La depresión es una problemática que arrastra la sociedad desde hace muchos años, de hecho, va en aumento y según la Organización Mundial de la Salud, actualmente la padecen 300 millones de personas (incremento del 22% entre el 2005 y 2019). No hay que darle la espalda a este trastorno, tenemos que ser conscientes que en sus casos más graves puede llevar al suicidio; de hecho, es la causa de muerte de unas 800.000 personas al año. Debemos hacerle frente a este trastorno, y desde el centro de psicología Canvis os queremos dar la información necesaria para que el lector sepa qué es la distimia, su sintomatología, sus factores de riesgo y cómo se trata desde el centro.

¿Qué es la distimia y cuáles son sus síntomas?

El término distimia se empezó a utilizar en el año 1980, proviene del griego y significa estado anímico defectuoso o enfermo (Zúñiga etal., 2005). La distimia también se denomina trastorno depresivo persistente, nombre más común que nos puede dar una idea general. A diferencia de la depresión mayor, la distimia es más leve, pero de larga duración. Cabe destacar que muchas veces también se pueden dar los dos trastornos a la vez, es decir, distimia con episodios de depresión mayor.

Así pues, la distimia es un trastorno de raíz afectiva y crónico. La aparición de dicho trastorno se puede clasificar en dos etapas:

  • Inicio temprano: antes de los 21 años (la aparición de la sintomatología es gradual). Es la de mayor prevalencia.
  • Inicio tardío: después de los 21 años (la aparición de la sintomatología es más espontánea y como respuesta a un efecto estresor).

Según la clasificación del DSM-5, para poder diagnosticar a una persona de distimia se tienen que cumplir los siguientes criterios:

Criterio A: Estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día durante un mínimo de dos años. Este estado tiene que estar más días presente que ausente.

Criterio B: Tienen que aparecer dos o más de los siguientes síntomas:

  • Pocas ganas de comer o sobrealimentación
  • Problemas del sueño (insomnio o hipersomnia)
  • Falta de energía o presencia de fatiga
  • Autoestima baja, dañada
  • Dificultad para concentrarse
  • Sentimiento de desesperanza

Criterio C: Durante los 2 años, la persona nunca ha estado sin los criterios A y B dos meses seguidos.

Criterio D: Los criterios para un trastorno depresivo mayor pueden estar presentes de manera continua durante dos años.

Criterio E: No ha habido existencia de un episodio maníaco o hipomaníaco.

Criterio F: El problema no se explica mejor por los siguientes trastornos: esquizoafectivo persistente, esquizofrenia, trastorno delirante u otro trastorno relacionado con la esquizofrenia o trastorno psicótico.

Criterio G: La sintomatología no se puede atribuir a una substancia (droga o medicamentos).

Criterio H: Los síntomas causan un malestar significativo o deterioro laboral, social, familiar, etc.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo pueden ser muchos y variados. Por ejemplo, en la distimia de inicio temprano normalmente los factores de riesgo están relacionados con traumas de la infancia, antecedentes familiares (genética), TDAH y episodios anteriores de depresión de los que el individuo no se ha recuperado. Por otro lado, en la distimia de inicio tardío, los factores de riesgo son aquellos relacionados con sucesos de un estrés significativo (procesos de duelo, quedarse sin trabajo, consumo de drogas, por ejemplo). De todas formas, lo vamos a esquematizar en tres grupos de factores de riesgo:

  • Biológicos: son los factores de difícil control. Por ejemplo, según la hipótesis aminérgica, la deficiencia de serotonina, noradrenalina y dopamina en el SNC podría ser una de las causas de la depresión. También, cuando la conexión entre las zonas del hipocampo, la amígdala y el núcleo estriado ventral no funcionen bien, también pueden ser un factor que te hace vulnerable a sufrir dicho trastorno (Jiménez , 2013).
  • Ambientales: el entorno que te rodea puede determinar muchas de tus conductas y muchos de tus estados emocionales. Por ejemplo, formar parte de una familia disfuncional y, por lo tanto, haber crecido en un entorno inestable es un claro factor de riesgo. Por otro lado, el estrés social o como uno se desenvuelve en la sociedad pueden causar también la depresión. Muchos de los factores ambientales no los podemos controlar, pero muchos otros sí. Es importante evaluar cuáles te hacen sentir bien y cuáles mal, y si puedes hacer algo para evitar los que no te convienen, actúa.
  • Psicológicos: los esquemas cognitivos disfuncionales son aquellos esquemas aprendidos que delante efectos ambientales hacen que los afrontes de una manera u otra. Concretamente, los esquemas disfuncionales pueden llevar al individuo a actuar de una manera poco funcional que le lleve a estados depresivos. También cabe destacar la visión negativa que puede tener el individuo sobre si mismo, sobre sus experiencias y sobre su futuro. Estos factores son potencialmente tratables en consulta, de hecho, deben ser tratados para que el individuo pueda empezar a notar ciertos cambios cognitivos que después derivaran en cambios conductuales.

