La adolescencia es una etapa de transición muy importante , durante la cual ocurren una serie de cambios a nivel físico, psicológico y social, que van a influir tanto en el adolescente como en las personas de su entorno, que verán modificada su relación.

 

Los cambios, en la vida de cualquier persona, se pueden vivir con cierta confusión, preocupaciones, miedos, sensación de incertidumbre e inestabilidad, pérdida de control, etc., y ello genera una serie de dificultades que tendremos que ir transitando para seguir avanzando sin quedarnos estancados en los problemas.

Los padres suelen coincidir en una serie de dificultades en la relación con sus hijos adolescentes, que tienen que ver con los límites, el control, la comunicación, las emociones, la aparición de conductas difíciles de aceptar por parte de los padres, etc.

 

En este artículo veremos los principales problemas que surgen en la relación entre los padres y los hijos adolescentes y qué podemos hacer para mejorar esta relación.

 

PROBLEMAS FRECUENTES EN LA RELACIÓN PADRES-HIJOS ADOLESCENTES

En primer lugar es importante entender que el adolescente está experimentando una serie de cambios muy evidentes y muy intensos y que necesita su tiempo y su espacio para poder asimilar todo lo que le está ocurriendo tanto a nivel físico, como a nivel psicológico, emocional (con un enorme impacto de las hormonas en sus emociones) y social.

 

Sienten la presión de tomar decisiones importantes como por ejemplo cómo enfocan su futuro a nivel profesional, teniendo que escuchar informaciones que pueden ser contradictorias. Empiezan otorgar una enorme importancia al grupo de iguales, cuya opinión será muy importante para ellos. Sienten la contradicción de seguir dependiendo y necesitando a sus padres a la vez que surge el impulso de independizarse de ellos.

 

En esta etapa pueden aparecer una serie de problemas o retos a los que el adolescente tendrá que hacer frente, como las primeras relaciones sexuales o amorosas, el contacto con el alcohol u otras drogas, el bullying o acoso escolar, la dependencia de la tecnología y los cambios hormonales y emocionales que pueden intensificar la agresividad, el miedo, la tristeza, etc.

 

Es normal que los adolescentes vivan todo esto proceso con una mezcla de emociones y sentimientos, que pueden ir desde las más satisfactorias, como la alegría, el amor, el deseo, la creatividad, el interés, etc., hasta otras como el miedo, la frustración, la vergüenza, el odio, la culpa, la inseguridad, etc.

Y en medio de todo este proceso de cambios se encuentran con unos padres que también se ven afectados por estos cambios, seguramente, con cierta incertidumbre, ilusión, miedos, preocupaciones, amor, expectativas, frustración, etc.

 

●Podríamos hablar de qué es lo que más molesta a los adolescentes de la relación con sus padres, pero este artículo se basa en los problemas o las quejas que suelen exponer los padres que tienen hijos adolescentes. Y las más comunes suelen ser:

 

la adicción a la tecnología: tanto a internet como a los dispositivos digitales, o los juegos con la videoconsola. El gasto que supone el móvil, también suele ser fuente de conflictos. Se pactan tiempos para dedicar a la teconologia, pero no se respetan y a veces surgen conductas agresivas, como gritos, portazos, golpes, etc. A menudo el conflicto acaba con castigos, que a su vez, no son respetados o vuelven a generar agresividad, entrando en un bucle de negatividad que se va perpetuando.

 

incumplimiento de las normas: las relacionadas con las tareas del hogar: como por ejemplo arreglar su habitación, colaborar con determinadas tareas de la casa, comer lo que se prepara, normas de higiene personal, etc. También existen problemas con las horas dedicadas a los estudios. Las horas de llegada a casa.

