En esta entrada para el blog del centro psicología Canvis, vamos a hablar de los duelos no autorizados o también llamados, desautorizados. Es un concepto bastante desconocido por eso hemos creído importante y/u oportuno, dedicarle este espacio, pero antes de entrar en materia con la temática especifica y el trato que requiere tal situación, introduciremos que es el duelo.

El duelo en sí mismo no deja de ser un proceso natural en la vida de cualquier persona por el que pasamos después de vivir una pérdida, contrasta con ideas previas que consideraban que este proceso podía ser visto como una enfermedad. La palabra duelo viene del latín y significa dolor. Hace falta remarcar que está perdida puede ser de distintos tipos. La mayor parte del tiempo asociamos duelo con una muerte, pero no es la única situación en la que podemos experimentar dicha sensación de desamparo. La perdida de un trabajo, la ruptura de una relación de amistad o amorosa, o una enfermedad, entre otras situaciones y/o casuísticas.

El duelo ha sido una experiencia largamente tratada por la psicología. Desde la antigüedad el tema de la pérdida ha sido relevante para el ser humano, si nos fijamos en los procesos de aceptación de la muerte, es decir el duelo más reconocido, desde las primeras civilizaciones vemos hechos culturales para tolerar o procesar la muerte de un ser querido.

Desde la edad prehistórica con los ritos funerarios, hasta nuestros días hemos experimentado y vivido distintas formas de procesar la partida de las personas que nos rodean. Pero no todas las culturas perciben dicha separación de la misma manera. Las creencias propias, la fe o creencias de una vida después de la muerte ayudan a sobrellevar el duelo.

Es por ello que el duelo ha sido altamente estudiado por los investigadores, para entender las sensaciones, emociones, conductas que se viven ante la perdida. Estas pueden provocar vacío en el estómago, presión en el pecho, nudo en la garganta, tener la boca seca, estar muy sensible a los estímulos del entorno como los ruidos. Falta de aire, sentirse cansado o sin energías para hacer nada. Todas estas podrían ser sensaciones físicas. En lo que respecta a sentimientos podemos experimentar tristeza, rabia, enfado, culpa, arrepentimiento, soledad, frustración o impotencia, o por el contrario alivio, descanso, tranquilidad. Otra opción es que entremos en shock y no lleguemos a sentir nada. Como antes se ha comentado que hay muchos tipos de duelo diferentes y también hay muchas formas de encararlos y vivirlos.

Finalmente, también vemos alteradas nuestras conductas, no poder dormir o hacerlo mal, reducción o aumento del apetito, no tener capacidad de concentración, fallos en la memoria, distraerse fácilmente, tener un recuerdo presente y persistente del objeto de pérdida. Recordemos que puede ser una muerte, una ruptura o la perdida de algún otro concepto (salud, trabajo, …). En el proceso de duelo igualmente podemos aislarnos de nuestro entorno y buscar estar solos, el desasosiego o por el contrario nuevamente, la hiperactividad.

Remarcar que todas estas casuísticas de conductas, percepciones y pensamientos son de lo más naturales y esperables en esta situación, pero hay que ir con cuidado porque los duelos pueden convertirse en complicados si perduran durante mucho tiempo.

Entonces llegamos a lo que nos concierne en esta entrada del blog de Canvis, los duelos desautorizados. ¿Qué son exactamente, y qué diferencia hay en lo que hemos comentado hasta ahora? Estos son los que la sociedad, nuestro entorno o nosotros mismos no nos permitimos sentir y expresar de la manera que lo necesitaríamos. Por esa razón también se le pueden llamar duelo silente o prohibido.

Hay casos más claros que forman parte de este espectro de duelos, pero cualquier persona que sienta que no puede expresar su perdida y sentirse apoyada en el proceso, esta viviendo un duelo de este tipo.

Algunos ejemplos pueden ser de relaciones no reconocidas, que queremos decir con ello, las relaciones que a ojos de todo el mundo no tienen un vínculo tan fuerte; la muerte de un vecino, hundirte por la muerte de un amigo. Aquí de la misma forma entraría la muerte de amantes o separación de relaciones ocultas. Otra situación sería la separación de una pareja reconstruida con hijos, con la que se ha creado un vínculo fuerte entre todos. Estas son situaciones donde el entorno puede minimizar el dolor que puedes sentir o directamente no validarlo.

Otra situación seria cuando no se le permite a la persona poder sentir ese duelo con la buena, aunque a su vez funesta idea de que no lo pase mal. Es el hecho de ocultar muertes o enfermedades a personas que en nuestra percepción no podrán sobrellevar dicha noticia; en este grupo entran los niños, las personas mayores o personas con algún trastorno mental. También podría entrar el ocultar información sensible a personas de nuestro entorno y/o conocidos como puede ser una separación, un divorcio o un despido.

