El trauma de la vida cotidiana
 de Mark Epstein – psiquíatra neoyorquino – nos enseña que si no  dejamos que el trauma nos supere, se puede convertir en nuestro mejor maestro y nuestra libertad.

Mark Epstein descubre el potencial pasajero del trauma y nos muestra cómo podemos aprovecharlo para el desarrollo propio.


 La psicología occidental nos enseña que si entendemos la causa del trauma podemos trabajar para  dejar atrás el mismo, mientras que las prácticas orientales utilizan la meditación como un medio  profundo para transformar las emociones difíciles y separarse de ellas. Epstein afirma que ambas  formas son inadecuadas, dado que el trauma es una parte indivisible de la vida, que tiene muchas  formas y que no perdona a nadie, sin excepción alguna. Todos queremos ser siempre felices porque  pensamos que esto es la normalidad; no podemos aceptar que la felicidad también es un estado  imperfecto. Y así, no aceptando que la felicidad es pasajera y buscándola compulsivamente, creamos  más infelicidad y trauma en nuestra mente.

Por otro lado Epstein confirma que no todos los traumas son consecuencias de la vida cotidiana, sino  de la maldad de otras personas. En la viñeta de un paciente suyo, víctima del abuso sexual, nos  explica que el paciente pudo contar los acontecimientos ya en la primera sesión, pero no pudo hacer  referencia a como se sentía hasta mucho más tarde, cuando expresó su decepción con las personas  cercanas. La empatía relacionada con aquellas emociones fue lo que le ayudó a superar el trauma  porque para ello necesitamos un ambiente de compasión. Se dio cuenta de que una de las secuelas  del abuso fue mantener a distancia a la gente que de verdad le importaba. Cuando queremos  desalojar emociones difíciles, necesitamos seguridad hermética. Por eso nuestras vidas se hacen  vacías. La clave no está en lo que ocurrió, sino en las emociones que nos acompañan o persiguen  toda la vida y que la terapia ayuda a superar. Aparte de la empatía, la idea es también estar presente, pero pudiendo hacer un ejercicio de desidentificación con los hechos. Estás viendo el trauma, pero tú no eres el trauma. Se trata de crear un ambiente compasivo y acogedor donde si el trauma emerge, éste pueda ser observado sin juzgar, es decir,  con una mirada comprensiva.

Epstein subraya que el principio de una terapia es reconocer lo que está pasando. Es dejar que el inconsciente pueda comunicarse con el consciente. La ventaja de reconocer el trauma en nuestra vida es que despierta capacidades de nuestra mente al sufrimiento propio y al de los demás. El trauma nos hace más humanos, más compasivos y más sabios.

 

Aleksandra Misiolek