 

tiempo de ocio compartido con la familia: los adolescentes pueden no querer realizar las actividades que realizan sus padres, por ejemplo los fines de semana o durante las vacaciones, ya que a menudo los intereses de los padres y los adolescentes no coinciden. Además, si se quedan en casa, se tiran al sofá a ver la televisión o se encierran en su cuarto para jugar con videojuegos o conectarse a internet.

 

las salidas nocturnas, problemas con el consumo de alcohol u otras drogas o posibles relaciones sexuales de riesgo. El alcohol tiene un efecto muy atractivo y es la capacidad que tiene para desinhibir y liberar a las personas de sus preocupaciones. Tanto el alcohol como otras drogas, tienen un efecto diferente tanto en el organismo como en la personalidad, según la persona: puede aparecer euforia, mareo, sueño, risas, agresividad, etc. Pero la desinhibición y la falta de autocontrol, resulta muy atractivo para facilitar las relaciones y olvidarse de las presiones a las que los adolescentes se ven sometidos en sus día a día. Bajo los efectos de estas sustancias, las conductas sexuales de riesgo, aumentan. Y todo ello es fuente de preocupación para los padres.

 

No reconocer la autoridad de los padres: ante todos estos conflictos, los padres se enfrentan a una realidad y es que durante la adolescencia existe un cambio en relación a la autoridad que habían mantenido durante la infancia. El adolescente siente la necesidad de independizarse de sus padres en muchos sentidos, sobretodo psicológicamente, ya que son conscientes que todavía dependen de los padres económicamente. Una forma muy frecuente de separarse de los padres a nivel psicológico o moral, es mediante una actitud de rebeldía sistemática, que provoca una enorme irritación y frustración en los padres.

 

Es importante observar a nuestros hijos para detectar si alguno de estos aspectos problemáticos en la relación con nosotros, puede estar indicando un conflicto interno que puede estar sufriendo nuestro hijo y del cual no somos conscientes, como problemas de acoso escolar, problemas con su autoestima o su imagen corporal, problemas con drogas o dificultades en las relaciones con sus iguales, o con la sexualidad, etc. Por ello hay que estar atentos a una serie de actitudes que pueden indicarnos que nuestro hijo puede estar sufriendo algún tipo de problema:

– cambios muy significativos en su conducta o su estado de ánimo

– tristeza injustificada

– agresividad

– altos niveles de ansiedad, irritabilidad, nerviosismo o preocupaciones

– aislamiento social

– cambios en sus hábitos alimentarios (comer demasiado y de forma compulsiva o evitar la comida) o en los hábitos relacionados con el sueño.

– padecimiento de dolores de cabeza o de estómago

– resistencia y nerviosismo a la hora de ir a clase o a alguna actividad concreta, como por ejemplo las extraescolares

 

Es importante saber detectar las señales de alarma y supervisarlo que ve o lee nuestro hijo: programas de televisión, internet, libros, revistas, etc. Y también conocer su entorno y los lugares que frecuenta.

 

CÓMO MEJORAR LA RELACIÓN CON NUESTROS HIJOS ADOLESCENTES

Es muy frecuente que los padres que tenemos problemas con nuestros hijos adolescentes, sintamos que el problema está en el adolescente, en sus conductas o actitudes negativas que nos generan malestar y conflictos a nivel familiar. Y de alguna manera, consciente o inconscientemente, queremos que la solución pase porqué ellos se esfuercen en cambiar.

 

Pero la relación es cosa de dos y si nosotros nos esforzamos en cambiar algunos aspectos es más fácil que sirvamos de modelo a nuestros hijos, que podrán valorar el esfuerzo por mejorar la relación y no se sentirán tan exigidos, ni sentirán que la responsabilidad de los conflictos recae solamente en ellos.