¿Cuándo ir al psicólogo por la distimia?

Desde el primer momento. Cuando un paciente viene a consulta con el diagnóstico de distimia, lleva intrínseco 2 años de sufrimiento que deben ser escuchados, comprendidos y aceptados por el terapeuta. Cuando antes se inicie el tratamiento, antes se dejará de sufrir.

Psicoanálisis y distimia

El tratamiento de la distimia no es muy diferente del tratamiento del trastorno depresivo mayor. Dado su impacto e interferencia en la vida diaria de la persona, el abordaje psicológico suele combinarse con el farmacológico, especialmente en el inicio del tratamiento.

Desde el centro de psicología Canvis, el tratamiento de la distimia se realizará de manera exhaustiva. Los terapeutas intentaremos transformar la sesión en algo más que una revisión de los síntomas que presenta el paciente y haremos progresar la terapia. En las primeras sesiones nos centraremos en el vínculo terapéutico, después invitaremos al paciente a revisar sus experiencias vitales, escucharemos todo lo relacionado con la psico biografía, iremos al pasado, revisaremos las relaciones que se mantuvieron con las figuras cuidadoras, el estilo de apego, así como los actuales vínculos con estas figuras u otras. Será importante evaluar qué aspectos del paciente lo han llevado al estado actual para que puedan ser tratados. Desde el centro de psicología Canvis, el tratamiento siempre será en función del terapeuta asignado y su manera de trabajar.

Desde el psicoanálisis, consideraremos que el tratamiento habrá terminado cuando el paciente no padezca a causa de sus síntomas, haya superado sus angustias y que el terapeuta considere que el paciente ha hecho consciente aquello reprimido para que no se repitan los procesos disfuncionales (Otero, 2015).

¿Qué resultados esperar de la terapia?

El proceso no es instantáneo, es importante entender que cuando se inicia una terapia, los resultados no se dan al momento, ni al cabo de poco tiempo. El proceso es largo, laborioso y hasta puede ser doloroso al tener que tratar diferentes aspectos que dolieron en el pasado. La probabilidad de recuperación de los pacientes con distimia se incrementa lentamente durante los primeros 35 meses de seguimiento y luego se estabiliza. Incluso después de 5 años, sólo se recuperan la mitad de los pacientes según un estudio longitudinal (Jiménez, etal., 2013).

Uno de los principales inconvenientes en la adherencia a la terapia es el tiempo, ya que los primeros resultados se producen como mínimo después de 18 sesiones (unos 5-6 meses). Esto lleva a que el paciente muchas veces abandone el proceso por no ver resultados a corto plazo. Por este motivo, desde el centro de psicología Canvis, queremos insistir en la necesidad de entender que el proceso es largo, y sólo si se respeta esta parte temporal del tratamiento, puede llegar el éxito terapéutico.

Por otro lado, se ha investigado que los pacientes que consiguen recuperarse de la distimia tienen un alto riego de recaída, por este motivo será muy importante hacer un seguimiento y por encima de todo conocer, interiorizar y entrenar herramientas que tengan función a largo plazo.

Consecuencias de no tratar la distimia

Desgraciadamente, una de las consecuencias más duras puede ser el suicidio del individuo. Recordemos que es la causa de muerte de unas 800.000 personas al año. Por suerte, este no es el final para muchos de los pacientes con distimia, pero claro está que, si no es tratada, el paciente vivirá de manera disfuncional, con todos los ámbitos de su vida (personal, familiar, laboral, social) afectados. Además, es un trastorno que no sólo afecta a la persona que lo padece, sino también a su entorno. Y cabe la posibilidad de sufrir un aislamiento social que puede aumentar la sintomatología distímica.

La literatura médica ha vinculado la depresión persistente con un mal fucioamiento del sistema inmunológico, hecho que puede facilitar la aparición de otras enfermedades. Las personas con distimia se pueden llegar a acostumbrar a la sintomatología leve y entonces no buscan ayuda. El diagnóstico y tratamiento precoces pueden ser la clave para el éxito terapéutico.

En conclusión, desde el centro de psicología Canvis queremos concienciar a la población de la importancia de tratar todos los trastornos depresivos. Empezar una psicoterapia puede ser el inicio de un cambio radical en tu vida, teniendo en cuenta que los cambios requieren esfuerzo, tiempo y paciencia.

Bibliografía

Jiménez, M., Gallardo, G., Villaseñor, T. y González, A. (2013). La distimia en el contexto clínico. Revista colombiana de psiquiatría. 42(2), 212-218. DOI: 10.1016/S0034-7450(13)70008-8

Oterio, J., Alés, A. y Vucínovich, N. (2015). Grupos de alta para pacientes con distímia crónica: una propuesta psicoterapéutica orientada al fin de tratamiento. Revista Asociación Española de Neuropsiquiatría. 35(127), 527-540. doi: 10.4321/S0211-57352015000300006

Zúñiga, A. (2005). Los trastornos del estado de ánimo. Coordinación de publicaciones digitales. 6(1), 2-14-.