Llega el invierno, las navidades y con ello, esta vez, las elecciones generales. La campaña es doble: de navidad y electoral. Esto implica también el doble de presión para los ciudadanos. Para muchos toca volver a escuchar, informarse y elegir.

Pero, ¿realmente podemos elegir? Cuando decimos que queremos algo ¿lo queremos realmente? ¿Las elecciones que hacemos son voluntarias? ¿Y conscientes?

Muchos filósofos y psicólogos han buscado la respuesta a estas preguntas. Se han hecho muchos estudios, buscando el elemento que determina la decisión final, y a día de hoy sigue sin quedar claro: algunos de ellos dicen que la decisión es voluntaria, que cuando debemos o queremos elegir, simplemente utilizamos la información de nuestro alrededor, la giramos, la retorcemos, exprimimos y, cual batido, nos aparece un resultado, que es el que elegimos. Podríamos decir que, según este modo de pensar, nuestras elecciones surgen del planteamiento racional y consciente de las variables que tenemos, y que por tanto, si hablamos de un partido político, acabaremos votando aquél que nos parezca que hará aquello que coincida más con nuestras opiniones. Por otro lado, otro grupo de pensadores opina todo lo contrario: parten de la idea de que hacemos elecciones no voluntarias, o no plenamente voluntarias. Según éstos, las elecciones que hacemos son en función de lo que sentimos y no de lo que pensamos, y esto no siempre sería visible para nosotros. Para seguir con el ejemplo de las elecciones, la idea sería que elegiremos aquel partido político que, por motivo desconocido (sea porque nos recuerde a alguien agradable, por los colores, lo simpático que nos parezca su representante…), nos atrae más, nos hace sentirnos mejor. Este grupo es el que intenta dar explicación a por qué muchas veces acabamos eligiendo algo aún y sabiendo que no nos conviene. A día de hoy, esta opinión parece ser la que tiene más peso, aunque aún no queda claro si sería en todas las elecciones o solamente en algunas de ellas.

Como podremos observar cada vez más estos días, los directores de marketing de los partidos políticos están al corriente de todos estos estudios y planteamientos, por lo que, si nos fijamos bien, podremos ver que en sus anuncios, los líderes políticos mostrarán aquel aspecto y rostro que más crean que combina con lo que quiere su público, pero a su vez también hablarán con aquellas palabras y argumentos que puedan conectar mejor con nuestra parte más racional.

¿Creéis que cuando elegís estáis siendo libres? Si miráis hacia atrás ¿veis más elecciones hechas por la razón o hechas por la emoción? No dudéis en dejar vuestros comentarios

Aleix Comas