Desde el mismo momento de la concepción, o podríamos decir que incluso antes de la concepción, cuando una mujer se plantea la posibilidad de ser madre, aparecen una serie de sentimientos, emociones y pensamientos acerca de la maternidad, los hijos, el embarazo, el parto, la crianza, etc., que van a influir en la gestante en el caso de que se produzca el embarazo.

Todas estas representaciones mentales y reacciones emocionales de la mujer van a tener un impacto en la forma que tendrá de vincularse con su hijo/a ya desde el embarazo a un nivel emocional, pudiendo aparecer diferentes formas de relacionarse : desde el amor, la seguridad, el miedo, el rechazo, la negación, etc.

La comunicación que se establece entre la madre y el bebé durante el embarazo, tanto a nivel físico como emocional, va a tener un impacto en ambos y por ello es importante cuidar esta relación y en el caso de que la madre sienta emociones negativas, debe saber que con el apoyo necesario es posible mejorar su estado, para que su embarazo sea lo más sano y satisfactorio posible.

Factores que intervienen en el embarazo:

La gestación implica una serie de factores: biológicos, cognitivo-conductuales, de personalidad, sociales y emocionales, que se relacionan entre ellos y que van a tener un impacto en la mujer y en la forma en que ésta se relaciona con su bebé y su embarazo. Es importante tenerlos todos presentes cuando hablamos del vínculo que se establece entre la madre y el hijo durante el embarazo

Factores biológicos: la gestante experimenta importantes cambios físicos en casi todo el cuerpo: sistema hormonal, digestivo, urinario, circulatorio, limfático, muscular, etc. Cada mujer puede vivir de una forma muy diferente el crecimiento de su barriga, los cambios en su silueta, los vómitos o las náuseas, los primeros movimientos fetales, las patadas, y todo ello va a afectar a la relación que establece con su hijo durante la gestación.

Factores cognitivo-conductuales: las representaciones o imágenes mentales que la mujer tiene antes y durante el embarazo, acerca de la maternidad, la crianza, el parto, etc. van a influir en el vínculo que va a establecer con su bebé desde el momento de la gestación. El proceso de convertirse en madre implica importantes cambios en la identidad y los roles de la mujer. La valoración que hace la mujer sobre la gestación y el deseo de estar embarazada y la valoración sobre los propios recursos para afrontar el embarazo y la crianza, va a ser muy importante a la hora de afrontar el embarazo.

El embarazo y la crianza también pueden comportar cambios importantes a nivel conductual que van a tener una repercusión en el día a día de la embarazada, como pueden ser cambios de hábitos muchas veces pautados por los médicos, o limitaciones a la hora de realizar determinadas tareas.

Factores sociales: la calidad de las relaciones que mantiene la mujer durante el embarazo y el apoyo percibido, especialmente por la pareja, en caso de tenerla, va a ser un elemento muy importante para la mujer. Otros factores como la situación económica o laboral, la conciliación entre el embarazo y el trabajo también van a tener repercusiones importantes para la embarazada.

Factores emocionales: el embarazo es un proceso que puede generar sentimientos muy diferentes en las futuras madres, ya que por un lado aparecen sentimientos positivos como la alegría o el amor y por otro lado la incertidumbre, las preocupaciones, el miedo a posibles complicaciones y algunos cambios de humor que se experimentan, pueden generar malestar.

Habitualmente durante el embarazo se da mucha importancia a los controles médicos, al cuidado del cuerpo y los hábitos saludables, a las compras que hay que realizar para la llegada del bebé y en cambio se da poca información realista sobre los estados emocionales de la mujer. Existen ciertos mitos sobre el estado emocional de la mujer durante la gestación, como por ejemplo “que las mujeres embarazadas viven un momento de enorme felicidad”, cuando muchas veces la gestante sufre estrés, preocupaciones o ansiedad, o que “es normal que la mujer embarazada se pase el día llorando”.

La mujer suele recibir cierto apoyo a nivel sanitario para prepararse para el parto, pero tampoco suele existir un acompañamiento emocional que le permita conectar con sus emociones, su cuerpo y el bebé que está creciendo en su interior, para que pueda respetar al máximo su ritmo y sus necesidades y surja un vínculo sano y satisfactorio entre los dos.

Los cambios de ánimo de la madre influyen en el bebé. Por ejemplo cuando la mujer sufre un estrés intenso y prolongado, el corazón aumenta sus latidos, sube la presión sanguínea y segrega cortisol, generando un impacto en el feto.

 

Comunicación entre madre e hijo/a durante el embarazo

Los estudios científicos realizados en las últimas décadas han permitido saber que los fetos en desarrollo responden a los estímulos, recuerdan y se comunican con su madre.

