Los niños diagnosticados de TDAH presentan una serie de dificultades que generan una gran preocupación en sus padres, por los problemas que viven en el día a día en diferentes ámbitos (casa, escuela, relaciones sociales, etc.) y por los miedos que sienten al pensar en el futuro de su hijo/a.

El TDAH genera un impacto negativo en el sistema familiar, que implica un desgaste importante en los padres que suelen presentar niveles altos de estrés y problemas de relación tanto en el núcleo familiar como en el resto de relaciones sociales.

La familia tiene un claro efecto en la evolución del trastorno, por ello es imprescindible el asesoramiento a los padres y si se considera conveniente la intervención psicológica para trabajar con las dificultades que van surgiendo tanto a nivel conductual como emocional, la comunicación, el manejo del estrés, los problemas de relación entre los diferentes miembros de la familia, la percepción negativa hacia el/la hijo/a, la autoestima, etc. Ya que existe evidencia de que las intervenciones que incluyen al niño, la familia y la escuela, tienen un efecto positivo en la familia.

QUÉ ES EL TDAH

Actualmente existe una preocupación tanto entre los profesionales de la salud como entre la población general ante un posible exceso de diagnósticos de TDAH y su tratamiento con fármacos estimulantes.

También existe una preocupación entre muchos padres y madres por la posibilidad de que su hijo o hija pueda padecer este trastorno, si observan que se mueve mucho, que le cuesta estar un tiempo seguido realizando la misma actividad, o que presenta dificultades para tolerar la frustración.

Por ello es importante tener conocimientos sobre el desarrollo evolutivo en la infancia, para poder detectar aquello que es normal a una determinada edad y distinguirlo de los aspectos patológicos.

El diagnóstico de TDAH se realiza hacia los 6-7 años, ya que antes las funciones atencionales no son sólidas y los tests parar realizar el diagnóstico están baremados a partir de esta edad.

Se estima que un 5% de la población infantil es diagnosticada de este trastorno, siendo más frecuente en hombres que en mujeres.

En lo que refiere a las causas no existe consenso, pero actualmente se asume una base biológica y la influencia de aspectos psicológicos, sociales y ambientales.

  • El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales realizado por la Asociación Americana de Psiquiatría, es el manual de referencia para gran parte de los profesionales sanitarios en el diagnóstico de trastornos mentales. En su versión más reciente (2013), el DSM-5, establece una serie de criterios diagnósticos en el TDAH:

– los síntomas deben estar presentes en 2 o más contextos. Por ejemplo en casa y en la escuela.

– los síntomas interfieren de forma significativa en el funcionamiento social, académico o laboral.

– algunos de los síntomas estaban presentes antes de los doce años y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental.

– los criterios diagnósticos se subdividen en función de la presentación de síntomas de inatención, hiperactividad o ambos. Tanto el diagnóstico de inatención como el de hiperactividad debe contar con seis o más síntomas característicos, con una duración mínima de 6 meses.

Inatención: errores en las tareas por fallos en la atención o descuidos, pierde cosas necesarias, se distrae con facilidad, olvida las actividades cotidianas, dificultades para organizarse, parece no escuchar, etc.

Hiperactividad e impulsividad: se retuerce en el asiento, se levanta en situaciones que se espera que permanezca sentado, incapaz de jugar o ocuparse tranquilamente de actividades recreativas, interrumpe, le es difícil esperar su turno, etc.

RECIBIR EL DIAGNÓSTICO

En general, la presencia de un hijo con TDAH tiene un impacto negativo en la familia. Los padres suelen presentar niveles altos de estrés asociado al comportamiento de sus hijos. A menudo se sienten sobrepasados, agobiados, insatisfechos, con sensación de sobrecarga, sentimientos negativos hacia su hijo y dudas acerca de su capacidad para ejercer como padres. Todo ello añade sentimientos de frustración, culpa y baja autoestima.

El cuidado de los hijos supone una inversión importante de tiempo y recursos personales, que en el caso de padres con un hijo con TDAH seguramente será mayor. Además resulta complicado que otros familiares y/o amistades quieran hacerse cargo del niño, por lo que los padres pueden tener menos tiempo para ellos mismos, tanto a nivel individual, como de pareja, lo que puede acarrear una presión añadida, al no disponer de tiempo para realizar actividades que les resulten satisfactorias y que les permitan descansar. Esto puede tener consecuencias en la pareja, aumentando los problemas matrimoniales.

Tal y como explica la psicóloga María Chamorro Ortiz: “el niño con TDAH es un niño que se despista con facilidad, que le cuesta seguir el hilo, que tiene dificultades para estructurar la información, que se le pierden las cosas, se frustra con mucha facilidad, reacciona emocionalmente con rabietas y gritos. Los padres se sienten sobrepasados, sus hijos tienen un rendimiento académico más bajo del esperado. Y ante esta situación, acuden al especialista, al psicólogo, al neurólogo o al psiquiatra, muchas veces alertados desde el colegio, cuando la conducta del niño comienza a condicionar su rendimiento académico y sus relaciones sociales. Algunos padres expresan el alivio que supone que un especialista haya puesto nombre a lo que le pasa a su hijo.”