Además, que nosotros intentemos realizar ciertos esfuerzos nos ayudará a poder empatizar con ellos y entender que cambiar no siempre es tan fácil. Ya que en nuestro camino por intentar mejorar las cosas, seguro que pasamos por momentos en los que nos vamos a rendir y sentiremos que no lo estamos haciendo tan bien. No siempre es fácil. Pero vale la pena intentarlo. Y permitirnos no ser siempre los mejores padres y permitir que nuestros hijos no tengan que ser siempre los mejores hijos. Querer y aceptar a los otros tal como son, con sus virtudes y sus defectos, es una de las mejores formas de demostrar nuestro amor y fomentar la autoestima de la otra persona.

 

Vamos a ver algunos consejos que nos pueden ayudar a mejorar esta relación:

 

Auto-observación : escucharnos a nosotros, saber donde están nuestros límites, cuáles son nuestros puntos fuertes y los débiles. Qué expectativas tenemos en relación a nuestros hijos. Explorar si las expectativas son realistas o estamos siendo muy exigentes. Cuáles son nuestros propios miedos, inseguridades y conductas agresivas y poder distinguir si aparecen por la relación con los hijos o si tienen que ver con otras cosas y lo acabamos pagando con los hijos. También es importante que sepamos ver la influencia de nuestro pasado, nuestra historia personal, la carga que supone nuestro pasado, para no hacer que nuestro hijo tenga que cargar con ello.

 

Escucha activa: observar nuestro hijo y observarlo intentando no juzgar de entrada, para poder determinar qué nos está intentando decir con sus conductas, qué le está ocurriendo en su vida, cuáles son sus problemas, y sus puntos fuertes, qué le gusta y le interesa, qué opiniones se está formando sobre la vida, la política, las relaciones, los aspectos económicos, el aspecto físico, la salud, el sexo, las drogas, etc.

 

Hablar, argumentar (antes que imponer) e informar de una forma empática, pudiendo ponerme en su lugar: es importante buscar el momento adecuado, cuando los dos estemos tranquilos, tengamos tiempo y un espacio cómodo para hablar. Ya que si no respetamos sus tiempos y su espacio van a sentir nuestro interés por hablar como algo invasivo. También es importante que podamos transmitirle nuestras preocupaciones de una forma asertiva, teniendo en cuenta nuestros puntos de vista, pero también los suyos. Si queremos proporcionarle cierta información sobre temas concretos, como la sexualidad o las drogas, primero deberemos informarnos y ponernos al día, para no caer en tópicos o proporcionar una información desfasada con la que el adolescente no va a conectar. Es importante no saturar con demasiada información. Y si lo consideramos necesario podemos proporcionarle libros, o enlaces a páginas que creamos que le pueden proporcionar una información útil, fiable y atractiva para él/ella, adecuados a su edad y su nivel de comprensión.

 

Establecer normas y límites claros, realistas y apropiados: por ejemplo en temas como el acceso a internet, la televisión o las videoconsolas, hay que fijar unos límites sobre la cantidad de tiempo que puede emplear y si es necesario se deberá limitar el contenido. Siempre teniendo en cuenta el caso concreto, ya que no es lo mismo un adolescente de 11 años que uno de 17. También es importante fijar unas normas en cuanto a los hábitos, como por ejemplo la hora de ir a la cama, el aseo personal, las tareas del hogar, las horas de estudio, las actividades que se realizan con la familia, o con los amigos, etc. En este sentido es importante establecer prioridades y reservar la autoridad para conflictos importantes, ya que si pretendemos poner límites en todo, vamos a generar rechazo y rebeldía. Siempre que podamos es interesante pactar y negociar, proporcionando al adolescente un modelo sano de relación con las otras personas, sin caer en el abuso de poder.

