.

García Pérez, M. D. C. (2016). Emociones positivas, pensamiento positivo y satisfacción con la vida.

Pérez-Álvarez, M. (2012). La psicología positiva: magia simpática. Papeles del psicólogo, 33(3), 183-201.

Peiffer, V. (2007). Pensamiento positivo. Ediciones Robinbook.