Es habitual que personas que presentan una serie de problemas o síntomas que no saben explicar, ya sea a nivel físico o mental, cuando reciben un diagnóstico que pone nombre a lo que les está pasando se sienten aliviados ya que el diagnóstico les permite entender. Otras personas pueden evitar el problema y muestran reacciones de negación y rechazo.

En cualquier caso, una vez se recibe el diagnóstico, aceptar la realidad del trastorno suele implicar miedos, dudas, tristeza y preocupación ante la incertidumbre y las posibles repercusiones en la vida del niño a nivel social y académico. Y más, teniendo en cuenta que el desarrollo evolutivo del TDAH tiene un carácter heterogéneo y no es fácil establecer predicciones seguras. Además la posible prescripción de un tratamiento farmacológico también suele generar sentimientos negativos en los padres.

Es pues, un momento delicado para la familia y será importante respetar sus tiempos y permitir la elaboración y aceptación de la información recibida.

La confirmación del diagnóstico suele venir acompañada de un plan de tratamiento que incluye a la familia. Una familia que se ve afectada, probablemente desde hace tiempo, por una situación estresante, que supone un desgaste a nivel físico, mental y social. Y que puede vivir la implicación en el tratamiento de su hijo como una carga añadida a su día a día.

UNA INTERVENCIÓN QUE INCLUYE A LA FAMILIA

Una vez realizado el diagnóstico, la intervención dirigida al niño con TDAH, incluye al niño, la familia y la escuela, ya que los niños aprenden y se desarrollan en diversos contextos y todos ellos son importantes.

“La familia tiene un claro efecto modulador en la evolución del trastorno por déficit de atención con hiperactividad, las intervenciones multicomponente en las que se incluye al niño, la familia y la escuela con el fin de poder generalizar los comportamientos en el entorno natural y coordinarse para trabajar en la misma dirección, tienen un efecto positivo en la familia, disminuyendo los niveles de estrés, los sentimientos y actitud de los padres y mejorando el comportamiento de los hijos” (Ana Clemente Cortés).

“En sus primeros años, será en el contexto familiar donde los niños comenzarán a aprender a relacionarse y a comportarse. Por ello, la familia y especialmente los padres, deben ser conscientes de que el niño aprende más de lo que observa y ve a su alrededor (cómo actúan se comunican, cómo se relacionan, cómo resuelven situaciones o problemas…) que de lo que se le dice, o a través de las normas que se le imponen. Como modelos directos deben saber que comportarse de manera tranquila, no levantara la voz, desarrollar un clima familiar cálido, alegre y seguro, acordar las normas conjuntamente, procurar comunicarse de forma efectiva, etc., son actuaciones positivas que estamos transmitiendo de manera consciente e inconsciente a nuestros hijos. Para conseguir esto, es fundamental que los padres lleven a cabo un análisis individual, como pareja y como padres de aquellas cosas que deberían modificar, aprender, reaprender, corregir o evitar. Identificar los errores propios y asumirlos es un proceso costoso y que en ocasiones requiere ayuda por parte de una persona externa: la pareja, una amigo/a, un terapeuta, etc)”.(Fundación CADAH).

Además de identificar los aspectos problemáticos, los errores, y los aspectos a modificar, es importante que la familia identifique sus necesidades, su estado emocional y físico, sus límites, sus fortalezas. Y la posible necesidad que presentan los padres de ser cuidados o cuidarse para poder cuidar de forma efectiva a sus hijos.

Desde una mirada psicoanalítica, Alfons Icart Pujol explica: “en los niños hiperactivos observados por nosotros, con frecuencia había una madre más necesitada de ser cuidada que no de cuidar; una madre que no había estado suficientemente atendida por su propia madre y con dificultades para llevar a cabo las funciones maternas. Una madre que no puede contener sus propias emociones y que las expresa a través de la actividad. Con frecuencia observamos que las madres de los niños hiperactivos, a menudo, no pudieron introyectar unos padres contenedores, capaces de procesas la ansiedad y estimular el crecimiento. Sienten que la experiencia con ellos fue deficiente o poco satisfactoria. El padre del niño hiperactivo, que está acostumbrado a estar sobreprotegido y cuidado por sus padres, tampoco ha desarollado un yo suficientemente fuerte como parar contener sus propias necesidades y las de su pareja, quedando entonces, desbordado ante las demandas de su hijo. Tenemos pues, unos padres más necesitados de ser cuidados que preparados para ejercer la función paterna. (…) Más adelante los padres pudieron hablar de sus carencias afectivas y de sus dificultades para desarrollar las funciones paternas. En la medida que se sintieron escuchados, comprendidos y contenidos por nosotros, fue mejorando su relación con sus hijos”.