Durante el embarazo, el bebé se desarrolla en un ambiente biológico, energético, vibracional, rodeado de movimientos, sonidos, voces, luces, sensaciones físicas, etc., que crea una comunicación, una relación con su madre y el exterior.

Como afirma Natalia López en el informe publicado por la Universidad de Navarra sobre Comunicación materno-filial en el embarazo: “las interacciones entre moléculas y los intercambios celulares que se establecen entre el hijo y la madre durante la gestación crean una íntima convivencia de dos vidas.”

Desde el primer momento de la gestación existe un intercambio de información, una comunicación biológica que genera una relación entre madre e hijo y por lo tanto un vínculo entre los dos. La gestante puede empezar a sentir y experimentar cambios físicos en su cuerpo incluso antes de saber que está embarazada.

El vínculo de apego afectivo y emocional también forma parte del proceso natural del embarazo. La mujer puede experimentar cambios psicológicos antes incluso de quedarse embarazada, cuando aparecen las primeras expectativas, deseos, ilusiones, miedos, etc. Por ello cuando una mujer pierde a su hijo durante el embarazo la huella emocional que genera la relación que se había creado puede durar toda la vida.

La comunicación madre-hijo puede ser más o menos consciente o inconsciente, pero tendrá un impacto tanto en la madre como en el bebé.

Explica Natalia López que “el diálogo madre-hijo en la primera etapa de la vida es real e interpersonal, hecho con un tipo de palabras que parte de las señales moleculares que traducen los cuerpos personales. Real porque es un diálogo que crea una unidad de vida -la más perfecta simbiosis- entre dos seres humanos.(…) La gestación pone al hijo en relación con el mundo interno de su cuerpo y con el mundo exterior que es su hábitat humano, con sus sonidos y olores. Son los lazos naturales”.

La misma autora indica que “es obvio que los vínculos que ligan a los progenitores con sus crías es condición de supervivencia de las especies. (…) Con el embarazo, el cerebro de la mujer cambia al responder a las consignas básicas que recibe del feto. Este vínculo se refuerza con el parto y la lactancia porque el contacto cuerpo a cuerpo potencia los circuitos neuronales más fuertes de la naturaleza. (…) Hay una fuerza natural que hace que cada ser humano experimente un impulso de amor y protección respecto de los seres que ha procreado”.

El mismo artículo especifica que a pesar de la evidente base biológica que existe en la reproducción, la transmisión de vida humana está liberada del automatismo biológico y ser madre o padre es mucho más.

El vínculo de apego surge en los padres biológicos, en los adoptivos y en general, en cualquier persona que de alguna manera se relacione con el bebé, ya sea antes, durante o después del embarazo.

 

El apego: vínculo afectivo entre madre-hijo

Sigmund Freud fue el primero en percatarse de la importancia de los sentimientos de las madres. Se dio cuenta de que las primeras etapas de la maternidad tenían efectos a largo plazo en la psicología del niño. Y que la educación emocional de los hijos no empezaba cuando estos nacían, sino en el útero” (Cristina Sáez, 2012).

La importancia del vínculo afectivo que se establece en las primeras etapas de la vida y su impacto en el origen y desarrollo de las relaciones con los demás, la personalidad y los problemas mentales ha sido estudiada y documentada durante las últimas décadas.

El concepto de apego fue creado por Bowlby, quién en 1969 planteó la teoría del apego y la define como un vínculo caracterizado por la realización de esfuerzos para mantener la proximidad y un contacto sensorial favorable en la relación entre dos personas. Según las experiencias repetidas (positivas, negativas o ambas) el niño o la niña desarrolla una serie de representaciones mentales sobre las relaciones con los demás, con el mundo y consigo mismo.

El apego tiene una base biológica relacionada con la supervivencia de la especie a través de la protección de los progenitores, pero en la formación del vínculo afectivo los factores sociales, emocionales y cognitivo-conductuales, van a tener una clara influencia.

Tipos de apego:

1- Apego seguro: la madre percibe, interpreta y responde de forma adecuada a las demandas del niño. La relación es cálida. Las personas que han recibido este tipo de apego son capaces de reconocer sus necesidades y buscan apoyo cuando lo necesitan, pues tienen un modelo mental positivo de si mismos y de los demás.

2- Apego inseguro-evitativo: los padres no están disponibles y son poco efectivos. La madre se muestra insegura ante sus propias reacciones emocionales. No valida el afecto del niño, lo rechaza y crea conflicto. El niño no se muestra nervioso por la ausencia de la madre, tiende a ignorar o evitar a los progenitores. La estrategia de regulación emocional del niño es diluir o contener la expresión emocional, rechazando las conductas de apego. Se muestran autónomos e independientes. Suelen convertirse en adultos que fallan en el reconocimiento de la angustia o la incomodidad y por lo tanto no buscan ayuda o consuelo. Perciben a los demás de forma negativa en términos de receptividad y disponibilidad al cuidado y se perciben a ellos mismos como no merecedores de ser cuidados.