 

– Respetar: si exigimos respeto, es importante que nosotros mostremos respeto. Intentar ser flexibles, tolerantes y positivos es un modelo de conducta que nuestros hijos van a observar y pueden aprender. Nosotros tenemos unos estándares en ciertas cosas como la socialización, los estereotipos, las relaciones, etc., y no es necesario que presionemos a nuestros hijos para que piensen como nosotros. Es mucho más interesante y valioso que les acompañemos en el proceso de aprender a pensar por ellos mismos para no convertirlos en personas dependientes de la opinión de los demás. Dentro del respeto esta la forma que tenemos de comunicarnos con ellos: es importante buscar momentos de calma, cuando las emociones no sean muy intensas, facilitando la reflexión positiva. Aceptar y respetar las emociones de nuestros hijos, permitir que se exprese también es importante y liberador. Lo mismo sirve para los padres. En la adolescencia parece que los padres nos centramos en lo que debemos “prohibir, limitar o censurar” y es importante tener presente lo que podemos “permitir, fomentar, liberar”. En los adolescentes es muy importante poder respetar su intimidad.

 

Entender la rebeldía: una de las principales metas de los adolescentes es lograr la independencia. Los adolescentes están aprendiendo a separarse de sus padres y una forma de hacerlo es llevando la contraria, desobedeciendo, buscar los límites e incluso saltárselos, poner a prueba a sus padres e incluso pueden sentir la necesidad de sentirse superiores para poder autoafirmarse. La rebeldía es una característica habitual de los adolescentes. El entorno familiar se puede entender como un laboratorio donde el adolescente aprende a afirmar su postura, a contradecir a la autoridad, a llevar la contraria y aunque ello irrite terriblemente a los padres, es importante tener claro qué modelo queremos transmitir en relación al trato con la autoridad. Ya que si somos excesivamente exigentes o intolerantes, pueden aprender a tener miedo (que no respeto) ante la autoridad o por el contrario, a rebelarse de forma impulsiva aún cuando ello les pueda perjudicar.

 

Las consecuencias de saltarse las normas: hemos hablado de la importancia de escuchar, pactar, negociar, respetar, flexibilizar, etc. pero existen unas normas que los padres pueden considerar muy importantes y los hijos tendrán que respetar. Cada familia va a establecer sus propias normas, pero existen unas circunstancias que exigen el cumplimiento de normas y tienen que ver con la seguridad tanto del adolescente como de las demás personas. Las normas suelen ir acompañadas de una serie de consecuencias que ocurren ante el incumplimiento de los límites . Estas consecuencias o castigos deben estar ajustados a las faltas, por ejemplo no es lo mismo llegar media hora tarde a casa, que conducir en moto borracho. Debemos asegurarnos que se cumpla la sanción o la regla dejará de tener valor. Es importante mantenerse firmes ya que la disciplina es importante para un adolescente, sirve como punto de referencia ya sea para cumplir las normas o para saltárselas, pero teniendo clara la norma y las consecuencias, la persona se mueve más segura por el mundo que sin ningún tipo de referencia. En el caso de aplicar castigos, es importante que el castigado tenga claro el motivo, la falta y sea consciente de ella o no va a poder entender qué está ocurriendo. Las consecuencias deben estar cercanas al momento en el que se produce la falta, para que el adolescente puede entender la relación causa-efecto.

 

Todos estos consejos son fáciles de entender pero no siempre es fácil aplicarlos, porqué en nuestro día a día nos encontramos con dificultades como la falta de tiempo, el posible estrés o cansancio del trabajo, nuestros problemas personales no relacionados con la crianza de los hijos, la frustración ante esfuerzos que no obtienen los resultados que esperábamos, las dificultades para mantener la calma y tener paciencia, etc. Por todo ello, a veces es conveniente buscar el apoyo de un profesional de la psicología, que nos acompañe en este proceso de cuidar, acompañar, educar y relacionarnos con nuestros hijos adolescentes de una forma sana y positiva.

En el centro de Psicología Canvis de Barcelona, nuestro equipo de psicólogos/as te puede proporcionar el apoyo que necesitas para detectar qué aspectos son más conflictivos en la relación con tu hijo/a y de qué manera se puede mejorar la relación y la comunicación entre vosotros para que la relación sea lo más sana y satisfactoria posible.