En cualquier caso, cada niño con TDAH es único y cada familia también y la valoración del sistema familiar dependerá de factores como las conductas concretas, las cogniciones, la personalidad, los sentimientos y emociones de sus miembros y sus relaciones. La escuela, economía, el trabajo, la vivienda, los sucesos vitales, el apoyo recibido, sus propios recursos, y el momento temporal.

CÓMO MEJORAR LA SITUACIÓN A NIVEL FAMILIAR

Para mejorar la situación a nivel familiar es importante atender las necesidades de cada miembro de la familia y del conjunto. Analizar los puntos fuertes y las debilidades, para buscar soluciones realistas orientadas a objetivos concretos.

“Es necesario que los programas de asesoramiento a padres tengan en cuenta el impacto que genera el TDAH en el sistema familiar y se les instruya en estrategias para el manejo del estrés, se trabaje de forma concreta sus emociones, la percepción o atribuciones negativas que tienen de sus hijo y cómo pueden construir un estilo educativo democrático basado en una comunicación eficaz. Los tratamientos multicomponente, en las que se incluye al niño, la familia y la escuela tienen un efecto positivo en la familia, disminuyendo los niveles de estrés, los sentimientos y actitud de los padres y mejorando el comportamiento de los hijos” (Ana Clemente Cortés).

Por ello es importante que los padres se cuiden a sí mismos, para poder cuidar mejor de  sus hijos.

  • Aspectos a tener en cuenta para mejorar el funcionamiento familiar:

Observación consciente: es primordial empezar por observarnos a nosotros como padres, como pareja, como individuos, para poder tomar conciencia de lo obvio, de los problemas concretos, de las necesidades y de nuestros recursos.

Escucha activa: atender a lo que me está diciendo mi hijo o mi pareja, tanto la comunicación verbal como la no verbal, dedicar un tiempo a escuchar, poniendo en duda mis interpretaciones o prejuicios.

Fomentar la empatía: procurar ponerme en el lugar de la otra persona.

Fomentar la comunicación asertiva: expresarnos teniendo en cuenta nuestro punto de vista o nuestras necesidades, pero respetando las de los demás. Buscar momentos en los que el niño esté receptivo para comunicarle cosas importantes o realizar críticas constructivas, ya que si él o nosotros estamos enfadados o frustrados la comunicación probablemente será tóxica.

Evitar etiquetas, críticas no constructivas y generalizaciones: a menudo el diagnóstico de TDAH supone colgarle una etiqueta a nuestro hijo/a, que va a condicionar nuestra mirada hacia él/ella, añadiendo una serie de etiquetas negativas y críticas que van a afectar a su autoconcepto y autoestima. También debemos tener cuidado con las generalizaciones como el “siempre” o el “nunca” que seguramente pondrán el acento en lo negativo y nos impedirán ver aspectos positivos.

Establecer unos horarios que permitan dedicar un tiempo a las tareas y un tiempo al descanso y a las actividades placenteras, tanto a nivel individual como en familia.

Establecer rutinas y hábitos que permitan organizar el día a día, facilitando un modo de vida ordenado que proporcione estabilidad y seguridad a nuestro hijo.

Adaptar el aprendizaje del niño a sus capacidades y dividir las tareas en períodos de tiempo cortos, con descansos y refuerzos.

– Procurar que las normas y las instrucciones sean claras (debemos evitar dar indicaciones ambiguas que generen confusión), directas, concretas y que los enunciados estén formulados en positivo, evitando el uso del “no”. Por ejemplo, es preferible decir “habla flojo” que “no grites”, o pedirle que “no te subas al sofá” que “ten cuidado con las cosas de casa”.

Anticipar situaciones conflictivas: tratar de planificar la situación.

Evitar las acusaciones en público: ya que genera agresividad y sentimientos de culpa.

Destacar las habilidades, las virtudes y los puntos fuertes del niño y estimularlas para incrementar su autoestima y sentimientos de eficacia.

Buscar apoyo cuando sea necesario: tanto por parte de la familia o personas de confianza o por profesionales cuando se considere oportuno.

En el Centro de Psicología Canvis de Barcelona, nuestro equipo de psicólogos/as te puede proporcionar el apoyo y acompañamiento que necesites si tu hijo/a presenta el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, tanto para mejorar la relación con él y de esta manera fomentar un clima familiar más sano y positivo para toda la familia, como para tratar los diferentes problemas que pueden surgir a nivel de pareja o en las relaciones con los demás. En Canvis atenderemos tu caso de forma personalizada, para poder establecer tus dificultades, necesidades y recursos particulares, para así definir de forma conjunta el tratamiento más adecuado al momento y la situación actual.

Bibliografía:

-La Familia: Modelo de actuación para un niño con TDAH. Fundación CADAH

-Tratamiento del niño hiperactivo a través de la familia. Alfons Icart i Pujol (2007)

-La familia como factor protector en la evolución del TDAH. Ana Clemente Cortés.

-¿Qué les pasa a las familias que tienen un hijo diagnosticado de TDA?. María Chamorro Ortíz. La Razón.