3- Apego inseguro-ambivalente: los padres se muestran incoherentes, inseguros y no disponibles. Su estrategia de cuidado se basa más en la proximidad que en el cuidado correcto, siendo intrusivos e impidiendo la autonomía del niño. Los niños se muestran ansiosos anta la separación, no exploran prácticamente, pero cuando el cuidador regresa se muestran ambivalentes mostrando deseo de contacto, angustia por la separación y rechazo del otro. La estrategia de regulación emocional de los niños suele ser la exageración de las conductas de apego y de las demandas de atención, mostrando dependencia e inmadurez. Suelen ser adultos hipersensibles, con intensas expresiones de angustia, que tienden a buscar ser cuidados a la vez que presentan miedo a ser ignorados o abandonados.

 

Estilos de apego y relación madre-hijo durante el embarazo:

En un estudio realizado por Lua Grimalt y Eliana Heresi, las autoras investigan la asociación entre el estilo de apego materno recibido por la gestante y las representaciones que esta construye acerca de sí misma como madre, sobre su futuro hijo y sobre su propia historia de apego, durante el embarazo. Como indican las autoras “las representaciones maternas juegan un papel fundamental en la relación madre-hijo que se comienza a establecer antes del nacimiento del bebé”.

Los resultados de la investigación señalan que:

– la madre con un apego seguro: presenta una representación equilibrada coherente y flexible del niño, así como una concepción de sí misma como capaz de proveer cuidado y seguridad. Se observa una continuidad entre el estilo maternal de la propia madre.

la madre con apego inseguro evitativo: se esfuerza por evitar tener representaciones tanto del feto, como de sí misma como futura madre, como un intento de evitar la posible decepción. Su discurso es intelectual y no integra las emociones. Existe un deseo de ser diferente de su madre. Tiende a confiar poco en sus sentimientos y mucho en sus propias explicaciones mentales.

– la madre con apego inseguro ambivalente: representa a su hijo de manera ambigua y a sí misma con dificultades para contenerlo. Las representaciones se presentan cargadas de aprensividad en relación a la posibilidad de muerte, daño o incapacidad para llevar a cabo la función materna. Existen pensamientos negativos de temor y pérdida. El estilo maternal transmitido por la propia madre es considerado inconsistente e insegurizador por lo que la diferenciación con ella es un tema central.

 

Es importante poder detectar, de forma precoz, estos patrones de apego inseguro en la mujer ya que probablemente van a tener en ella una fuerte influencia a la hora de vincularse con su hijo, tanto durante el embarazo como después, generando un vínculo emocional negativo: evitativo, desde el miedo, el rechazo, la negación y/o las preocupaciones excesivas.

Con el apoyo y el acompañamiento necesario la mujer embarazada puede tomar conciencia de los patrones negativos que le impiden una relación sana y equilibrada y trabajar para potenciar un estilo de apego seguro que permita una relación con su bebé satisfactoria, íntima, basada en el amor, el cariño, la seguridad, el contacto, la aceptación y el respeto.

Es importante que la mujer se permita conectar con su cuerpo, sus necesidades y sus emociones, que se permita expresarlas, que tenga tiempo para escuchar y sentir al ser que está creciendo en su interior y a la vez se comunique con él/ella estableciendo un vínculo emocional sano y seguro.

 

En el centro de Psicología Canvis de Barcelona, nuestro equipo de psicólogos y psicólogas te puede acompañar en el proceso de conectar contigo misma, con tu embarazo, con tu bebé, parar detectar aquellos aspectos que pueden estar generando sufrimiento, para trabajarlos y reducirlos, proporcionándote o potenciando recursos positivos como la tranquilidad, el contacto, la escucha activa, la toma de conciencia, el cuidado, la seguridad, la autoestima que van a permitir que se establezca un vínculo sano y satisfactorio entre tu y tu bebé.

 

Bibliografía:

-Grimalt O, Lua, & Heresi M, Eliana. (2012). Estilos de apego y representaciones maternas durante el embarazo. Revista chilena de pediatría, 83(3), 239-246. https://dx.doi.org/10.4067/S0370-41062012000300005

– López Moratalla, Natalia (2009). COMUNICACIÓN MATERNO-FILIAL EN EL EMBARAZO. Cuadernos de Bioética, XX(3),303-315.[fecha de Consulta 8 de Julio de 2020]. ISSN: 1132-1989. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=875/87512342001

– Sáez Cristina,”Emociones desde el útero”, La Vanguardia, 2012