Más ejemplos serian la experiencia vivida por los familiares de una persona que comete suicidio o un aborto, ya sea espontáneo como provocado. Pero como hemos dicho antes todo va acorde a como se siente la persona y si tiene la posibilidad de mostrar su dolor. La ruptura de una pareja homosexual en un país donde se persigue por su orientación sexual, o simplemente que esa persona se encuentre en un entorno familiar donde no puede mostrarse tal como es también puede conllevar este tipo de duelos.

Como decíamos al inicio, la perdida de salud puede comportar un duelo y éste muchas veces puede no ser validado o minimizado por el entorno. Las mudanzas o migraciones también comportan duelos no siempre aceptados.

En estos casos el proceso para tratar el duelo nos exige aceptar que se está viviendo un duelo. Hay personas que no se permiten sentirse de esa forma, lo que constituiría un duelo desautorizado, en este caso por la propia persona.

Recopilando, tenemos que permitirnos sentir dicha perdida y más importante no intentar acelerar el proceso de sanación, no querer enterrar rápido las emociones que nos evoca, la famosa frase de “debería estar bien ya” y este es un gran error en todos los procesos de duelo en general.

Tampoco podemos caer en la minimización de lo que nos sucede, a veces nuestro entorno o nosotros mismos podemos intentar reducir lo que nos a pasado a algo de poco valor con la esperanza de así solventarlo antes, pero de esta manera podemos hacer que la persona aún se sienta peor.

La creencia de que una vez mejoramos siempre va a ser así, es decir, muchas personas creen que la recuperación de un duelo es como subir una escalera, siempre para arriba hasta llegar a al final. Pero no es así, metafóricamente se parece más a una montaña rusa, con subidas, pero también bajadas y esto forma parte del proceso natural de sanación. Vamos a tener recaídas y después de sentirnos bien durante un tiempo es normal sentirse de nuevo mal.

Poner igualmente la importancia en las fechas señaladas, festividades, aniversarios, o momentos que nos recuerden lo perdido. También pueden ser lugares donde nos hemos sentido bien.

Una forma de ayudar en el proceso es crear rituales para dar sentido a la perdida. Un funeral no deja de ser un ritual, pero también lo puede ser escribir una carta o cualquier otra cosa que nosotros percibamos que nos ayuda a elaborar y satisfacer nuestras necesidades. Hay muchas maneras de hacerlo, lo podemos crear nosotros mismos, no debemos adaptarnos a un estándar que puede que no nos encaje.

Por todo ello lo importante es buscar ayuda y crear un espacio de entendimiento y aceptación, rodearte de personas que validen tu duelo y a su vez si te ocurre de manera personal permitirte tu mismo poder experimentar todas las emociones que sientas.

Los centros de psicología como el centro de psicología Canvis tienen psicólogos centrados en los procesos de duelo que pueden ayudar a procesar y trabajar de la mejor manera posible el duelo que estes experimentando. No para solventarlo lo más rápido posible sino para integrarlo de una manera sana en tu vida y seguir adelante.

Por otro lado, si no somos los que estamos experimentado el duelo pero hay alguien en vuestro entorno que este pasando por ello, hay que mostrarle vuestro apoyo, ayudarle (si él quiere) a comunicarse con vosotros, escucharle más de lo que le podamos decir nosotros, es decir, tomarse el tiempo necesario para escuchar sus preocupaciones y vivencias. Tomar la iniciativa y ofrecer ayudas concretas, es decir un “estar ahí” real para esa persona.

De todas formas, aun no ser objeto de dicha perdida también puedes buscar ayuda de profesionales que te pueden orientar en cómo ayudar y llevar bien el duelo de otra persona mediante la psicoeducación.

Bibliografía:

(2015, 21 mayo). El duelo desautorizado: Cuando la sociedad no deja espacio al dolor – Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC). Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC) – Mejoramos la vida de las personas a través de la salud y la educación. https://www.fundacionmlc.org/los-duelos-desautorizados/

Online, P. (2014, 19 marzo). Duelos no autorizados. PsicoGlobal. https://www.psicoglobal.com/blog/duelo-no-autorizado

Zurita, G. (2020, 10 enero). Duelo Desautorizado o Duelo Prohibido. Cuando nadie te entiende. Instituto Galene. https://galene.es/duelo/duelo-desautorizado-duelo-prohibido/

Sánchez, E. (2018, 15 febrero). La encrucijada de los duelos no autorizados. La Mente es Maravillosa. https://lamenteesmaravillosa.com/la-encrucijada-los-duelos-no-autorizados/